CRISTOLOGÍA     

                             
                              

 

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PASCUA, LA QUE HA DE SER

        

Supongo que no nos podemos quedar en un simple instante suspendidos de la nada.

Pascua es creer en la rehabilitación de esa inmensa mayoría de seres humanos que solo han pasado por esta vida entre asfixias y sufrimiento, humillados y derrotados, asaltados por la miseria y la pobreza.

Pascua ha de ser luz para el túnel de la depresión, fiesta para la tristeza, sonrisa para el llanto, ternura para la aspereza, justicia para la pobreza, alivio para el dolor.

Pascua debe ser el día feliz del perdón, la amanecida fresca para los últimos de los últimos, la plenitud de los tiempos, la calma de los anhelos, el reino de la misericordia.

Y el fin de riquezas y dineros. Y la agonía del poder. Y el “bienser” antes que el “bienestar”.

Primero el jodido. Primero el ofendido. Primero el rechazado. Primero el humillado. Primero el vencido.

Pascua ha de ser la llegada de la patera justo a la caída del muro; el susurro frente al estruendo; la vida mirando a los ojos de la muerte.

Y la música. Y el color. Y el tacto. Y la paz.

Pascua será cuando hablemos de lo nuestro, y no de lo tuyo o de lo mío. Y escuchemos. Y respiremos. Y cedamos el asiento al silencio.

Pascua es también todo lo que se nos queda a medias, lo que aún no ha podido ser, lo que malgastamos mientras esperamos, esas mil propuestas que nuestra torpeza termina por estropear.

Y el abrazo. Y las manos. Y un verso. Y una mirada humedecida.

Pascua ha de ser el Dios que no se oculta, el que asoma la nariz, el que se ríe, el que nos toca, el que nos habla… Y nos libera… Y suspira… Y se estira… Y bromea… Y ronronea…

Ese mismo que nos secuestran de un lado los profetas de la condena, y nos asesinan del otro lado los mesías del escepticismo; aunque con fines distintos, eso sí.

Pascua es el asombroso ejercicio de la esperanza en seres tan oscuros, tan frágiles, tan maltrechos y tan desvalidos como quienes habitamos en esta cambiante, esquizofrénica, inestable y patética humanidad.

                                                     

 José Luis Vilanova Alonso