EL EVANGELIO DEL DOMINGO   

                             
                              

 

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PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO

 

 

Mateo 24, 37-44

 

37 Ahora bien, lo que pasó en tiempos de Noé pasará en la llegada del Hijo del hombre; 38 es decir, lo mismo que en los días antes del diluvio la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca 39 y, estando ellos desprevenidos, llegó el diluvio y arrambló con todos, así sucederá también en la llegada del Hijo del hombre.

 

40 Entonces, dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; 41 dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán.

 

42 Por tanto, manteneos despiertos, pues no sabéis qué día va a llegar vuestro Señor. 43 Ya comprendéis que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se quedaría en vela y no lo dejaría abrir un boquete en su casa. 44 Pues estad también vosotros preparados, que cuando menos lo penséis llegará el Hijo del hombre.

 

 

Comentarios de Pedro Olalde

 

 

La vida es demasiado valiosa para echarla a perder

 

Los discípulos habían preguntado a Jesús: “Dinos, ¿cuándo va a ocurrir eso y cuál será la señal de tu venida y del fin de esta edad? (Mt 24, 3) Ahora, Jesús responde que nadie lo sabe, sino sólo el Padre (24,36).

 

Las dos exhortaciones que siguen nos animan a estar en guardia para no echar a perder el mayor regalo que hemos recibido de Dios, que es la vida. La primera nos advierte que el final vendrá inesperadamente, como ocurrió con el diluvio, en tiempos de Noé. La segunda subraya la necesidad de estar vigilantes, porque el dueño de la casa no sabe cuándo vendrá el ladrón.

 

A Mateo le preocupa la repentina parusía o venida de Cristo en el mundo, que coge a los hombres desprevenidos. Hace 2000 años, cuando los primeros cristianos tenían gran conciencia de la venida inminente de Cristo, encajaba con toda normalidad este lenguaje apocalíptico. Hoy, nuestra sensibilidad es muy diferente y no nos dice gran cosa. Ahora, al hombre moderno hay que hablarle en su lenguaje:

 

“Tu vida es demasiado preciosa para malgastarla. Vive en la solidaridad, en la justicia, y alivia el dolor del mundo, en lo que puedas. Te sentirás feliz y realizado. Los que te conozcan te bendecirán. Si eres cristiano, ahí tienes a Jesús de Nazaret, como modelo de plenitud humana, comprometido con el hombre hasta la muerte”.

 

Si Mateo nos advierte de la despreocupación de la gente del tiempo de Noé, ante la llegada del diluvio, ¿qué no nos diría hoy a nosotros, sumidos, muchas veces, en pequeñeces, completamente despreocu-pados de lo sustancial de la vida?

 

A pesar del tono austero de estos versos, el único objetivo es prevenirnos para que no malgastemos la vida. No pretenden atemorizarnos con un juicio severo. Que Cristo es juez, sólo significa que al final prevalece su verdad; quiere decirnos que Él es la verdad definitiva.

 

Estas líneas subrayan que el hombre es un proyecto y que puede no realizarlo. Afirmamos más: que el mismo Dios camina con nosotros para ayudarnos a llevar a cabo ese proyecto, como ayudó al pueblo hebreo a salir de la esclavitud. Dios es el Emmanuel, es decir, Dios con nosotros. 

 

Marana Tha. ¡Ven, Señor Jesús!

 

Adviento es un tiempo propicio para lanzar hasta el corazón de Dios este grito: Marana tha. ¡Ven, Señor Jesús! Pero este grito sólo lo podrá emitir quien esté persuadido por la fe de que camina a la libertad, no a la muerte. Porque es en la muerte cuando ocurrirá para nosotros la venida definitiva del Señor Jesús. Será el momento del encuentro con Dios, la Vida con mayúscula.

 

Pablo tiene en cuenta nuestra condición de caminantes, y nos dice: Caed en la cuenta de adónde va la vida, y obrad en consecuencia. No desperdiciéis la vida.

 

 

Comentarios de Patxi Loidi

 

Con el primer domingo de Adviento comienza el Año Litúrgico de los cristianos católicos. Este año tenemos el Ciclo A, que usa preferentemente el evangelio de Mateo.

 

Las lecturas de los últimos domingos del Año Litúrgico y del primero de Adviento mezclan el fin del mundo y la destrucción del Templo de Jerusalén, ocurrida en el año 70. Esto se ve más en Mateo y Marcos. Están influidas por la literatura apocalíptica judía (predominante en los dos siglos anteriores a Jesús y el primero después de él), que esperaba el fin próximo del mundo con una acción directa de Dios, para purificarlo a fuego y agua, con grandes catástrofes, eliminar a los malos y establecer su Reinado definitivo.

 

Muchos cristianos participaban de estas ideas, a las que aplicaron la creencia en la inminente segunda venida del Señor. A lo largo de los siglos ha habido muchos intentos de marcar fecha al final del mundo, sobre todo en los pasos de centurias y milenios: todas han fracasado.

 

Aunque estos textos, entre ellos el de hoy, tienen un trasfondo apocalíptico, introducen retoques importantes a esas ideas.

 

1) No marcan fechas.

2) Quitan la preocupación por el final y nos centran en la salvación presente desde la esperanza del futuro.

3) Dan confianza y nada de miedo a Dios.

4) Nos invitan a estar siempre preparados para recibir al Señor, que hoy mismo viene a salvarnos.

 

Hoy en día vemos que algunas “religiones supuestamente cristianas” utilizan la peor apocalíptica para fomentar el morbo del fin del mundo, dominar a la gente con el miedo, apartarla de la realidad y desarrollar actitudes fundamentalistas reaccionarias. Hemos de combatir tales ideas.

 

La preocupación por fechas y cosas semejantes desvirtúa la verdadera fe cristiana, que se centra en el presente -cambio personal y transformación del mundo-, porque el Señor ya ha venido, aunque su salvación está todavía haciéndose. Esa es la misteriosa venida continua del Señor, la Navidad actual.

 

Guía para la oración personal con este pasaje.

 

V.37-39.

Escucho a Jesús. Él me habla personalmente. Me cuenta, para mi enseñanza, lo que pasó en el diluvio. Señor, ¿qué me quieres decir con esta comparación?

 

V.40-41.

Uno será tomado y llevado al Reino de Dios; el otro, no. Señor, esto me mete miedo; pero sé que tú eres pura misericordia. ¿Me das un aviso para que tome en serio mi conversión continua?

 

V.42.

Quiero vivir despierto, Señor. Que no me adormezca el consumo, el dinero, la soberbia, el placer sin control. Quiero estar despierto a tantas venidas tuyas que me ocurren un día y otro.

 

V.43-44.

No sabemos nada. No hagamos cábalas. Pienso en mi muerte, que será venida de Jesús para mí. ¿Qué querré haber hecho cuando llegue aquel día? ¿Por qué no hacerlo desde hoy? Ayúdame a vivir siempre vigilante.

 

  

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