carta de un padre
LA PREPARACIÓN PARA
LA PRIMERA COMUNIÓN
Hoy me da por desahogarme con ustedes, referente a un
tema que en principio puede parecer banal, pero les
aseguro que en el fondo no lo es. Tal vez también
parezca una lucha contra la iglesia o un párroco en
especial, pero cuando uno llama a varias puertas dentro
del mundo religioso, y se le quedan a medio abrir, o con
el cerrojo puesto, pues la verdad es que uno piensa en
muchas cosas al respecto que no son nada positivas.
Uno se queda si acaso más asombrado del año en el que
vive. A veces, sólo a veces, algún párroco de la antigua
usanza se deja llevar por sus propios postulados en vez
de pensar en que vivimos en el año 2008 y que los
tiempos cambian y que posiblemente la Iglesia y sus
dirigentes deberían ser más consecuentes con los
tiempos.
Toda esta introducción viene por el problema que tenemos
un grupo de padres muy interesados en el tema de la
Primera Comunión de sus hij@s, que este año han de
prepararse para ella.
Nuestro centro escolar, San Enrique, es un centro
concertado de Quart de Poblet, Valencia. Estando
involucrados los padres tanto en la educación como en la
propia educación religiosa, nos encontramos con que la
Iglesia no puede dar soporte y ánimo a un colegio, ojo
un colegio religioso y Carmelita, para que pueda hacer
la labor (que continuamente hace por otro lado en cuanto
a la educación) de instruir a sus alumnos en el proceso
de formación de cara a su Primera Comunión.
Nosotros, los padres de esos alumnos, junto con las
Hermanas de nuestro Centro, hicimos un plan de acción
para poder informarnos, ver opciones y acciones a
desarrollar, hablamos con los catequistas, con los tres
sacerdotes de nuestro pueblo, y hasta ahí todo bien,
hasta que chocamos con uno de los párrocos, precisamente
el de la parroquia más importante o más grande de
nuestra villa, no por eso la mejor ni mucho menos. Nos
encontramos con la negativa del Párroco.
Su rotundo “no” nos dejó perplejos, nos informamos de
qué pasos y con quién deberíamos hablar para poder
solucionar este NO tan tajante y rotundo. Hablamos con
el Arcipreste de la zona, con el Obispo Auxiliar de
Valencia, y al final nos hemos quedado en la primera
línea de partida.
Nosotros, los laicos, y casi me atrevería a decir que
las propias hermanas Carmelitas, estamos indignados,
porque no queremos de ningún modo, dejar a la parroquia
de lado. No, sino todo lo contrario: colaborar con ella,
formando dentro de nuestro centro a nuestros hijos, con
personal cualificado evidentemente, y luego solapar el
aprendizaje de nuestros hijos con la parroquia.
Pero no, parece que no es posible porque un Párroco, lo
quiere hacer todo él, controlar toda la situación desde
su parroquia. Él no ve la realidad de su parroquia, la
necesidad de renovación de su postura de sumo dueño y
señor.
En fin, nosotros no queremos tirar la toalla, porque
pensamos que estamos haciendo una buena labor, tanto
para la iglesia en su amplia expresión, como para
nuestro colegio religioso.
Nosotros tan sólo queremos colaborar. Queremos
implicarnos en lo que realmente nos importa y nos
preocupa, aunque seria mucho más cómodo quedarnos en
casa sin hacer nada. De veras que su correo de hoy me ha
dado mucho que pensar en estos momentos que estamos
viviendo.
Disculpen mi extensa carta. Pero es que hoy necesito
desahogarme con alguien que creo puede comprender las
inquietudes de unos padres, de un colegio, de una
congregación carmelita, y en definitiva de unos niños
que en los tiempos que corren, queremos que vayan a
tomar la comunión con buen conocimiento de causa, con
buena formación.
Muchas gracias por… su atención.
Rafa Rodrigo Ferrandis
AMPA Colegio San Enrique de Quart de Poblet
VALENCIA.
Querido Rafa:
Hace quince días, un sabio, prudente y anciano
presbítero leyó uno de los comentarios sobre la
eucaristía cristiana que publicamos semanalmente. Creí
que lo criticaría con dureza.
Con sorpresa para mí, dijo: “esto debería leerlo el
pueblo. Y después, levantarse en la iglesia para
protestar por lo que se hace y dice diariamente por los
curas.”
Yo no me hubiera atrevido a decirlo tan audazmente.
Pero creo que debe llegar ya la hora, y llegará, en la
que el pueblo se levante. ¿No somos nosotros también
iglesia?
Si no se hace no es por exceso de fe. No se hace por
cobardía.
El futuro de la Iglesia está en los que creen y no en
los que mandan.
Un abrazo,
Luís Alemán