Así
pues, ¿renunciáis a Satanás, esto es:
al
pecado como negación de Dios;
al
mal como signo del pecado en el mundo;
al
error, como ofuscación de la verdad;
a la
violencia, como contraria a la caridad,
al
egoísmo como falta de testimonio del amor?
Sí,
renunciamos.
¿Renunciáis a sus obras, que son:
vuestras envidias y odios;
vuestras perezas e indiferencias;
vuestras cobardías y complejos;
vuestras tristezas y desconfianzas;
vuestras injusticias y favoritismos;
vuestras faltas de fe, de esperanza y de caridad?
Sí,
renunciamos.
¿Renunciáis a todas vuestras seducciones, como pueden
ser:
creeros los mejores, únicos y poseedores de la verdad,
creeros que ya estáis convertidos del todo,
y
perderos en las cosas
(medios, instituciones, reglamentos)
en
lugar de ir a Dios?
Sí,
renunciamos.