¡Bienvenido, 2011!
Quiero empezar este 2011 como un regalo. Sé que ha
de parecer ironía para quienes lo empiezan desde el
dolor. Demasiadas y demasiados tendrían que
discrepar de mis palabras, y les pido perdón si mis
ilusiones hieren en sus desdichas.
Pero mi sentimiento, no es un sentimiento ingenuo
sino una llamada a la gratitud. La vida se nos da
como don cada mañana y también la naturaleza y la
amistad y la belleza y el silencio, también en el
dolor. Hay miles de cosas que nos rodean que son
regalo de la Vida que hay en la vida. Ese es el
sentimiento ante el estreno de un nuevo año.
Yo me siento ante el 2011 sabiendo que va a ser lo
que yo quiera hacer de él. No espero para ser feliz
resultados mágicos de cambios económicos, soy
escéptica ante las promesas de programas sociales.
No espero que nuestros políticos rebajen sus sueldos
y dejen sus prebendas; vivo como muchos el
desencanto político y económico. Es muy posible que
nada de eso cambie.
Sin embargo el 2011 será lo que yo quiera que sea.
Haré en él, el bien que yo haga, y eso me da poder
para hacer que sea un año más bueno. Podré compartir
de lo que tengo y entonces podré hacer que el 2011
sea más justo. Podré derrocharme en detalles de amor
y cuidado y entonces aseguraré que el 2011 sea más
cálido y acogedor.
Puedo poner en él a Dios y entonces Dios habitará el
2011. Puedo poner esperanza por encima de mis
desesperanzas y entonces el horizonte se abrirá para
mí y para muchos. Pondré mi esfuerzo, mi trabajo y
mi inteligencia para hacer que sea un año más
humano, y eso está en mis manos, como en las de
todos.
Sé que después de mis ilusiones vendrán 365 días
para ensayar los buenos deseos. Habrá días
difíciles, vendrá el desánimo, el tedio, la desgana,
la desilusión…, porque la vida es así. Pero cada día
se me ofrecerán las fuerzas, si las recojo, y podré
humildemente reafirmar mis quereres.
Esta mañana he querido empezar el año dedicando un
rato a mis padres ya muy mayores. Estaban viendo el
concierto de Año Nuevo. Un concierto a las 11 de la
mañana, rompiendo esquemas horarios. Así ha de
empezar el 2011, como un concierto de mañana, como
empieza el día al amanecer.
Franz Welser-Möst, dirigía todos los instrumentos,
desde las humildes castañuelas a los selectos
Stradivarius. Dirigía cerrando los ojos, poseído por
la música, sintiendo en sí mismo el sonido de cada
uno de los instrumentos.
Todo era armonía en la Filarmónica de Viena y el Musikverein
no me ha parecido tanto ofensivo en su riqueza,
quizás porque la música era alegre y tan bella como
la creación, y por tanto también se me ha antojado
sagrada, obra de las manos creadoras del ser humano
a semejanza de un Dios presente en todo.
Las coreografías y el ballet me llevaban a pensar en
Jesús cenando alegremente entre los amigos para
hacer presente el Reino de Dios. ¡Qué religión tan
especial la suya, que convierte en sagrado lo más
humano y lo cotidiano, que vive como extraordinario
lo ordinario!
De nuevo he pensado en el 2011, de vivir al ritmo de
valses y de armonía. Poner música donde nada suena
bien, donde hay desarmonía y desconcierto. Quizás
pueda yo abrir las puertas del Musikverein a otro
público que ahora no tiene entrada: es el 2011 de la
gratuidad, sin exigencias de vestimenta. Música y
valses para todos, también para los últimos y
olvidados, para hacer del 2011 un concierto de 365
sonidos armoniosos.
Matilde Gastalver