CELEBRACIÓN COMUNITARIA
COMPLETA
TOLERANCIA
La tolerancia es el primer paso,
la unidad no está reñida con el pluralismo.
segunda parte
LITURGIA EUCARÍSTICA
Acción de gracias
Realmente es nuestra obligación y nuestro
mejor deseo
bendecir tu nombre y glorificarte, Padre
Dios,
porque tú eres el único Dios,
el creador del universo,
el Dios de todas las criaturas,
al que veneran todas las religiones del
universo.
Gracias, Padre, porque nos quieres
infinitamente
y de igual manera a todos,
porque no haces distinción entre ricos y
pobres,
ni entre los que detentan poder
y los que forman el pueblo llano.
Querríamos que toda la humanidad
te reconociera como a su único y buen Dios
y te bendijera con cariño por ello.
En nombre ahora de todos los seres humanos,
entonamos en tu honor este himno de gloria
Himno de gloria
Bendito seas mi Dios, mi aire,
que estás ahí, tan cierto como el aire que
respiro.
Bendito seas, mi Dios, mi viento,
que me animas, me empujas, me diriges.
Bendito seas, mi Dios, mi agua,
esencia de mi cuerpo y de mi espíritu,
que haces mi vida más limpia, más fresca,
más fecunda.
Bendito seas, mi Dios, mi médico,
siempre cerca de mí,
más cerca cuanto me siento más enfermo.
Bendito seas, mi Dios, mi pastor,
que me buscas buenos y frescos pastos,
que me guías por las cañadas
oscuras,
que vienes a por mí cuando estoy perdido en
la oscuridad.
Bendito seas, mi Dios, mi madre,
que me quieres como soy
que por mí eres capaz de dar la vida,
mi refugio, mi seguridad, mi confianza.
Bendito seas, Dios, bendito seas.
OFRENDAS
Padre nuestro, Madre nuestra y de todas las
criaturas:
nos sentimos invitados a compartir con todos
nuestra vida, generosamente,
siguiendo el ejemplo de Jesús,
y te ofrecemos pan y vino,
frutos de la Tierra y de nuestro trabajo,
y con ellos nuestros esfuerzos y mejores
deseos,
para agradecerte cuanto nos das
y prometerte fidelidad y entrega completa
a tu proyecto, a tu sueño, a tu reino.
Por tu hijo Jesús, nuestro Señor y hermano.
Amén.
Todos
extendiendo las manos sobre el pan el vino
del altar
Te pedimos, Padre santo,
que la fuerza de tu Espíritu
consagre este pan y este vino,
para que no solo sean alimentos del cuerpo,
sino que alimenten y hagan crecer
nuestra vida interior, la verdadera vida,
esa misma vida y ese espíritu
que Jesús siempre manifestó.
MEMORIAL DE LA CENA DEL SEÑOR
Te bendecimos una vez más, Padre y Madre de
todos,
porque nos has regalado la palabra profética
de Jesús
y su experiencia vital, fiel reflejo de tu
Espíritu.
Creemos en Jesús,
aceptamos de corazón sus enseñanzas.
Pero por él sabemos que nuestro único signo
de identidad
es hacer que nadie sufra penalidades
y todos sean plena y felizmente humanos.
Ahora vemos que no basta con llamarse
cristiano,
para pertenecer al grupo de los discípulos
de Jesús
porque la única acreditación válida
que sirve tanto a creyentes como a
agnósticos o ateos,
es la dedicación a hacer justa y digna la
vida de todos.
Jesús, el liberador por excelencia,
nos pidió que hiciéramos como él,
que nos diéramos a los demás sin reservas.
Al despedirse de sus discípulos y amigos
la víspera de su muerte,
nos pidió que nos reuniéramos en torno a una
mesa,
y nos invitó a compartir
un trozo de pan y una copa de vino,
en memoria de su vida solidaria
y en la esperanza de una nueva humanidad.
Tomando un pan
y mientras lo partía y repartía, les fue
diciendo:
Comed todos de él, porque esto soy yo.
Siguiendo su ejemplo
tomamos este pan, lo partimos
y nos lo ofrecemos unos a otros,
como signo de nuestro compromiso social
y voluntad de servicio.
Este pan partido y compartido es Jesús
y nos sentimos reflejados en él
todos sus discípulos y discípulas.
Luego tomó una copa de vino
y mientras se la pasaba les decía:
Tomad y bebed todos de ella,
porque esta es mi vida, es mi sangre,
que será derramada por todos.
Movidos por el mismo Espíritu de Jesús,
brindamos y compartimos esta copa de vino.
Este vino es la vida de Jesús,
alegre, compasiva y fraterna.
Es la vida de Jesús
que corre en nuestras venas,
como primicia y sacramento
de un mundo nuevo.
Creemos que Jesús está con nosotros,
que lo hacemos presente
reuniéndonos en su nombre
y siguiendo su ejemplo,
hasta que, un día, todas las criaturas
seamos un gran Cristo con él y en él.
Amén.
COMUNIÓN
Venid y comamos, hermanas y hermanos.
Venid y bebamos con humildad y gratitud,
con toda confianza.
Este es el pan del camino,
éste es el vino de la vida.
Es Jesús
que nos invita, nos fortalece y nos cura.
Comunión
Invocación al Espíritu de Dios
Recordamos la vida de tu hijo Jesús, que
queremos imitar,
lamentamos su cruel muerte, paradigma de
injusticia,
y nos alegramos de que viva ya en Ti,
plenamente feliz.
Padre Dios, infúndenos tu Espíritu, queremos
colaborar
con todas las personas de buena voluntad
en hacer un mundo de iguales, justo,
solidario.
Verdaderamente es una tarea ingente, que nos
supera.
Porque seguimos empeñados en hacer pobres
y marginarlos luego, crear barreras y
separar hermanos.
Hacemos guetos de marginados,
cuando no es que los expulsamos del país.
Tenemos que apoyar la paz y el entendimiento
donde haya conflicto y guerra
y lograr que en este mundo reine el amor y
la equidad.
Danos un corazón tan grande como el de
Jesús,
que nos abramos generosamente a toda la
humanidad
y nos sintamos de verdad fraternidad,
hermanos de todos nuestros hermanos.
Vamos a rezarte ahora la oración que nos
enseñó Jesús
y te invocaremos como Padre,
Padre nuestro y de todos, sin excluir a
nadie.
Queremos rendirte, Señor,
un permanente homenaje de gratitud.
AMÉN.
Canto de acción de gracias
HOY, SEÑOR, TE DAMOS GRACIAS
HOY, SEÑOR, TE DAMOS GRACIAS
POR LA VIDA, LA TIERRA Y EL SOL.
HOY, SEÑOR, QUEREMOS CANTAR
LAS GRANDEZAS DE TU AMOR.
1. Gracias, Padre, mi vida es tu vida,
tus manos amasan mi barro,
mi alma es tu aliento divino,
tu sonrisa en mis ojos está.
2. Gracias, Padre, tú guías mis pasos,
tú eres la luz y el camino,
conduces a ti mi destino,
como llevas los ríos al mar.
3. Gracias, Padre, me hiciste a tu imagen
y quieres que siga tu ejemplo,
brindando mi amor al hermano,
construyendo un mundo de paz.
DESPEDIDA
Padrenuestro
Padre Dios, Dios Padre,
Padre de todos nosotros, bendito seas.
Deseamos que la humanidad entera
te reconozca como Dios y te quiera como
Padre.
Ven a reinar en nosotros.
Queremos construir un mundo nuevo, justo y
solidario,
donde no haya pobres ni marginados,
en el que nos ayudemos unos a otros,
sin esperar nada a cambio.
Preferimos hacer tu voluntad antes que la
nuestra.
Te prometemos compartir nuestro propio pan
y luchar por un mejor reparto de tus bienes
en el mundo entero.
No tengas en cuenta nuestros egoísmos.
Queremos perdonar de corazón
a quienes puedan tratar de ofendernos.
Danos tu fuerza, tu aliento, tu espíritu,
para que te seamos siempre fieles,
para que nunca nos apartemos del camino del
bien
y luchemos cada día
para que se haga realidad la utopía de tu
reino.
AMÉN.
Mensaje de paz
Hermanas, hermanos:
esta celebración ha terminado.
Demos gracias a Dios.
Deseémonos la paz cada día y obremos la paz.
Que reine la paz en el mundo
y en todos nosotros. Amén.