Oraciones
para la
eucaristía
ENTRAÑAS DE COMPASIÓN
Acción de gracias
Te dirigimos, Padre Dios, esta humilde
oración,
en nombre de nuestra comunidad, para
agradecerte
todo lo que has hecho por nosotros.
No quisiéramos reincidir
en esas viejas y equivocadas imágenes de Ti,
que te hacen lejano, controlador,
justiciero,
que en todo caso favoreces a tus elegidos.
Nos avergüenza seguir haciéndote culpable
de todos los males que sufrimos.
Proclamamos que eres un Dios bueno,
que nos amas a todos por igual,
y creemos que nos necesitas
para erradicar los males de este mundo.
No debemos pedirte milagros, no eres Dios de
rogativas,
los problemas de la gente son cosa nuestra.
Bendito sea tu nombre, Señor.
Gracias por la vida,
gracias por vivir en todos los seres
humanos.
Nos alegra el alma decir en tu honor este
himno de gloria.
.
Memorial de la Cena del Señor
Gracias, una vez más, Padre,
por haberte manifestado en Jesús de Nazaret,
que pasó por este mundo haciendo el bien
y haciéndolo todo bien.
Es tu humana encarnación,
por eso, conociéndole, te conocemos a Ti,
siguiéndole, hacemos causa común contigo
para la implantación de tu Reino.
Asumimos el fuerte compromiso de imitarle,
aunque nos lo ha puesto difícil.
A Jesús lo vemos siempre liberando de
ataduras
a los que se le acercan,
ayudando a los más necesitados,
interesándose por los pobres y oprimidos,
conviviendo con todos, sin acepción de
personas,
valorando el corazón de cuantos se le
acercan,
predicando la supremacía del hombre frente a
la norma
y frente a la tradición.
Jesús no se arredró ante las amenazas
y siguió adelante con su misión.
Invocación al Espíritu de Dios
Este es el buen testimonio de la vida de
Jesús.
Envíanos tu Espíritu, Padre, para poder
vivir como él.
Hemos llenado este mundo de calamidades,
tenemos que aceptarlo,
nuestro primer deber es abrir los ojos
y no mirar para otro lado.
Hacemos guetos de marginados,
cuando no los expulsamos del país.
Cerca y lejos, en todas partes,
muchos hermanos están pasando hambre.
No podemos contentarnos, Dios y Padre
nuestro,
con rezarte cada domingo.
Tenemos que apoyar la paz y el entendimiento
donde haya conflicto y guerra,
Tenemos que provocar la alegría y sembrar
esperanza,
solucionando los problemas reales
de los que sufren injusticias y pobreza.
Haz que se nos conmueva el alma,
que nos salga de dentro ayudarles.
Te damos gracias, Señor,
porque inspiras y motivas a mucha buena
gente
que luchan por tu Reino en parroquias,
misiones y ONGs.
Anímalos, que no se sientan cansados y no
desfallezcan.
Unidos a la gran comunidad universal
que desea y espera un mundo más justo y
solidario,
brindamos en la esperanza de hacerlo posible
entre todos.
Por Jesús tu hijo y hermano nuestro.
AMÉN.
Rafael Calvo Beca
MANOS NUEVAS
Vengo a tu casa y taller
de artesano y alfarero
en busca de unas manos
nuevas.
Éstas que tengo y ves ya
no sirven
para lo que Tú me
sugieres y propones
ni para lo que yo siento
y te prometo.
Quiero saber si pasando
por tu casa y taller
puedo recuperar la
movilidad de mis dedos
y el tacto y
sensibilidad tan necesarios en todo tiempo.
Quiero saber si puedo
empezar otra vez,
trabajar otra vez con
mis manos y dedos
abrazar, acariciar,
acoger... otra vez.
Quiero tocar, como Tú
tocaste y tocas,
las personas, los
cuerpos, los leprosos,
las raíces, las rosas,
los surcos,
las campanas, los
rostros y los sueños...
Quiero que mis manos
sirvan para recrear
la madera, los metales,
la tierra, los corazones;
para construir casas, jardines, caminos,
fuentes,
y pulsar las teclas que
despiertan y crean melodía.
Pero, sobre todo, quiero
tener manos sensibles
al viento y al polvo del
sello triturado
de nuestra pobre
eternidad terrestre.
Y éstas que tengo y ves,
Padre,
ya no me sirven.
Dame unas manos nuevas,
Alfarero
de mis brazos y mis
sueños.
Florentino Ulibarri