Oraciones
para la
eucaristía
Vigilia Pascual (y Domingo de Resurrección)
JESÚS VIVE
La glorificación de Jesús se dio ya en vida:
fue su total entrega.
Monición de entrada
Bienvenidos a esta celebración en la que
reconocemos a Jesús como el amigo que vive
entre nosotros y cuya luz queremos que
brille en medio de la oscuridad.
Contemplando este fuego, tomamos conciencia
de tantas luces apagadas, cuántas vidas
destruidas por la guerra, el terror y la
violencia. Y cuántas personas reducidas a
las cenizas de la nada porque ya no cuentan
para nadie.
Pero entre tanta muerte y fracaso emerge con
fuerza la luz de Jesús, simbolizada en el
cirio pascual, que nos abre horizontes de
esperanza, de vida nueva, para poder
construir un mundo distinto sobre los
cimientos de los valores del Reino.
Encendido del fuego, del cirio pascual y de
las velas.
Acción de gracias
Es justo que aclamemos tu nombre, Padre
santo,
y te bendigamos de corazón,
es lo que nos corresponde hacer
en esta fiesta de resurrección y vida.
Aunque todavía vivimos en una penumbra de
fe,
te damos gracias porque vislumbramos ya
un amplio horizonte de esperanza.
Hoy celebramos la pascua,
el paso por nuestra historia de Jesús
y cantamos gozosos el aleluya.
Creemos que él sigue viviendo en Ti,
de igual forma que Tú, su Padre y fuente de
vida,
viviste siempre en él.
Jesús nos ha descubierto que esta fiesta
también puede ser nuestra propia pascua de
liberación
si pasamos de nuestros egoísmos
y nos decidimos a vivir plenamente para los
hermanos.
Gracias, Padre Dios.
Por todo ello te bendecimos
y cantamos en tu honor este himno de
alegría.
Memorial de la Cena del Señor
Padre nuestro que vives en Jesús y en todos
nosotros,
a la luz de los acontecimientos que
celebramos,
recordamos las palabras de Jesús a Nicodemo:
“hay que nacer de nuevo”.
Las hizo realidad en su persona:
murió como el grano de trigo muere,
pero pervivió, sigue viviendo,
en el nuevo tallo germinado.
Ha llegado la hora de que se manifieste
la gloria de tu hijo Jesús,
de que proclamemos agradecidos
su empeño personal por darte a conocer tal
como eres
y su lucha por la implantación de tu reino
en el mundo.
Nuestro gozo y nuestra alabanza
surgen espontáneamente al descubrir a Jesús
y al conocer la buena esperanza que nos
trajo:
que es posible un nuevo mundo
donde reinen la justicia y el amor.
No tuvo apego a su propia vida
y le costó la muerte en cruz.
Pero no fue en balde,
porque los frutos de su mensaje
revolucionario
aún perduran, están vivos,
y seguirán multiplicándose a través de los
siglos.
Recordamos y prometemos imitar su entrega
total
y sellamos nuestro compromiso de seguirle de
por vida.
Invocación al Espíritu de Dios
Padre de bondad infinita,
bendícenos, ya que somos tus hijos,
y derrama tu Espíritu sobre nosotros
para que comprendamos
que la Vida de la que gozó Jesús
antes y después de su muerte,
es la misma Vida que podemos tener nosotros
si morimos al egoísmo
y nacemos al verdadero amor a los demás,
si muriendo en el día a día a todo lo
terreno,
nacemos también en el día a día a lo divino.
Sabemos que de esta forma
nuestro único horizonte será la Vida.
Te pedimos por todos los que integramos
nuestra Iglesia
para que seamos encarnación viva
de la buena noticia de Jesús.
En la esperanza renovada de reencontrarnos
en Ti
con todos nuestros amigos y familiares
difuntos,
brindamos en tu honor, en compañía de Jesús,
como queremos hacer por toda la eternidad.
AMÉN.
Rafael Calvo Beca