Oraciones
para la
eucaristía
5º
domingo de PASCUA
ANÁFORA
EL AMOR QUE NOS UNE
Acción de gracias
Es justo reconocer, Padre de bondad, que
vivimos
rodeados de muestras permanentes de tu amor.
Gracias, Padre bueno, por ser como eres,
por tu infinita paciencia, porque no eres
justiciero,
sino comprensivo con los fallos de todos.
Tu hijo y hermano nuestro, Jesús, es tu
mejor imagen,
la que nos muestra tu amor inmenso a los
hombres.
Queremos imitarle y poner amor en todos
nuestros actos.
Tenemos que dar testimonio como discípulos
de Jesús
y reflejar el amor que llevamos dentro aun
sin saberlo.
Querríamos intuir tu amplitud de miras,
Padre Dios,
y asimilar el mensaje liberador de Jesús.
Unidos de corazón a todos tus hijos,
nuestros hermanos,
cristianos, musulmanes, judíos, creyentes y
no creyentes,
elevamos a ti este himno de acción de
gracias y alabanza.
Memorial de la Cena del Señor
Permanece entre nosotros la buena noticia de
Jesús,
que cambió nuestras mentes,
nuestras viejas religiones,
con un solo y sencillo mandamiento,
el del amor fraterno.
Tenemos un sueño.
Soñamos en la felicidad de todos los seres
humanos,
soñamos en un mundo ideal, justo y
solidario,
al que Jesús llamó tu Reino.
Soñamos en realizar el sueño de tu Hijo:
que nos amáramos los unos a los otros,
como hermanos, como amigos,
como él hizo en su vida.
Correspondió a tu amor, Padre Dios,
dedicando su vida a hacer felices a los
demás.
Recordamos ahora, como él nos pidió,
su entrega hasta el final por la causa del
Reino.
Invocación al Espíritu de Dios
Dios y Padre nuestro, tu hijo Jesús nos ha
enseñado
que igual que Tú nos amas, igual que él nos
amó,
debemos amar a todos los seres humanos
y empeñarnos en lograr su felicidad.
Jesús comprobó nuestra debilidad y egoísmo
natural,
por eso nos dejó tu Espíritu, capaz de
conducirnos
a la plenitud para la que nos has creado.
Creemos en la fuerza de la palabra de Jesús.
Si nos mantenemos en tu amor, tendremos vida
y alegría.
Te pedimos ahora por nuestra Iglesia
católica,
para que abramos el corazón a todo pueblo
que te invoque
desde cualquier cultura y religión
y nos unamos todos en hacer realidad un
mundo mejor.
Padre santo, brindamos en tu honor,
en el recuerdo de la entrega y el amor de tu
hijo Jesús.
Por él y con él, queremos bendecirte por
toda la eternidad.
AMÉN.
Rafael Calvo
LA PODA
La poda es algo muy frecuente en el campo.
Campesinos y hortelanos son diestros en
ella.
Incluso en la ciudad,
los amantes de los árboles y de las plantas
las podan en tiempos señalados.
Obtienen así ejemplares más bellos, más
fuertes, más sanos...
Pero con ser una operación tan corriente,
necesaria y positiva,
nos resulta una energía extraña,
cuando no una anti-energía o muerte.
Sin embargo, la poda es ley de vida y
crecimiento
de las plantas,... de las personas y de los
grupos.
Controla, encauza y orienta las fuerzas;
impide la dispersión, da nuevas energías.
Nos hace crecer y ser nosotros mismos.
Nos poda el Padre, eso dices Tú.
Poda a los que dan fruto, para que den más.
Nos poda a los que bien nos quiere.
Nos corta las alas de la soberbia y de la
comodidad
que nos impiden dar fruto y malgastan
energía.
¡Corta brotes "naturales", que parecen ser
expresión de vida,
para que demos más y mejor fruto!
Nos podan los amigos, el grupo, la
comunidad,
a través de relaciones claras y fraternales;
a través de la ayuda, la crítica y la
exigencia.
Nos podan cuando ponen en crisis
nuestro estilo de vida y escala de valores;
cuando nos hacen afrontar las incoherencias
y zonas oscuras de nuestro ser.
Algunos se podan a sí mismos para dar más
fruto.
Saben decir no a ciertas cosas.
Saben renunciar a bienes positivos y
objetivos dignos
para conseguir bienes mayores y tesoros
escondidos.
¡Dichosos esos hombres y mujeres!
Dichosos los que viven con ellos, porque
participan de su fruto.
La mayoría de las podas vienen sin
buscarlas.
Las trae la vida cuando menos lo esperas;
son podas involuntarias, imprevistas, a
veces duras y dolorosas,
y no siempre las aceptamos como algo
positivo.
Involuntaria o voluntaria
a tiempo o a destiempo,
asumida o rechazada,
la poda es el secreto
de las personas que se han hecho fuertes,
de los hombres y las mujeres que dan fruto,
de quienes tienen vida.
¡Pódanos, Señor!
¡Pódame, Señor!
Florentino Ulibarri