Oraciones
para la
eucaristía
PADRE
NUESTRO
(DOMINGO
29
TO)
ANÁFORA
Nos atrevemos, Señor, a dirigirte esta oración
con la humildad a la que nos obliga reconocer
quiénes somos,
y con la confianza que nos da saber que eres
nuestro Padre.
Un día más, también hoy, queremos invocar y
bendecir tu nombre
y agradecerte tu presencia en nosotros.
Gracias, Padre Dios, por la vida, por la nuestra
y la de todos los demás.
Nos duele darnos cuenta del poco caso que
habitualmente te hacemos.
Querríamos que fueras centro constante de
nuestra atención,
y responder con nuestro frágil cariño a tu
infinito amor.
Queremos proclamar ahora ante el mundo entero
que eres bueno,
para que todos sepan que eres santo y nuestro
Dios,
que eres santo y Señor de la tierra,
que nos acompañas siempre y estás presente,
Padre santo,
en nuestras luchas y afanes por la implantación
de tu Reino.
Santo, santo…
Te damos las gracias porque te has revelado como
Padre en Jesús,
tu hijo más querido, nuestro mejor guía para
llegar hasta ti.
Hemos optado por Jesús, porque tiene palabras de
vida eterna,
porque nos convence y entusiasma el mensaje del
evangelio,
la buena noticia de que es posible otro mundo
más humano,
la noticia liberadora que pone al hombre por
encima del sábado.
Queremos seguir a Jesús y junto a él, y con el
apoyo de toda la comunidad,
nos proponemos ganar la batalla
de hacer que todos vivan dignamente y libres de
toda opresión.
Reunidos en torno a esta mesa nos disponemos a
recibir pan y vino,
y el compromiso de hacerlos extensivos a los
excluidos de este mundo.
El Señor Jesús, la noche en que iban a
entregarlo, cogió un pan,
dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa,
diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi
sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria
mía».
Sabemos y proclamamos, Padre Dios,
que tu hijo Jesús vivió hasta sus últimas
consecuencias
el espíritu de esa oración del padrenuestro que
nos enseñó a rezar.
Por eso, queremos decirte hoy, más
conscientemente, Padre nuestro.
Y que este “nuestro” no sea excluyente ni
elitista,
sino que integre también a quienes viven sumidos
en total abandono,
mientras que nos comprometemos a cuidar de ellos
como hermanos.
Deseamos que en todas las lenguas del mundo sea
respetado tu nombre,
cualquiera que sea el nombre con el que te
invoquen.
Queremos hacer juntos una tierra que no explote
a nadie y a todos alimente
y que de esta forma se haga realidad tu reino
soñado
y se cumpla entre nosotros tu voluntad.
Revoluciona nuestra manera de ser y hacer
y que aprendamos de una vez a compartir nuestra
casa y nuestro pan
con quien está a nuestro alcance y sufre
necesidad y pasa hambre.
Como tú de antemano nos perdonas,
no queremos tampoco sentirnos ofendidos por
ningún hermano.
Encauza nuestras energías por el camino del
bien,
y líbranos, Padre, a nosotros y a todos, de todo
mal, de toda injusticia.
Por Jesús, y en su compañía, queremos bendecirte
por siempre.
AMÉN.
Rafael Calvo Beca
PRINCIPIO
Alrededor de tu mesa
estamos, Padre, tus hijos,
pecadores,
comprendidos, invitados.
Gracias por la
invitación,
gracias, Padre
porque nos quieres, nos cuidas y nos
alimentas.
Por Jesús, tu hijo,
nuestro Señor.
OFRENDA
Este pan y este vino
es nuestra vida, Padre.
La ponemos en tu
mesa deseando que sea,
como la de Jesús,
alimento para nuestros hermanos.
Por el mismo Jesús,
tu hijo, nuestro Señor.
DESPEDIDA
Gracias Padre por el
Pan y la Palabra;
al despedirnos te
pedimos que Jesús sea para nosotros
la única Palabra, el
único Pan.
Por el mismo Jesús,
tu hijo, nuestro Señor.
José Enrique Galarreta
PULSO A TU MISERICORDIA
Señor:
demasiados interrogantes,
dudas y oscuridades;
a veces, demasiados golpes,
heridas y fracasos,
como para no protestar
y plantearte pleito.
Me enfado y quejo,
te reprocho, te increpo
y levanto la voz,
te acuso de ambiguo y tramposo
y me enfrento a ti sin autocensura,
mantengo el pleito.
Y Tú, no te incomodas
ni te impacientas,
ni rompes los lazos de seducción y amor
que un día forjaste;
toleras nuestras impertinencias
aunque se repitan.
Pero no sé si te ríes
o eres todo misericordia
rompiendo nuestros esquemas.
Quizá te agrade nuestra libertad,
frescura y rebeldía,
y temas más el silencio
y la incomunicación de tus hijos
que nuestros cuestionamientos
y salidas de tono.
Sabes que este pulso sucede,
aunque no lo parezca,
en nuestro huerto y bodega;
y que es reflejo de nuestra trayectoria
vital
que se asemeja a un arco de tiro
que, al tensarse, une los dos extremos
con los que juega y se manifiesta.
Cuanto más nos tensamos,
más juntos están en nosotros
la rebeldía y la confianza,
la protesta y la obediencia,
el grito y el abrazo,
el no y el amén;
y más veloz sale la flecha
con los anhelos más cálidos y vivos,
dejando las cañadas oscuras,
hacia la tierra prometida
y el regazo de quien le da acogida.
Y después de tantas quejas y protestas,
o en medio de ellas,
la única respuesta que descubrimos
está ya tatuada en la historia
y en la Buena Noticia:
Si tenéis fe,
¡cómo no voy a hacer justicia!
Florentino Ulibarri