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LA EUCARISTÍA CRISTIANA

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Comienzo una aventura cuyo final casi desconozco. Tardaremos en llegar. No se ni cuándo llegaremos, ni hasta dónde llegaremos. Es decir, me meto en un lío. Se ruega comprensión, abróchense los cinturones, y no se muevan de sus asientos. Si al final del trayecto, no les convence el viaje ni la estación término, vuelvan al lugar de procedencia.

Hablaba yo, en Madrid, con una persona culta y entregada a los demás, que forma parte de una comunidad de base. Se me ocurrió proponer como tema de algunas charlas o convivencias, la liturgia. En principio me sorprendió la reacción: "¿tu crees que le puede interesar a alguien la liturgia?"

Cuando comenzó el Concilio Vaticano II, fui yo el sorprendido y casi me indignó que el primer tema, el primer "esquema" a estudiar fuese La liturgia. El mundo se partía en pedazos, Sudamérica hervía de hambre y revolución, África sangraba de Norte a Sur, vivíamos a espaldas de todo Oriente: China, la India... Europa respiraba asco de anemia, harta de clérigos con sotana, con una suma teológica que ya ni ellos entendían, ni aportaba nada creíble a la vida. Y se reúne un concilio para hablar de liturgia.

"Sacrosanctum Concilium". Así se llamó la primera criatura: se trataba de la liturgia. A todos nos gustó. Se empezó a hablar, en las misas, la lengua de cada país. El sacerdote dejó de darnos la espalda. Empezábamos a darnos la paz. La comunidad de hermanos se constituyó, teóricamente, como el centro del culto divino, etc.

¡La Iglesia se había renovado! .Costó mucho abandonar el latín. Algunos padres del Concilio, hoy muertos la mayoría, temblaron: temían que ese destape del culto y liturgia traería males. (Y todavía lo piensan, no sólo aquellos santos padres conciliares sino algunos piadosos seglares nostálgicos. Es curioso que el autodenominado ateo, Jiménez Losantos haya pedido para su muerte una misa en latín.). Aquella decisión conciliar produjo divisiones y separaciones heréticas.

Hoy somos muchos los que pensamos que el Concilio sólo dio pasos de estética. Algo parecido a una liposucción que, a la larga se mostró muy insuficiente.

Con Jesús, la eucaristía es una comida de familia para celebrar: a) que nuestro Dios ha sido Padre, es Padre y nos espera como Padre; b) que nos ha dado a Jesús y con Él da sentido al mundo y a la historia; y c) celebrar la fraternidad compartida.

Sin Jesús, todas las religiones, incluida la judía, partían y siguen con el enfoque de las dos esferas, dos ámbitos: el mundo de lo sagrado y el mundo de lo profano. Sin embargo, en Jesús se funden divinidad y humanidad, sagrado y profano, cielo y tierra, Dios y hombre. Es un cambio tan radical que aún no ha calado ni en el pueblo ni en los jerarcas. La eucaristía sigue siendo no sólo la victima sino el exponente de este desenfoque pagano de dividir el mundo en profano y sagrado.

Con Jesús, cayó el andamiaje de altares, sacerdotes, ritos, liturgias, sacrificios. Dios, nuestro Padre no está en los altares, ni en los templos, ni en oratorios reservados, ni en montes sagrados, ni en grutas mágicas.

Con Jesús no es válida la afirmación, de los especialistas en religiones, que llegaron a la conclusión de que "el hombre entra en conocimiento de lo sagrado cuando lo sagrado se manifiesta como diferente de lo profano". Eso pudo ser antes de que llegara la plenitud de los tiempos, ese tiempo en el que la "Palabra" del Padre se tradujo al lenguaje humano, acampada entre nosotros: Jesús. Lo sagrado se hizo profano, o en lo profano se reveló lo sagrado.

Antes, lo "sagrado" era lo "separado". Lo sagrado necesitaba un espacio sagrado: el templo; una persona sagrada: el sacerdote; unos utensilios sagrados; unos ropajes sagrados; un tiempo sagrado, un lenguaje sagrado. Para entrar en contacto con lo sagrado era imprescindible ausentarse de lo profano, purificarse de lo profano, distanciarse de la vida vulgar y cotidiana. Lo sagrado era algo al margen de lo profano.

El Concilio Vaticano II, ¡ya tan antiguo! llegó a decir, - siguiendo a Santo Tomás - que la "eucaristía era una acción sagrada por excelencia". Si esto es así, la eucaristía pertenece a un nivel distinto del nivel de la vida. Desde ese punto de vista la eucaristía sigue situada en nivel de lo sagrado, separada de la vulgaridad profana del día a día.

Y si la eucaristía pertenece a un "orden sagrado por excelencia" el hombre tiene que hacer un paréntesis en su vida profana en la que trabaja, ama, sufre, para poder entrar, con otra cara, lavado y purificado, en el mundo sagrado, distinto y superior.

He ahí una razón por la que la vida sacramental y litúrgica, y en concreto la eucarística está tan lejos de la vida real. La eucaristía no soluciona conflictos personales ni familiares, ni guerras, ni abismos entre hambres y riquezas. La eucaristía es, hoy día, un artículo decorativo adosado a la vida profana de la cristiandad. Lo sagrado va por un camino, y lo profano sigue su cuenca.

José María Castillo pregunta: ¿es la eucaristía un ceremonial sagrado, separado y ausente de la vida, o es un símbolo secular y connatural a la experiencia humana?

Es evidente que ese acto profano de reunirse unos creyentes, alrededor de una mesa para comer y beber juntos, se siente invadido por Alguien muy sagrado. Allí reunidos, creen y viven la presencia de Jesús y con Jesús está el Padre.

Esto no lo discutimos ni lo discutiremos los creyentes. Algo tan profano como el comer juntos se ve transcendido por el Padre en Jesús.

Lo que discutimos y negamos es que eso sagrado lo proporcione el lugar, o unos ritos, o unas personas con poderes sagrados, o unos reglamentos, o unos objetos con algún tipo de poder o brujería que nos traigan lo sagrado "ex opere operato". Es decir, por un mecanismo proporcionado por alguna extraña autoridad.

La eucaristía es una acción profana, vulgar, de la vida de los hombres, vivida en nombre de Jesús. Y con Jesús en medio, esa mesa se convierte en la mesa sagrada de los hermanos de un mundo nuevo.

No son los ritos, ni el lugar, ni ropajes extraños, ni personas sagradas, ni palabras mágicas las que convierten lo profano en sagrado.

De todo esto quiero escribir en adelante. Cómo empezó eso de la eucaristía. Cómo se fue transformando. Formamos un eslabón de una larga historia. A veces, de tan sagrada se hizo pagana. A veces, de tan pagana se convirtió en farándula. Y es importante la eucaristía. Ella hace a los cristianos. Ella es imagen de la iglesia y anuncio del Reino. Es fábrica de hermanos. Somos herederos de una historia, que hay que conocer.

Para esta introducción al tema he repasado un librito de José María Castillo que recomiendo a todos los que quieran profundizar en lo dicho aquí: EUCARISTÍA Y VIDA, HOY. Editado por la Fundación Santa María.

 

Luís Alemán

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