Griegos y romanos no podían aceptar un rebelde judío y crucificado pero sí a un Dios y eso es lo que les dieron. Constantino y Teodosio el Grande lo entendieron muy bien.
Griegos y romanos no podían aceptar un rebelde judío y crucificado pero sí a un Dios y eso es lo que les dieron. Constantino y Teodosio el Grande lo entendieron muy bien.