col salome

La letra pertenece a un himno de vísperas de estos días y me invita a pedir calor en el corazón, aprender a descalzarme ante la tierra sagrada de los demás y confiar, porque los tiempos de Dios no son los míos y en sus manos no soy "higuera seca".

 

 

Himno de vísperas


LIBRA MIS OJOS DE LA MUERTE

DALES LA LUZ QUE ES SU DESTINO

YO, COMO EL CIEGO DEL CAMINO

PIDO UN MILAGRO PARA VERTE

HAZ DE ESTA PIEDRA DE MIS MANOS

UNA HERRAMIENTA CONSTRUCTIVA

CURA SU FIEBRE POSESIVA

Y ÁBRELA AL BIEN DE MIS HERMANOS

QUE YO COMPRENDA, SEÑOR MÍO

AL QUE SE QUEJA Y RETROCEDE

QUE EL CORAZÓN NO SE ME QUEDE

DESENTENDIDAMENTE FRÍO

GUARDA MI FE DEL ENEMIGO

¡TANTOS ME DICEN QUE ESTÁS MUERTO!

TÚ QUE CONOCES EL DESIERTO

DAME TU MANO Y VEN CONMIGO.

 

A veces, encuentro algún texto que me toca de un modo especial, se convierte en oración y rumor dentro de mí, y en ocasiones, acaba teniendo música, porque de este modo, me llevo puesto ese "tarareo" interior en un intento de ser siempre consciente, como el protagonista del "Peregrino ruso" de Quién me habita. Este es el caso de este himno de vísperas que pertenece a la liturgia de las horas. Hay dos palabras que en este texto se me clavan sin remedio "DESENTENDIDAMENTE FRÍO". Cuando las leí, me parecieron tremendas, y aún más tremendo, saberme capaz de ello:  de desentenderme, de apartar la mirada fríamente y sin mirar atrás, de pasar de largo... y no quiero... no quiero desentenderme... por eso,  esta es mi oración cuando lo canto o lo escucho:


Cámbiame la mirada Señor, que sepa mirar por tus ojos. Que sepa verte aquí mismo, en lo pequeño, en lo cotidiano, lo que no parece importante, lo que pasa desapercibido.

Que mis manos sólo ayuden. Que no separen, que no destruyan ni humillen. Que sólo sirvan para dar, que no acumulen ni acaparen, que mirando con tus ojos entienda por fin que todo es de todos, que todo me es regalado y no soy dueña de nada, ni de nadie.

Porque siento que sin Ti, no puedo, porque necesito tu luz, caliéntame el corazón, no dejes que se vuelva piedra, para que sepa ponerme en el lugar de los otros, descalzarme  en la tierra sagrada de sus miedos, sus heridas... para que sepa esperar sin juzgar, sin ira, con paciencia, tiempo y amor, como Tú haces conmigo.

Que sepa verte, sí. Cámbiame la mirada. Que escuche la voz de mi alma que se sabe completa sólo en Ti, que no escuche a mis miedos, a mi impaciencia, a mi necesidad de "eficacia", de ver ya los frutos, a mi propia "justicia" que nada tiene que ver con la tuya.

Caminas junto a nosotros, conoces el desierto, la tentación, la sed, el miedo pero también la confianza, el Amor y la Luz. Que sepa compartir la paz que eres en mí, para que ésta crezca y podamos todos vivir en ella.

 

Salomé Arricibita

 


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