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En entrevista con Humanizar, el sacerdote y escritor Pablo d'Ors, que participó recientemente en las XIX Jornadas de Familia y Cuidados Paliativos organizadas por el Centro de Humanización de la Salud y el Centro Asistencial San Camilo, invita a "sonreír ante las dificultades, sean de la índole que sean" porque, en su opinión, "es la manera de no agravarlas y de empezar a transitarlas”

Escribió [el libro] Sendino se muere, tras su experiencia acompañando espiritualmente a enfermos y personas al final de vida en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid. ¿Qué aprendió de ellos?

Que nadie muere como no ha vivido y que, si nos da miedo la muerte, es porque sentimos que no hemos vivido como deberíamos. En eso se podría concentrar lo esencial.

Dice en su libro Biografía del silencio que sólo sufrimos porque pensamos que las cosas deberían ser de otra manera y en cuanto abandonamos esta pretensión dejamos de sufrir. ¿Cómo hacerlo?

El camino para la liberación del sufrimiento es el que recorre la espiritualidad. Es un camino normalmente largo y escarpado, pero hermoso. Tiene una dimensión devocional, con la que suele comenzarse, aunque no es imprescindible; una dimensión cognitiva, de integración de conocimientos que dan sabiduría; y una dimensión contemplativa, pues en última instancia ver y ser es lo mismo.

¿Se puede sonreír ante el dolor? ¿Y cultivar la esperanza?

Se puede y se debe. Sonreír ante las dificultades, sean de la índole que sean, es la manera de no agravarlas y de empezar a transitarlas. Cultivar la esperanza, por otra parte, es mi ocupación principal. Confiar en que mañana será mejor no es legítimo más que poniendo amor en el presente. Eso es lo que procuro día a día, ahora mismo en esta entrevista, por ejemplo.

Para usted la vida es una peregrinación y la meditación un camino para recorrerla, desde la ética de la atención y del cuidado. ¿Es una forma de madurez al alcance de cualquier persona?

Al alcance de todos los que tengan las necesidades básicas cubiertas, puesto que nadie busca la paz si lo que tiene es hambre; y al alcance de todos los que no tengan trastornos psíquicos serios, pues de ser así, la meditación podría ser improcedente y hasta peligrosa.

Afirma constatar cómo conseguimos grandes cambios en la quietud más absoluta “porque no es sólo que el silencio sea curativo, también lo es la quietud”. Parece paradójico en una actualidad tan ruidosa y dinámica.

Todo lo real es contradictorio. Esta frase es de mi admirada Simone Weil, y la comparto. Nada nos cambia tanto, y en consecuencia cambia el mundo, como estarnos quietos y en silencio. Comprendo que parezca una broma, pero es así. ¿Por qué? Porque ningún cambio exterior es sólido si no va precedido de uno interior. El problema siempre está en el corazón del ser humano, no fuera.

En un mundo marcado por la velocidad, la inmediatez, la fugacidad, la imagen, las redes sociales, la inteligencia artificial, lo virtual… ¿La distracción es el mayor pecado o es el autoengaño?

Porque estamos distraídos, estamos engañados. Sí, vivimos, o la mayoría vive, en una ilusión. Creer que lo que vemos y sentimos es lo que el mundo es sería lo mismo, a mi parecer, que creer que el mundo es lo que sale en la pantalla de tu móvil cuando pinchas en Google. Estamos atrapados en la mente. La consciencia es lo que somos.

Completó las trilogías sobre el Fracaso, la Ilusión, el Silencio y el Entusiasmo ¿Son ingredientes imprescindibles para el ser humano?

Con este itinerario literario he intentado exponer, modesta pero elocuentemente, el recorrido de las almas en su peregrinaje por este mundo: la trilogía del fracaso (perversión), la de la ilusión (confusión), la del silencio (purificación) y la del entusiasmo (iluminación).

Estoy por tatuarme su frase “mientras el hombre tenga preguntas que hacerse, tiene todavía salvación”, aunque confieso que lo que más me gusta es encontrar respuestas. Gracias por las suyas.

¡Anímese, tatúesela! Lo que quiero decir es que mientras estemos buscando, hay posibilidad de encontrar; que el problema es clausurar toda búsqueda y pactar con la mediocridad. La mejor respuesta, siempre lo digo, es la convivencia serena y alegre con las preguntas. Cuando lo consigues, descubres que las preguntas son las respuestas que andas buscando. La verdad: una maravilla.

 

Pablo d'Ors

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