María se puso en camino, fue aprisa a la montaña y saludó a Isabel.
El Rey Salvador no va a ser un rey como David, aunque Miqueas aún no lo sabe. Por eso Jesús será una Buena Noticia, una novedad estupenda.
Dios no quiere sacrificios ni oblaciones, ni siquiera la muerte sangrienta de Jesús. Su oblación fue su vida entera, entregada al Reino. Y así ha de ser la nuestra.