Esperanza ante la crisis
“Eutsi
berrituz”, movimiento renovador de cristianas y
cristianos de Gipuzkoa, nos convoca a una mañana de
reflexión y oración para el próximo sábado 28 de abril
en el Colegio Santa Teresa. “La esperanza nos sostiene
en la crisis”, reza el lema de la jornada.
La crisis. El panorama
es desolador: espantosas cifras de paro, recesión
económica, préstamos que solo sirven para pagar
intereses de préstamos anteriores, espiral del desastre.
Dramas personales, dramas familiares, dramas de pueblos
y de estados enteros. Bajan los salarios, pero suben los
precios. Se abarata el despido, pero no se crean
empleos. Quieren activar la economía empobreciendo a la
gente. ¿Se ha vuelto loca esta economía?
Crece la
desolación.
Crecen el miedo y la incertidumbre. Nadie sabe dónde
parará todo esto, o tal vez alguien lo sabe y nos
oculta, y esto nos asusta más todavía. Nos asusta y nos
indigna. El temor es bueno, si no paraliza. Es buena
también la indignación, pero no basta. Hemos de pasar
del temor y de la indignación al compromiso inteligente
y solidario. Y solo la esperanza lo hará posible.
Cuando, ante esta
crisis, el aliento se nos corta y el desánimo cunde, es
bueno que nos juntemos para recobrar el aliento, para
reanimar la esperanza. Para respirar, inspirar, esperar.
Sí, “la esperanza nos sostiene en la crisis”. Sin
esperanza, no podremos seguir adelante.
La esperanza nada tiene
que ver con “esperar que la situación mejore”: esperar
sentados. La esperanza tampoco tiene nada que ver con
“esperar que Dios vendrá en nuestra ayuda, cuando Él lo
quiera”. Dios es el corazón de todas las criaturas
amenazadas por la crisis, y necesita ser ayudado. Dios
es el ánimo, el alma, el respiro que alienta en todos
los seres, y necesita ser liberado. Esperar es hacer
nuestro el aliento divino y espirarlo como una brisa,
como un viento que transforma el mundo. Ayudaremos a
Dios.
Esperar es abrir los
ojos y ver la realidad como es, y exigir que nos digan
la verdad de esta crisis. Hablan de “ajustes” –divisa
sagrada–, pero tienen muy poco de justo. Son puros y
duros “recortes”, y hay que preguntarse: ¿quién los
impone y para qué? ¿A quién benefician? Seguro que los
que imponen recortes no los padecen.
Esperar es abrir los
labios y tomar la palabra, y denunciar cuando hace
falta. La vida está cada vez más cara, pero vale cada
vez menos. ¿Qué vale la vida de un parado, de un
desahuciado o de un trabajador que gana 600 euros para
la familia? En Grecia se cuentan por millares los
hombres y las mujeres que se han suicidado a causa de la
crisis, y pronto serán muchos más, mucho más cerca. La
Goldman Sachs, el Morgan
Stanley, la Deutsche Bank…, la agencia Moody’s y todos
los especuladores ¿no son los responsables de tanta
muerte?
Esperar es
creer que es posible transformar este sistema perverso,
y querer transformarlo, movilizarnos coordinadamente
para que la economía deje de ser el oficio siniestro de
ganar más, y pase a ser el arte de distribuir con
justicia los frutos santos de la tierra de todos.
Estamos
dispuestos a que nos bajen los salarios y nos suban los
impuestos, pero no para que los grandes bancos ganen más
todavía. Estamos dispuestos a dar de lo que tenemos,
pero no a los que ya tienen demasiado, sino a los que no
tienen para vivir. Hagamos como Jesús. O hagamos como
Islandia. O como Argentina con Repsol. La esperanza nos empuja.
José Arregi
Para orar. “DE VUELTA VOY”
Discretamente sordo a los agudos,
nuevas me llegan las vivencias graves:
los cantos de la paz, los llantos mudos,
el vuelo independiente de las aves,
la trama del pecado y su reverso,
la soledad de todos tan cercana,
la síntesis del mundo como un verso,
la voz de Dios más otra y más humana.
Suelta la crin y la ternura suelta,
la libertad por brida entre los dientes,
ya en la recta final, estoy de vuelta
de ciertas cabalgadas impacientes.
No he de colgar la lira ni la espada,
no negaré mi brazo a quien lo quiera,
pero se pone el sol en la calzada
y abro de par en par la antigua espera.
Pedro Casaldáliga