DIEZ MINUTOS EN SILENCIO   

                             
             

 

                             cristianos siglo veintiuno
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Diez minutos en silencio

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Salmo 38 

Vigilaré mi proceder,

para que no se me vaya la lengua;

pondré una mordaza a mi boca,

mientras la confusión esté presente.

Guardo silencio resignado,

no hablaré con ligereza.

 

Señor, dame a conocer mi fin

y cuál es la medida de mis años,

para que comprenda lo caduco que soy.

 

Me concediste un palmo de vida,

mis días son nada comparados con “tus días”.

El hombre no dura más que un soplo,

el hombre pasa como pura sombra:

por un soplo se afana,

atesora sin saber para quién ni para qué.

Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?

Tú eres mi confianza.

 

 

No es lo mismo la palabra que la lengua.

La palabra es señal de inteligencia.

La lengua puede ser el desagüe de palabras.

La lengua es como una yegua desbocada.

Domar la lengua es asignatura pendiente.

No es igual aprender lenguas que dominar tu lengua.

No es igual lenguaje que lengua.

Silencio y lengua: quien sepa conjugarlo está cerca de la madurez.