DIEZ MINUTOS EN SILENCIO   

                             
             

 

                             cristianos siglo veintiuno
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Diez minutos en silencio

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Salmo 50 

 

Mira, en la culpa nací,

pecador me concibió mi madre.

Contra ti, contra ti solo pequé.

Reconozco mi culpa,

tengo siempre presente mi pecado.

 

 

No Señor, mi madre no tuvo culpa. Tú sabes que no.

Es más, aunque mi madre hubiese sido una puta, yo estaría aquí porque tú eres la fuente de toda vida. Nunca sería un hijo de puta: sería una criatura hijo del amor.

 

La maldad es algo que encontramos al nacer. La maldad, el odio, el pecado contra los hombres. El pecado contra el Espíritu, el de la dureza de corazón y ceguera para rechazar libremente la verdad

 

Cuando nací me lo encontré ya hecho. Y me amoldé. Y lo aumenté. Pero no nací en pecado.

 

Inúndame con tu bondad.

Reconozco mi realidad.

Necesito y quiero un corazón sincero.

Renuévame por dentro con un nuevo soplo como aquel del Génesis.

Crea en mí un corazón nuevo.

Devuélveme la alegría de vivir.

¡Líbrame de tanta sangre, oh Dios,

Dios de mi vida.

La sangre no te satisface.

Si te la ofreciera, no la querrías.