DIEZ MINUTOS EN SILENCIO
Diez minutos en silencio
17
Jeremías 7, 4-11
No os hagáis ilusiones
con razones falsas, repitiendo:
«¡Templo de Yahvé, Templo de Yahvé, Templo de Yahvé es éste!»
Porque si mejoráis realmente vuestra conducta y obras, si realmente hacéis justicia mutua y no oprimís al emigrante, al huérfano y a la viuda, y no derramáis sangre inocente en este lugar, ni andáis en pos de otros dioses para vuestro mal,
entonces yo me quedaré con vosotros en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres desde siempre hasta siempre.
Pero resulta que vosotros confiáis en palabras engañosas que de nada sirven, para robar, matar, adulterar, jurar en falso, incensar a Baal y seguir a otros dioses que no conocíais.
Luego venís y os paráis ante mí en este templo donde se invoca mi Nombre y decís:
«¡Estamos salvados!»,
¿Una cueva de bandidos se os antoja que lleva mi Nombre?
¡Para mí está claro!
-oráculo de Yahvé-
El poder máximo del hombre. El más temible:
es el poder de engañarse a sí mismo.
Podríamos intentar jugar hasta con Dios.
Podríamos mentir a todos.
Podríamos crearnos un doble para pasearlo en sociedad.
Pero, antes o después, nos enfrentamos ante la verdad.
Desde nuestra verdad chirría la mentira del culto a Dios.