EVANGELIOS Y COMENTARIOS
PENTECOSTÉS
El evangelio del domingo de Pentecostés puede tomarse de tres fuentes, que son igualmente válidas para cualquiera de los tres ciclos.
La primera lectura, que se repite en los tres ciclos, es de los Hechos de los Apóstoles.
Reproducimos sus textos a continuación.
Hechos 2, 1-11
1 Mientras iba transcurriendo el día de Pentecostés seguían todos juntos reunidos con un mismo propósito. 2 De repente un ruido del cielo, como una violenta ráfaga de viento, resonó en toda la casa donde se encontraban, 3 y vieron aparecer unas lenguas como de fuego que se repartían posándose encima de cada uno de ellos. 4 Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.
5 Residían por aquel entonces en Jerusalén hombres devotos de todas las naciones que hay bajo el cielo. 6 Al producirse aquel ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. 7 Todos, desorientados y admirados, decían:
- ¿No son galileos todos esos que están hablando? 8 Entonces, ¿cómo es que nosotros, partos, medos y elamitas, los oímos hablar cada uno en nuestra propia lengua nativa?; 9 y nosotros, los residentes en Mesopotamia, en Judea y Capadocia, en el Ponto y en Asia, 10 en Frigia y Panfilia, en Egipto y en la zona de Libia que confina con Cirene, y también los forasteros, romanos 11 -tanto judíos como prosélitos-, cretenses y árabes, los oímos hablar cada uno en nuestras lenguas de las maravillas de Dios.
Primera opción
Juan 20, 19-23
19 Ya anochecido, aquel día primero de la semana, estando atrancadas las puertas del sitio donde estaban los discípulos, por miedo a los dirigentes judíos, llegó Jesús, haciéndose presente en el centro, y les dijo:
- Paz con vosotros.
20 Y dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos sintieron la alegría de ver al Señor. 21 Les dijo de nuevo:
- Paz con vosotros. Igual que el Padre me ha enviado a mí, os envío yo también a vosotros.
22 Y dicho esto sopló y les dijo:
- Recibid Espíritu Santo. 23 A quienes dejéis libres de los pecados, quedarán libres de ellos; a quienes se los imputéis, les quedarán imputados.
Segunda opción
Juan 15, 26–27
26 Cuando llegue el valedor que yo voy a mandaros recibiéndolo del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, él dará testimonio en mi favor. 27 Pero también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Juan 16, 12–15
12 Mucho me queda por deciros, pero no podéis con ello por el momento. 13 Cuando llegue él, el Espíritu de la verdad, os irá guiando en la verdad toda, porque no hablará por su cuenta, sino que os comunicará cada cosa que le digan y os interpretará lo que vaya viniendo. 14 Él manifestará mi gloria, porque, para daros la interpretación, tomará de lo mío. 15 Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso he dicho que toma de lo mío para daros la interpretación.
Tercera opción
Juan 16, 15–16
15 Si me amáis, cumpliréis los mandamientos míos; 16 yo, a mi vez, le rogaré al Padre y os dará otro valedor que esté siempre con vosotros,
Juan 16, 23–26
23 Uno que me ama cumplirá mi mensaje y mi Padre le demostrará su amor: vendremos a él y nos quedaremos a vivir con él. 24 El que no me ama no cumple mis palabras; y el mensaje que estáis oyendo no es tanto mío, como del Padre que me envió.
25 Os dejo dichas estas cosas mientras estoy con vosotros. 26 Ese valedor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre por mi medio, él os lo irá enseñando todo, recordándoos todo lo que yo os he expuesto.
Comentarios de Patxi Loidi
Con la fiesta de Pentecostés cerramos el ciclo de Pascua. Pentecostés significa cincuenta días. Los judíos celebraban en esa fecha una fiesta religiosa agraria, que se fue transformando en una conmemoración del Sinaí (donde Moisés recibió la Ley de Dios, según la tradición) y en una renovación de la Alianza de Dios. De esa conmemoración nació el relato de los Hechos.
Juan no dice nada de los cincuenta días y pone el don del Espíritu en el mismo día de Pascua (20,19-23). Lucas quiere dar relieve al don del Espíritu, y por eso lo pone separado, cincuenta días después. Además es muy pedagógico celebrar el don del Espíritu en un día distinto de Pascua.
Ambos autores coinciden en lo fundamental: que Jesús nos da el Espíritu de El y del Padre. Es la forma de su presencia entre nosotros después de la resurrección. Pascua y Pentecostés forman una unidad: Resurrección y Espíritu Santo. El Espíritu nos enseña las Escrituras, haciéndonos entender el misterio de la vida, crucifixión y resurrección de Jesús. Y nos empuja a la misión de anunciar el evangelio y transformar con él la sociedad.
Recordemos el texto programático de Jesús en Nazaret: “El Espíritu del Señor me ha ungido y me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres”. No estamos solos; el Espíritu está con nosotros, y con toda la Humanidad, empujándonos a la misión.
El don de lenguas es el carisma para hablar de Jesús, convencer y convertir a la gente. Es un don misionero. La diversidad de lenguas y el hecho de que cada uno les oiga en su propia lengua aluden a la universalidad del mensaje y al esfuerzo de adaptación de los misioneros a las diversas culturas.
Comentarios de Pedro Olalde
El primero de los evangelios dice: “Estando atrancadas las puertas del sitio donde estaban los discípulos, por miedo a los dirigentes judíos…” Los creyentes en Jesús están reunidos en una casa. Entonces, los cristianos no tenían templos. Posiblemente, están celebrando la Fracción del Pan, la Eucaristía.
“Llegó Jesús, haciéndose presente en el centro.” ¿Qué quiere decir que Jesús se les hace presente? Que los discípulos tienen la experiencia de Jesús Resucitado. Que le ven con los ojos del corazón. Que la Palabra que han recordado y comentado, haciendo memoria de Jesús, ha iluminado sus vidas y han sentido la cercanía del Resucitado. Es una experiencia inusual, y al mismo tiempo, como la que nosotros podemos tener, porque el Espíritu de Jesús, una vez muerto se ha hecho universal.
“Paz con vosotros”. La presencia, la experiencia del Resucitado ahuyenta los sentimientos negativos (miedo, desesperanza, tristeza) y da una gran paz. Los discípulos se alegran de ver a Jesús, de experimentarlo. El Espíritu Santo transforma en alegría todo lo que toca.
Juan insiste en que el Resucitado es el mismo que sufrió la pasión y muerte. Es el mismo. Por eso, presenta sus credenciales: las manos taladradas, el costado atravesado por la lanza. Viene a decir: El crucificado, el fracasado está vivo. Lo dice plásticamente, como dramatizando, pero ya sabemos que no lo interpretamos a la letra.
“Igual que el Padre me ha enviado a mí, os envío yo también a vosotros.” Sólo puede ser testigo del Señor el que tiene experiencia del Resucitado, el que le ha visto con los ojos interiores. Entonces, se siente llamado a llevar esa misma felicidad a todos los que pueda.
Creo que todos deberíamos ser mucho más osados a la hora de declararnos creyentes. Puede ser un servicio y una ayuda a los que están en búsqueda.
Eso sí, estamos llamados a ser testigos lúcidos, capaces de dar razón de nuestra esperanza. No olvidemos que existe también una forma de hablar de la fe que crea rechazo.
“A quienes dejéis libres de los pecados, quedarán libres de ellos.” Todos los cristianos tenemos poder, en el Espíritu, para perdonar los pecados. Podemos ser gente de reconciliación, con nosotros mismos, con los demás, con la naturaleza….
El ser humano es una fuerza de profundidad, siempre inquieta e inquietante, buscando siempre un centro de gravedad, donde poder equilibrarse, ajustarse y descansar. Sólo Dios puede poblar la última soledad del ser. Sólo un infinito puede saciar un pozo infinito. Relacionarse con Dios es vital, algo así como el oxígeno para los pulmones.