EVANGELIOS Y COMENTARIOS
Lucas 10, 38-42
38 Mientras iban de camino entró también él en una aldea, y una mujer de nombre Marta lo recibió en su casa.
39 Ésta tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor para escuchar sus palabras.
40 Marta, en cambio, se dispersaba en múltiples tareas. Se le plantó delante y le dijo:
- Señor, ¿no se te da nada de que mi hermana me deje sola con el servicio? Dile que me eche una mano.
41 Pero el Señor le contestó:
- Marta, Marta, andas preocupada e inquieta con tantas cosas: 42 sólo una es necesaria. Sí, María ha escogido la parte mejor, y ésa no se le quitará.
Comentarios de Patxi Loidi
Este pasaje nos recuerda que Jesús va camino de Jerusalén. Lucas no precisa en qué pueblo entró; solamente nos presenta a las dos hermanas, Marta y María, como figuras de dos polos de la vida cristiana: la acción y la oración, la acción y la contemplación.
No es una contraposición que quiera eliminar la acción o disminuir su importancia, sino que el pasaje sirve para destacar que las raíces de la acción cristiana están en la fe en Jesús, en la escucha de su palabra, en la oración con él.
Cada una de las dos hermanas representa un polo: uniendo los dos, tenemos la síntesis del verdadero seguimiento de Jesús. Con este pasaje Lucas nos introduce en el tema de la oración, que viene después.
Comentarios de Pedro Olalde
Marta es el símbolo de una gran mayoría de hombres y mujeres de nuestro tiempo, desbocados en una acción compulsiva. Sociólogos y psicólogos están totalmente de acuerdo en que el hombre moderno es un ser aturdido y estresado.
Aturdido por el ruido externo e interno. Muchos, apenas nos despertamos, conectamos la radio; algunos, incluso, pasean por la calle con los auriculares puestos; y, tal vez, nuestro último gesto del día sea apagar el mismo aparato o desconectar la televisión. Todo esto supone el peligro de que, en vez de vivir nosotros, nos vivan.
Estresado. El filósofo Fernando Savater dice: “El españolito es un hombre que va a toda prisa para ir a no sabe dónde, hacer no sabe qué ni durante cuánto tiempo, para volver después”. Es como si le hubieran dado cuerda y no supiera parar. Así, resulta difícil encontrarnos con nosotros mismos y también difícil encontrarnos con Dios. Es lo que decía Santa Teresa: “están tan volcadas hacia fuera mirando por la ventana que no se pueden encontrar con quien está en la habitación secreta de su interior”.
Las dos hermanas son el símbolo de dos estilos de vida:
La vida trepidante de los Martas está reflejada en esta gráfica pintura de Pablo VI sobre el hombre moderno: “el hombre moderno ha salido de su casa, ha perdido la llave y no es capaz de retornar a ella”. Esta llave, naturalmente, es la de la intimidad.
La vida sin ruido de los Marías. Son los habitantes de la nueva tierra prometida. Los que callan, escuchan la Voz, leen y oran. Son los que cultivan su intimidad. Habitan la patria de los fuertes.
El evangelio nos dice que hemos de establecer un equilibrio entre nuestra vida activa y contemplativa, si no queremos convertirnos en simples robots. Es el reproche de Jesús a Marta, pues su excesiva actividad le está vaciando, la sustancia de la vida se le escapa.
El evangelio nos interpela insistiendo en el aspecto orante del creyente.
Estamos llamados a cultivar la dimensión reflexiva, contemplativa, a situarnos en plena naturaleza, para mirar y contemplar, estar a solas y reencontrarnos con nuestro yo profundo, caer en la cuenta de que estamos habitados por el misterio de Dios y darle gracias.
No se trata de quedarnos con Marta o María, sino de establecer una armonía entre las dos.