EVANGELIOS Y COMENTARIOS
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Jesús escandaliza a sus paisanos
y a todo aquel que no quiere oír cosas nuevas
CONTEXTO
Las tres lecturas de hoy nos hablan de limitaciones para el ser humano. Tanto Ezequiel como Pablo como Jesús se dan cuenta de lo poca cosa que son, pero terminan descubriendo que esas limitaciones no anulan las posibilidades de humanidad plena que Dios espera de ellos.
Somos humanos, tal vez ‘demasiado humanos’ como decía Nietzsche, pero la plenitud de humanidad, que podemos alcanzar, es algo increíble y más que suficiente para dar sentido a una vida.
Viniendo al evangelio, con este texto concluye Marcos una parte de su obra. Después de este relato, que manifiesta la aceptación por la mayoría del pueblo de las tesis de los dirigentes, no vuelve a poner a Jesús en relación con los representantes oficiales de la religión. Sigue enseñando, pero a unos pocos del pueblo oprimido, que quieren liberarse.
Jesús se convence de que no hay nada que hacer con la institución, y en adelante se va a dedicar al pueblo marginado. Este episodio se encuentra en los tres sinópticos, pero relatos paralelos se pueden encontrar en Juan y en otros lugares de los mismos sinópticos.
Marcos no narra ninguna de las leyendas-mitos aplicados a la infancia de Jesús, que desarrollan ampliamente Mateo y Lucas. Por eso puede narrar sin prejuicios este encuentro con los de su “pueblo”.
Es un toque de alerta ante el afán desmedido de divinizar la vida humana de Jesús. Para los que mejor le conocían, no era más que una persona normal, uno más del pueblo. ¿Dónde están la anunciación, los sueños de José, los ángeles apareciéndose a los pastores o en el portal, el aviso para huir a Egipto, los reyes magos, etc., etc.?
Esto nos indica, con toda claridad, cómo tenemos que entender aquellos relatos de la infancia. Sus paisanos estaban tan seguros de que era una persona normal, que no pueden aceptar otra cosa. Eran sus compañeros de niñez, habían corrido y jugado con él cientos de veces, habían trabajado con él, sabían perfectamente quién era, sobre todo los que tenían su misma edad.
Lo encuadraban en una familia, (requisito indispensable en aquella época para ser alguien), hasta ese momento no habían descubierto nada fuera de lo normal en él. Es lógico que no esperasen nada extraordinario de él. ¿De dónde saca todo eso?
EXPLICACIÓN
Jesús vuelve a su pueblo (el texto griego y la Vulgata dicen “patria”). Ni nombra al pueblo ni hace referencia al lugar geográfico. Se refiere más bien al ambiente social en que desarrolló casi toda su vida.
Llega con sus discípulos, es decir, convertido en un rabino que tiene sus seguidores fijos. No sale nadie a recibirle. Tuvo que esperar al sábado, e ir él a la sinagoga a hablarles. No fueron a la sinagoga a escucharle, sino a cumplir con el precepto del sábado. Es Jesús el que, por su cuenta y riesgo, se pone a enseñarles sin que se lo pidan.
La reacción no es ninguna sorpresa, porque Marcos ya había advertido de la relación de Jesús con sus parientes. En 3,21 dice que sus parientes vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales. Quedan impresionados, como ya sucediera en la sinagoga de Cafarnaúm, pero la reacción es completamente distinta. Allí aceptan su mensaje. Aquí “muchos” se oponen a él frontalmente.
Hay que aclarar que el texto griego no dice: “y desconfiaban de él”, sino, “se escandalizaban” (exkandalizonto), que indica una postura mucho más radical. También la Vulgata traduce “escandalizabatur”.
No se dignan pronunciar su nombre, se refieren a él despectivamente con pronombres “ese”. Le dicen que es hijo de María; no nombran a su padre, que era la manera de considerar digna a una persona. Para sus paisanos, no era hijo de José, porque había roto con la tradición de su padre; ya no era un seguidor de las tradiciones, como era su obligación...
Es curioso que Mateo corrige el texto de Marcos y dice: “hijo del carpintero”. Pero Lucas va más lejos y dice: “el hijo de José”. Estos evangelistas que copian de Marcos, seguramente intentan quitarle al texto toda posible interpretación peyorativa.
Fijémonos bien. Ese conocimiento, yo diría excesivo, de Jesús, es lo que les impide creer en él. Conocen muy bien a Jesús, pero se niegan a reconocerle como lo que es.
Hay que estar muy atentos al texto. En aquel tiempo, cualquiera de la asamblea podía hacer la lectura y comentarla. Si no aceptan la enseñanza de Jesús, es porque no se presentó como carpintero, sino como Rabí con seguidores; por lo tanto, con pretensiones de maestro.
Pero tampoco lo rechazan por enseñar como un Rabí, sino por enseñar cosas nuevas. La religión judía estaba ya demasiado hecha y demasiado segura de sí misma como para admitir novedades. Ya se encargaban los jefes religiosos de adoctrinar al pueblo para que no admitiera nada distinto a lo que ellos enseñaban.
Jesús no ha estudiado con los rabinos ni tiene títulos oficiales. Precisamente por eso, la sabiduría que manifiesta tiene que venir de Dios (profeta) o del diablo (magia). Al hacer Jesús alusión al rechazo del “profeta”, está respondiendo a las cinco preguntas puramente retóricas que se habían hecho sus paisanos.
Jesús no enseña nada de su cosecha, sino que habla en nombre de Dios. Esa era la primera característica de un profeta. Al no aceptarle, están rechazando a Dios mismo. La extrañeza de Jesús no es por verse rechazado, (había sido rechazado ya muchas veces) es por verse rechazado, no por los jefes, sino por el pueblo, su pueblo. Rechazado por los sometidos a quienes intentaba liberar. El golpe psicológico que recibió Jesús fue realmente muy fuerte.
Nos queda por aclarar un apunte muy interesante en el relato. Su desconfianza (escándalo) impide que Jesús pueda hacer allí milagro alguno. Lo cual quiere decir que, para que se produzca un milagro, tiene que haber confianza. Ya el domingo pasado nos advertía que la clave era la fe-confianza.
¿Dónde está entonces el poder de Jesús? Tenemos que superar la idea de un Jesús que tiene la omnipotencia de Dios y que puede hace lo que quiere en cada momento. Ni Dios ni Jesús pueden hacer lo que quieren si entendemos el “hacer” como causalidad física. La idea de un Jesús con el comodín de la divinidad disponible en cualquier momento, nos ha alejado del verdadero rostro de Jesús.
APLICACIÓN
El relato de hoy, sin pretenderlo, nos está hablando de la humanidad plena de Jesús, nos está confirmando que es uno de tantos, sin privilegios de ninguna clase. Por eso es tan difícil aceptarle como profeta envidado de Dios. O, mejor, como manifestación de Dios.
También para nosotros sigue siendo difícil descubrir a Dios en aquel, que simplemente se muestra como muy humano. También hoy rechazamos por instinto cualquier Jesús que no esté de acuerdo con el que aprendimos de pequeños. Yo he oído más de una vez esta frase: “no nos compliques la vida. ¿Por qué no nos dices lo de siempre?” Acostumbrados a oír siempre lo mismo, si alguien se le ocurre decir algo distinto, aunque sea más lógico o más de acuerdo con el evangelio, saltamos como hienas.
Todo lo que no responda a lo sabido, a lo esperado, no puede venir de Dios. Esa fue la postura de los jefes religiosos del tiempo de Jesús y esa es la postura de los jerarcas de todos los tiempos.
Pero esa es también la postura de todos los que lo niegan. Como no responde a las expectativas, no existe. Aceptar a Jesús, como aceptar a Dios, implica el estar despegado de todas las imágenes que nos podemos hacer sobre él. Siempre que nos encerremos en ideas fijas sobre Jesús, estamos preparándonos para el escándalo.
Dios nunca se presenta dos veces con la misma cara. Si de verdad le buscamos lo descubriremos siempre diferente y desconcertante. Si esperamos encontrar al Dios domesticado, nos engañamos a nosotros mismos aceptando al ídolo que ya nos es familiar.
La consecuencia inesperada de toda religión institucionalizada, será siempre el tratar de manipular y domesticar a Dios para hacer que se acomode a nuestras expectativas.
El profeta no es el que adivina el porvenir, sino el que habla de un Dios desconcertante e imprevisible que puede salir en cualquier instante por peteneras. El profeta nunca estará conforme con la situación actual, ni personal ni social, porque sabe que la exigencia de Dios es la perfección total a la que no podemos llegar nunca. El auténtico profeta será siempre un inconformista. Lo más antiprofético y antievangélico será siempre la persona o la institución instalada.
A pesar del rechazo de “muchos” queda siempre la esperanza de que unos “pocos” sigan abiertos a la enseñanza y a la acción de Jesús. El gran espejismo en que hemos caído en el pasado, fue pensar que “todos” tenían la obligación de aceptar el mensaje de Jesús. Nada ha hecho más daño al cristianismo, que el querer imponerlo a todos.
Desde Constantino hasta nuestra historia reciente, hemos cometido el disparate de hacer cristianos por “decreto”. La opción por el evangelio seguirá siendo durante miles de años cuestión de minorías. La actitud humana que exige la comprensión del evangelio, sigue siendo una excepción dentro de la masa de la humanidad actual. No son las mayorías la que deben imponer sus criterios, sino la calidad humana de personas muy concretas.
Meditación-contemplación
El conocimiento de Jesús nos impide descubrirlo.
Todo lo aprendido sobre él, se convierte en prejuicio,
que nos impide abrirnos a su significado profundo.
Lo que es y significa Jesús, no se puede meter en conceptos.
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También las “ideas” que tenemos sobre Dios,
impiden la apertura a lo que Él es en realidad.
Toda idea sobre Dios es un ídolo, que nos impide acercarnos a Él.
Si quieres conocer a Dios, abandona toda “idea” sobre Él.
……………
A Dios solo se llega viviendo su presencia en nosotros.
Para llegar a la vivencia tengo que abandonar el conocimiento.
El conocimiento de Dios me ha venido de fuera.
La experiencia de Dios me llegará de dentro.
…………………
Fray Marcos