JESÚS DE NAZARET   

                             
                              

 

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Lucas, 13, 22-30

 

 

“Camino hacia Jerusalén”.

El evangelista Lucas estructura su evangelio como un camino hacia Jerusalén, capital y centro del poder económico, político y religioso. Venía de Galilea formada por asentamientos de judíos muy ortodoxos, capaces de no contaminarse con los gentiles. De allí era Jesús, y allí comenzó su predicación.

 

Pero los males del pueblo procedían del Templo: centro financiero, centro político y sede sacerdotal. La batalla se la jugaba Jesús en Jerusalén. Era evidente. Y allí le esperaban, nerviosos, los distintos poderes.

 

“¿Son pocos los que se salvan?”

Jesús no es griego, ni occidental. Es semita, oriental. Habla con imágenes, con trazos llamativos. Recuerden aquello del camello y la aguja, la viga en el ojo etc. ¡Qué mal lo hemos pasado leyendo las expresiones orientales! Y más, si la leen con etiqueta de “palabra de Dios”. Hay quien como el pensador cristiano Orígenes se cortó los genitales para asegurar el Reino de Dios.

 

“Abrirse paso por la puerta estrecha”

Habla para Israel. El privilegio del pueblo elegido está a punto de acabar. Va a llegar un momento en el que ya es demasiado tarde. Se acaba el antiguo régimen. O ahora aceptáis el camino de Jesús o “alguien os dirá no os conozco. Lejos los que practicáis la injusticia”. Por muy del pueblo escogido que os sintáis. Por muy pertenecientes a la “única religión verdadera”. “Por mucho que hayáis comido y bebido con él”

 

De oriente y occidente, del norte y del sur vendrán a sentarse al banquete.

Se acabaron los pueblos elegidos, las únicas religiones verdaderas. La puerta es estrecha, porque no hay un portón para que entréis como manadas. Cada uno tiene su puerta (así lo interpreta José Luís Sicre).

 

Cada uno tiene como misión terminarse como hombre y como humano, es decir: realizar en sí mismo la plenitud para la que salió de la fuente de la vida. Por pertenecer al cristianismo, al catolicismo, al episcopado, por ser cardenal o papa no tienes ya la entrada para el banquete. Tienes que llegar con tu creación terminada: un hombre libre, humano, hermano.

 

Hay muchos “últimos” que ni siquiera están apuntados a ninguna iglesia, y ya tienen el cubierto preparado.

 

 

Luís Alemán

 

 

 

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