El
contenido teológico
parece claro para las dos narraciones: Mientras estoy
ausente, terminad la obra. Cuando vuelva veremos el
resultado. En mi ausencia haceros cargo vosotros.
Es
como un hombre que, al irse de viaje, llamó a sus
empleados y los dejó encargados de sus bienes. Mateo
Un hombre noble se marchó a un país lejano: Negociad
mientras vuelvo. Lucas.
En
cambio, el ropaje literario de Mateo es diferente al de
Lucas. Una misma parábola, cuyo origen como las demás,
está en Jesús, nos puede despistar mucho si no
estudiamos, al menos muy por encima, cómo ha llegado
hasta nosotros.
Es
un buen ejemplo de cómo cada evangelista recoge
recuerdos de fuentes y tradiciones diferentes. Cada
tradición adorna los recuerdos de Jesús, con libertad,
hasta el punto de parecer parábolas diferentes.
Mateo habla de tres siervos a los que entrega cinco
talentos (cincuenta mil denarios), dos talentos (veinte
mil denarios) un talento (diez mil denarios) Un denario
podría ser equivalente al salario de un día.
Lucas habla, en primera instancia de diez siervos, pero
al echar cuentas sólo salen tres. Además les confía una
cantidad notablemente más pequeña: cien denarios.
Los analistas suelen aplicar un principio lógico, sacado
de la experiencia. Cuando hay dos narraciones de un
hecho, al pasar de boca en boca, y con el tiempo, se
suelen añadir adornos y exagerar números y cantidades.
En este caso Mateo será más fiel al número de siervos, y
Lucas conservará mejor el dato económico.
Pero Lucas parece que mezcla en su narración lo que se
podría llamar una parábola dentro de otra. “Parábola del
pretendiente al trono”. Para Lucas el que se ausenta del
territorio es un noble que pretende que le nombren rey.
Es la historia de Arquéalo que marchó a Roma para
conseguir la jefatura de Judea. En Roma se encontró con
cincuenta judíos que intentaban impedir su nombramiento.
Pero Arquéalo lo consiguió y a su vuelta se vengó de
todos los conspiradores. Este hecho histórico quedó en
la memoria colectiva del pueblo. Puede que Jesús mismo
utilizara este hecho en otra ocasión.
Lucas no ha hecho más que complicar una parábola simple
de Jesús, la de los talentos, al mezclar dos recuerdos
o, quizá dos parábolas.
El
hombre de negocios (Mateo), el noble que fue en busca de
un reino (Lucas), es Jesús. Y tarda en volver. Y la
comunidad primitiva sufre la impaciencia. Cuando Jesús
se fue dijo que volvería. Pero no viene. Nos ha dejado
en la estacada. Hacemos el ridículo. Somos motivo de
chufla. Sufrimos la angustia de la duda. ¿No habrá sido
todo esto de Jesús, la visión de un fanático visionario?
Esta fue la gran tentación de la primitiva comunidad
cristiana, y sigue siendo nuestro gran miedo.
La
Biblia acaba con una oración llena de fe y angustia:
¡Ven Señor Jesús!
Todavía el mundo está sin terminar. A la Creación le
queda tiempo de maduración. Estamos todos a medio hacer.
Lo humano no ha florecido. La humanidad está sin
conseguir. Existen hombres, mujeres, niños. Pero faltan
hermanos. La misión encomendada a los que hemos creído
en Él, y esperamos su vuelta, es liberar a las mujeres
de todos los burkas, a los hombres de todos los miedos y
cadenas, y conseguir que los niños lleguen a ser hombres
y hermanos. Terminar la creación. Los ciegos siguen sin
ver; los mudos sin hablar; los paralíticos no pueden
andar; a los pobres no les llega nada…
Se
nos ha encargado crear y terminar lo humano.
¿Cuándo, los creyentes en Jesús, caeremos en la cuenta
de la misión encomendada? No son iglesias. Es el
hombre. No es el Templo, es la humanidad.
Si
sigues con miedo al infierno, entierra el talento para
asegurar tu vida eterna.
Luís Alemán