Las parábolas (5)
La oveja perdida
Joaquín Jeremías:
“Algunas parábolas, que originariamente fueron dichas a otros oyentes,
a fariseos, a escribas, a la multitud, la iglesia
primitiva las refiere a los discípulos de Jesús”
Aquí tenemos un caso muy claro. Lucas conserva,
según los técnicos en la materia, el auditorio a
quien habló Jesús. Mateo aplica la parábola de Jesús
para enseñar comportamientos a la primitiva
comunidad.
Lucas 15, 3-7
Cuenta Lucas que:
1 Todos los recaudadores y descreídos se le iban acercando
para escucharlo;
2
por eso tanto los fariseos como los letrados lo
criticaban diciendo: “Éste acoge a los descreídos y
come con ellos”.
3 Entonces les propuso Jesús esta parábola:
4 - Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una,
¿no deja las noventa y nueve en el campo y va en
busca de la descarriada hasta que la encuentra?
5
Y cuando la encuentra, se la carga a hombros, muy
contento;
6
al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos
para decirles: “¡Dadme la enhorabuena! He encontrado
la oveja que se me había perdido”.
7 Os digo que lo mismo dará más alegría en el cielo un
pecador que se enmienda, que noventa y nueve justos
que no sienten necesidad de enmendarse.
Según Lucas la parábola va dirigida a los “buenos”,
a los “teólogos” (fariseos y letrados). Se
escandalizan de que Jesús se junte con los
descreídos y los impuros.
Los recaudadores eran judíos cuyo trabajo era
recaudar los impuestos para Roma. Ese dinero no era
el corriente del templo. Era dinero pagano, y por
tanto impuro. Por ejemplo, los animales para el
sacrificio del templo había que pagarlo con dinero
“santo”. Es decir con moneda judía. De ahí, las
mesas de los cambistas. Tocar dinero pagano obligaba
a purificarse las manos. No era dinero de Dios.
Los recaudadores, es decir los inspectores de
hacienda, no eran pecadores por ser inspectores,
sino por tocar dinero sucio. Zaqueo era un
recaudador. El recaudador, siempre mal visto, podía
ser creyente, aunque tenía que estar purificándose
continuamente.
Además de los recaudadores, estaban los descreídos.
Tanto antes como ahora son y eran muchos. La falta
de fe suele ser un fruto que producen los templos,
los santones -fariseos- y las religiones.
Con estos se sentaba y comía Jesús. No cabe duda que
era imprudente y no ejemplarizante. Parece como si a
Jesús le gustara toda su vida la discordia y dar la
nota.
Lógicamente, los fariseos y teólogos critican a
Jesús. Jesús no da clase de teología, ni de
prudencia pastoral, o análisis eclesiológico, Jesús
cuenta una parábola.
Se la carga a los hombros.
Dadme la enhorabuena.
He encontrado la oveja que se me había perdido.
Se alegra de perdonar. De recoger al perdido. En el
cielo hay mucha alegría cuando un hombre encuentra
la buena nueva: ser humano. Llega a la plenitud.
¡Que por lo visto no es cosa fácil! La misión que
Jesús cree tener es que todos los hombres lleguen a
la plenitud humana: sin que nadie se pierda.
Los fariseos y letrados van por otro camino. No
entendieron nunca a Jesús.
Mt 18, 12-14.
12
A ver, ¿qué os parece? Suponed que un hombre tiene
cien ovejas y que una se le extravía; ¿no deja las
noventa y nueve en el monte para ir en busca de la
extraviada?
13 Y si llega a encontrarla, os aseguro que ésta le da más
alegría que las noventa y nueve que no se han
extraviado.
14 Así tampoco quiere vuestro Padre del cielo que se pierda
uno de esos pequeños.
Hemos dicho, en Parábolas 1, que Mateo organiza su
evangelio a base de cinco grandes discursos. Uno de
ellos lo dedica, sobre todo, a formar a la comunidad
cristiana. Sus destinatarios no son los fariseos o
letrados judíos sino los responsables de los fieles
que siguen a Jesús.
Entre los primeros fieles hay quienes son más
débiles, incluso apostatan y se van. Se cansan o
tienen miedo: tampoco quiere vuestro Padre del
cielo que se pierda uno de esos pequeños (14).
Son “pequeños”. Todos somos pequeños. Todos nos
cansamos. Todos apostatamos alguna vez. Pero el
Padre del cielo no quiere que se pierda ninguno.
Hemos de llegar al final. Necesitamos que alguna
vez, alguien nos “cargue a hombros”. La
plenitud del hombre es difícil. Pero somos la obra
del Padre. Ese es el papel del responsable de una
comunidad cristiana.
Nota técnica
Según los entendidos el decorado de Lucas es el
histórico. Lo cual no quiere decir que el evangelio
de Mateo no sea evangelio.
Luís Alemán