EL
LIDERAZGO
Para que las empresas, instituciones y organizaciones
varias funcionen bien, es necesario que alguien o
algunos las dirijan. Es un principio válido para todos,
que se aplica incluso en las organizaciones anarquistas.
Al
poder se llega por varios caminos: una oposición o
concurso de méritos, la urna de votos, la mano alzada de
la asamblea o el dedo de un amigo que llegó antes. Como
estamos en el 21, uno se pregunta cómo pueden subsistir
todavía algunos nombramientos nada democráticos. Y las
diversas elecciones con trampa de algunos poderes ya
establecidos, por ejemplo, cuando se nombran a dedo los
electores.
Pero de cualquier forma todo mando ha de ser bien
aceptado por su base, si pretende contar con su
colaboración para hacer productivo lo que debería ser
empeño común.
El
poder aceptado a regañadientes, aunque sea legal y
legítimo, el poder impuesto, se ejerce contra corriente
y sus armas son los premios y los castigos. Con ese
exclusivo bagaje no se puede llegar muy lejos. Napoleón
decía que no se puede someter a un país largo tiempo a
punta de bayonetas. Para decir verdad, tendría que haber
añadido “salvo contadas excepciones”.
EL TRIPLE
LIDERAZGO
Quien detenta el poder debería actuar como líder.
Lo
bueno de los sistemas democráticos de elección es que la
gente entrega el poder a quien previamente se acredita
como líder. Por supuesto, esta persona tiene luego que
responder, no puede defraudar el voto de confianza antes
concedido.
Por el contrario, el mando nombrado a dedo se enfrenta a
un camino cuesta arriba para ganarse a la gente. Tiene
que convencerles, empezando desde cero, de que reúne
méritos sobrados para el cargo. Y al menor fallo,
desanda lo andado.
Los carismas de líder pueden aparecer en tres
vertientes, que corresponden a las tres facultades del
ser humano, esto es, voluntad, sentimiento y razón.
·
Su
capacidad de acción, su demostrada competencia
como gerente, su prudencia y sentido de la oportunidad,
su tenacidad en el trabajo, su habilidad para la
gestión, sus iniciativas, sus recursos ante las
dificultades… Es el líder eficaz.
·
Sus habilidades de relación, su personalidad, su
atractivo personal y simpatía, sus dotes de
sensibilidad, de comprensión y empatía, su arte para
resolver conflictos, su flexibilidad, su capacidad para
animar y hacer feliz a la gente… Son cualidades del
líder social.
·
Su
capacidad intelectual, sus conocimientos teóricos
y el dominio de técnicas y operativas, que le hacen ser
una autoridad en la materia, a lo que se añaden su
sensatez y certero juicio, su ingenio y creatividad, su
sentido pedagógico y sus dotes de expresión oral y
escrita… Todo ello conforma al líder técnico.
Que una u otra vertiente cobre mayor importancia
dependerá del objetivo perseguido por la organización.
El mando deberá sobresalir en el aspecto que más
necesita el grupo. Hablando de estereotipos, una fábrica
demanda un líder eficaz, una embajada valora un líder
social y una universidad, el líder técnico.
Frecuentemente, el máximo ejecutivo actúa como líder
social y delega en sus segundos el liderazgo eficaz y en
su staff el liderazgo técnico.
En
verdad todos los grupos precisan en cierta medida del
triple liderazgo. No se podrían mantener faltando por
completo alguno de ellos. Lo ideal sería quizás que el
director, el gerente, reúna todas las cualidades, pero
sólo en contadas ocasiones se produce esa excepcional
figura. Los liderazgos no representados por el mando
jerárquico son asumidos, más o menos formalmente, por
otros individuos de la organización.
Es
fácil imaginar que el liderazgo técnico vaya rotando
entre los miembros de un equipo conforme se aborden
temas distintos.
En
un grupo informal de amigos es habitual que quien lidera
una conversación, pase a un segundo plano a la hora de
compartir una mesa. Todavía podrá cambiar de manos el
liderazgo cuando posteriormente se precise planificar
cualquier otra actividad del grupo.
En
la familia actual se pretende la paridad de roles, que
todos estén a todo. Con todo, resulta arduo desdibujar
la imagen de líder social de la madre o la del padre
como líder eficaz. Los hijos seguirán haciendo valer su
liderazgo técnico a la hora de conectar cualquier nuevo
aparato.
EL LIDERAZGO SUCESIVO
Los grupos están sometidos a una dinámica interna. Me
refiero a cualquier grupo estable que persiga unos
objetivos concretos. Dudo de que la dinámica de grupos
afecte a una reunión de amigos cuya composición sufre
variaciones constantes y que además no se plantea la
consecución de unos determinados resultados.
El
grupo se enfrenta, en su normal y cotidiano
funcionamiento, a distintos problemas, a los que trata
de dar solución. Aquí aparecen inevitablemente las
posturas contradictorias, que hay que armonizar. Y se
generan tensiones y roces entre los componentes del
grupo, que habrán de superarse de alguna forma.
Los procesos lógicos, las tareas perseguidas por el
grupo, se verán afectados por los procesos sociales, la
llamada dinámica del grupo, en tanto no llegue el grupo
a su madurez.
Cuando el proceso social aún está revuelto, se contamina
el trabajo de cada día y el rendimiento del grupo. El
grupo funciona como un ser vivo. En su evolución natural
se decanta el liderazgo.
Cuando alguien se acerca a un grupo maduro y pregunta
por el responsable, todos saben de quién se trata. Es
más, en su ausencia, todos conocen quién es el segundo
de a bordo, y el tercero…
Para que un grupo sea productivo y funcione como un
reloj, hay que lograr que cada uno sepa el lugar que
ocupa en el grupo, y que lo acepte de buen grado. Eso
implica consecuentemente que acepte también a los demás,
a los que están por encima. No valen las aceptaciones de
boquilla, tienen que ser sinceras y auténticas, aunque
sean tácitas y no se expliciten en la mayoría de los
casos.
Todos los miembros del grupo han buscado su sitio. A
veces, los conflictos interpersonales no se producen en
la cresta de la pirámide, que está clara para todos,
sino en niveles intermedios. Y son proverbiales los
conflictos que aparecen en el grupo cuando un recién
llegado se incorpora y trata de hacerse el sitio que le
corresponde.
¿Cómo se consigue ser líder de un grupo?
Lo
habitual es que se monte primero la organización,
concedido que sea con la mejor intención, y que las
mentes que están más arriba determinen la jerarquización
de las personas implicadas. Y que luego se la ponga a
andar.
Pero los grupos humanos que componen esa organización
sufrirán a lo largo del tiempo los movimientos de su
dinámica interna. Y si no hay nadie que esté atento y
sea sensible a su evolución espontánea, si se mantiene
la jerarquía establecida a machamartillo, se producirá
con toda probabilidad un contraste y conflicto entre la
jerarquía establecida y el liderazgo interno. Asunto
éste que sufrimos a diario por todas partes y a nadie
sorprende.
Pensemos en una persona, que por las circunstancias que
sean, tiene a su cargo el reto de dirigir a otras.
Quiere ser bien aceptado y desempeñar su tarea a
satisfacción de todos. Es plenamente legítima esta
pretensión. Aun teniendo presente que el liderazgo no se
impone sino que se gana. La solución está testada desde
siempre.
El
que más se esfuerza por el grupo, el que más interés
pone y sobre todo, el que realmente contribuye más a la
consecución de sus objetivos, ese se ganará el respeto y
el reconocimiento de los demás. Diríamos que quien
quiera ser líder de un grupo, que trabaje por él y que
lo haga bien.
El
líder, el considerado primero, es el que mejor sirve al
grupo, el que no exige ni acepta prebendas y galones,
sino que se entrega por completo y en la realidad de
cada día al servicio del grupo. ¿No nos suena esto? Nos
lo enseñaron hace más de veinte siglos.
Marcos 9, 33-35
35
Y
llegaron a Cafarnaún. Una vez en la casa, les preguntó:
-
¿De qué hablabais en el camino?
34
Ellos guardaban silencio, pues en el camino habían
discutido entre ellos sobre quién era el más grande.
35
Entonces se sentó, llamó a los doce y les dijo:
-
Si uno quiere ser primero, ha de ser último de
todos y servidor de todos.
Mateo 20, 25 inicia esa misma reunión con un preámbulo
en el que recuerda cómo se las gasta el poder impuesto
por la fuerza:
-
Sabéis que los jefes de las naciones las dominan y que
los grandes les imponen su autoridad.
Y
culmina en el versículo 28 con su ejemplo personal: “el
Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino
para servir”. Lo dice Jesús de Nazaret, líder por
excelencia.
Rafael Calvo Beca
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