SIN LIBERTAD NO HAY MADUREZ DE FE
Hola, Luís.
He leído tu blog de teología, sobre todo los temas
relacionados con "Jesús" y "Moral". Yendo al grano, me
han interesado especialmente los de “Jesús es Dios". y
el del "Sexo".
Por algo parecido a lo que aparece ahí escrito, aparte del
problema de los hijos (vamos por el quinto), he dejado
de pertenecer a un grupo, que me enriqueció pero que he
dejado porque no me consideraba dentro de él -yo mismo-
como católico... Y ahora leo que quizás se pueda pensar
así...
Después de esta introducción, me dirijo a vosotros por si
consideráis que se puede ser católico siendo
"diferente", pues yo me siento así.
Desearía que se conservara el anonimato en la medida de
lo posible... Me ha gustado y me gusta vuestro blog.
Hola.
Te
agradezco tus manifestaciones sobre el contenido y
enfoque del blog teológico. En cambio, me duele tu
experiencia personal religiosa que se insinúa en tu
comentario.
Ser creyente ya es difícil. Lo malo es que la estructura
social, jurídica, y la pastoral sacramental vigente en
nuestra iglesia nos hace cada día más difícil el
desarrollo y crecimiento de nuestra fe.
Hemos de reconocer que nunca se dio una iglesia
perfecta. Luchamos, caminamos hacia, vivimos en un sin
vivir. Pero no debemos perder nunca la esperanza. La fe
nos asegura que el Señor camina junto a nosotros. Me
anima y alienta comprobar que existe mucha, muchísima
gente buena, con frecuencia sin contacto con lo
eclesial.
Personalmente te animaría a ir consiguiendo un
desarrollo valiente del ejercicio de la libertad. Sin
ella no hay plenitud humana ni cristiana. Sin ejercitar
la libertad no hay plenitud humana. Sólo habría niños
grandes. Sin ejercitar la libertad no hay madurez de fe.
En
último término siempre será nuestra conciencia, nuestra
honestidad con nosotros mismos el lugar de encuentro con
Dios.
La
libertad produce miedo. No sólo a los que gobiernan,
sino a nosotros mismos, sobre todo en cuestiones de fe.
Pero ese es el terreno de Dios, de la paz, y de la vida.
Para ser hijos del Padre hemos de crecer en libertad,
superar miedos y afrontar el peso de nuestras
decisiones.
No
hay ninguna Torá, ningún rito cuyo cumplimiento nos
garantice a Dios y sobre el que descargar nuestra
responsabilidad.
Un
abrazo.
Luís Alemán