ANTE EL NOMBRAMIENTO DEL NUEVO OBISPO
A
la Comunidad Cristiana de Gipuzkoa
Tras una larga y penosa espera, no exenta de rumores e
indebidas filtraciones, hemos recibido la noticia del
nombramiento de D. José Ignacio Munilla Aguirre como
Obispo de la Diócesis de San Sebastián.
Ante este nombramiento y conocedores del profundo
malestar e indignación que por este hecho existe en
amplios sectores de nuestra Comunidad Cristiana,
queremos compartir una reflexión, que quiere ser serena
y objetiva, con nuestros hermanos y hermanas en la fe;
sobre todo, con aquellos que puedan sentirse, por su
compromiso eclesial, más afectados y entristecidos
Nuestra realidad diocesana: la Iglesia de Gipuzkoa, una
comunidad viva al servicio de un pueblo vivo. A la luz
del «acontecimiento providencial» (Juan Pablo II, Tertio
millennio adveniente, n. 18) que fue el Concilio
Vaticano II, nuestra Diócesis ha vivido una rica y
laboriosa experiencia de renovación de la vida
cristiana, eclesial y pastoral a lo largo de estas
décadas.
Nuestros Obispos, verdaderos Pastores, queriendo ser
fieles a la realidad social y al Evangelio de Jesús, han
marcado una trayectoria, acompañando las alegrías,
tristezas y esperanzas de nuestro pueblo.
Un pueblo que, ante el doloroso problema de la
violencia, busca la paz y la reconciliación; intenta
defender su propia personalidad asumiendo la pluralidad
de esta sociedad; quiere salvar su condición bilingüe;
se esfuerza por la integración de la inmigración; ante
la crisis económica que nos afecta vive una actitud,
humilde pero real, de generosidad y solidaridad; un
pueblo que se ha visto, además, afectado por la
secularización y la increencia, con las consiguientes
dificultades de la comunidad diocesana para un anuncio
del Evangelio en el mundo de los jóvenes y para suscitar
y acompañar procesos vocacionales.
Queriendo responder a esta realidad, nuestra Iglesia,
con sus luces y sombras, ha buscado ofrecer su acogida y
cercanía a esta sociedad, y ha tratado de asumir sus
carencias y afrontar honestamente sus preocupaciones. Ha
configurado un modelo de Iglesia que queda plasmado en
el documento «Una Iglesia al servicio del Evangelio»
que, con sus límites, expresa un estilo evangelizador
que recoge la ilusión y el dinamismo de una Comunidad
viva, que quiere caminar «dejándose renovar por el
Espíritu, siendo acogedora y cercana, estando junto a
los que sufren, trabajando por la paz y en comunión
fraterna».
Impulsada por el espíritu del mencionado documento, se
han ido renovando las estructuras, con una amplia
participación de laicos y laicas, religiosos y
religiosas, y sacerdotes, para potenciar la
evangelización y la corresponsabilidad: Unidades
Pastorales con sus equipos ministeriales, presencia de
la mujer en responsabilidades eclesiales, creación de
grupos de lectura creyente de la Palabra, grupos de
oración, iniciativas para impulsar la reconciliación,
desarrollo de la pastoral socio-caritativa y compromiso
de los laicos en la vida social.
En este momento de la vida de la Diócesis y desde una
visión de Iglesia en la línea del Vaticano II era de
esperar:
·
Un modo de actuar más veraz y evangélico en el nombramiento
del nuevo Obispo.
En el actual estado de cosas, es el Papa, como garante
de la comunión y de la unidad eclesial, el responsable
último de los nombramientos episcopales. Pero entendemos
que el proceso seguido ha carecido de transparencia y
verdad. Sospechamos que este nombramiento estaba previa
y estratégicamente diseñado, sin tener en cuenta a
nuestra Comunidad Diocesana, adulta y comprometida, a la
hora de recabar, acoger y valorar los datos para un
mejor discernimiento. Nos sentimos minusvalorados,
engañados y tratados como menores de edad. Este modo de
actuación ha ocasionado no solo preocupación, sino un
profundo dolor e indignación, cuando realizado de una
manera más evangélica podía haber sido un momento de
«gracia» para nuestra comunidad cristiana.
·
Otro perfil de Obispo. No podemos sino expresar la desazón
porque haya sido nombrada una persona que en el tiempo
que vivió y desarrolló su ministerio pastoral entre
nosotros, mostró una desafección manifiesta hacia las
líneas pastorales diocesanas. Además, es percibido por
muchas personas, como alguien que va a cambiar el rumbo
de nuestra Diócesis, expresado en el documento «Una
Iglesia al servicio del Evangelio» viniendo a resultar
un verdadero freno y una desautorización de esta
experiencia de renovación eclesial, especialmente para
los cristianos más comprometidos.
Aunque nuestra confianza en la Jerarquía de la Iglesia
ha sido seriamente herida, queremos seguir confiando y
esperamos que el nuevo Obispo procure ser un Pastor al
servicio de toda la Comunidad Cristiana de Gipuzkoa;
promueva la participación y la corresponsabilidad
eclesial; respete y asuma la trayectoria y orientación
de nuestra Diócesis; y no se precipite en tomar
decisiones
que creen mayor división y desafección en una comunión
ya deteriorada.
Asimismo, llamamos a los cristianos y cristianas de
Gipuzkoa a acoger con responsabilidad al nuevo Obispo,
en una actitud de crítica constructiva y fraterna,
procurando mantener nuestra vinculación afectiva y
efectiva con nuestras comunidades cristianas, sin
alejarnos de ellas, impulsando con una fidelidad
creativa los rasgos eclesiales plasmados en el documento
«Una Iglesia al servicio del Evangelio».
Concluimos con dos citas significativas para la cuestión
que afecta a nuestra Diócesis y al nombramiento del
Obispo.
La primera, que nos remonta al siglo V, es una
manifestación del Papa San León Magno, quien afirmó que
«el que debe ser puesto a la cabeza de todos, debe ser
elegido por todos».
La segunda se refiere a un texto del Episcopado de
Austria, en una carta pastoral a los fieles, con ocasión
del nombramiento de un Obispo en la Diócesis de Linz en
febrero de 2009: «Los fieles están legítimamente
preocupados de que el proceso de búsqueda de candidatos,
el examen de las propuestas y las decisiones finales
sean llevadas a cabo cuidadosamente y con toda la
delicadeza pastoral que sea posible. Esto puede asegurar
que los Obispos sean nombrados “no contra, sino para una
Iglesia local”».
22 de noviembre de 2009
Para firmar la reflexión:
www.donostiakogotzainberria.org