¿CASTIGO DE DIOS?
Benedicto XVI advierte del castigo de Dios
a las naciones laicas

Desde su elección como Papa hace tres años y medio,
Benedicto XVI ha hecho de sus críticas al relativismo
cultural y al laicismo uno de los grandes asuntos de su
Pontificado. Y ayer volvió, una vez más, a insistir en ello.
A sus 81 años, Joseph Ratzinger inauguró ayer el segundo
sínodo de obispos de su Pontificado (el primero convocado
por él) con una homilía en la que arremetió contra los
países que han dado la espalda a la tradición católica.
«Naciones antes ricas en fe y en vocaciones, ahora van
perdiendo su propia identidad bajo la influencia nociva y
destructiva de cierta cultura moderna», proclamaba en la
misa con la que abrió la XII Asamblea General del Sínodo,
dejando entrever además que Europa (porque cuando habla de
laicismo se refiere a Europa) podría sufrir un castigo de
dimensiones apocalípticas por dar la espalda a Dios.
«Si miramos la Historia, nos vemos obligados a admitir que
no es extraño el alejamiento y la rebelión de cristianos
incoherentes. A consecuencia de eso, Dios, aún no faltando
nunca a su promesa de salvación, ha tenido que recurrir a
menudo al castigo», señalaba el Papa.
Ratzinger dejó caer que el castigo para aquéllos que han
renunciado a Cristo podría tener reminiscencias bíblicas.
«Es legítimo pensar, en comunidades inicialmente
florecientes que después desaparecieron y que hoy son
recordadas en los libros de Historia. ¿No podría ocurrir lo
mismo en nuestra época?»; se preguntaba.
Ratzinger invitó al mundo a restaurar a Dios «en el centro
de nuestra vida» para que ilumine «todos los ámbitos de la
humanidad, de la familia a la escuela, a la cultura, al
trabajo, al tiempo libre y a los otros sectores de la
sociedad».
Presencia española
Este sínodo congregará, hasta su clausura el próximo día 26
de este mes, a 253 obispos procedentes de 113 conferencias
episcopales. Por parte de España participan un total de 14
personas entre padres sinodales, expertos y auditores.
La Conferencia Episcopal envía a su presidente, el cardenal
Antonio María Rouco, a su vicepresidente, el obispo de
Bilbao, Ricardo Blázquez, y al cardenal de Toledo, Antonio
Cañizares.
Entre los ocho españoles restantes, invitados por el propio
Benedicto XVI a participar en este sínodo, se encuentran
entre otros el prelado del Opus Dei, Javier Echevarría; el
general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás; el
presidente de Comunión y Liberación, Julián Carrón; el
fundador de Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, y la monja
y profesora de Teología Bíblica en la Universidad Pontificia
Gregoriana de Roma, Nuria Calduch Benages.
De hecho, se registrará un récord en presencia femenina:
participan seis mujeres como expertas y 19 como auditoras.
El sínodo supone la mayor cumbre de prelados del mundo.
Pero sus conclusiones no tienen carácter vinculante, sino
sólo consultivo. Al final de las reuniones del sínodo, y
como es habitual, el Papa realizará una intervención de
carácter apostólico y publicará una exhortación a los
obispos convocados.
IRENE HDEZ. VELASCO
Corresponsal de El Mundo en ROMA
COMENTARIO
El señor
obispo de nuestra hermana mayor la iglesia de Roma acaba de
decir al sínodo de los obispos reunidos en la Iglesia de S.
Pedro, que Dios castigará a Europa por haberse declarado
laica.
No se qué
entiende el Obispo de Roma por “laico”. Ni me interesa. Hace
tiempo que este obispo de la hermana mayor consiguió que no
me interesara nada de lo que dice.
Sin
embargo, sí me ofende y preocupa que diga atrocidades del
Dios de todos.
De Buda
se creía, y algunos creen, que era ateo. Alguien con
autoridad y documentación escribió un libro maravilloso
llamado “El silencio de Buddha”, una introducción al ateismo
religioso. Raimon Panikkar.
En este
libro, viene a demostrar que Buda creía tanto en Dios que no
se atrevía ni a nombrarlo, porque cualquier nombre de Dios
es inexacto, cualquier adjetivo es una profanación,
cualquier afirmación sobre Dios es un error. Ante Dios sólo
nos vale el silencio y la aceptación.
Decir de
Dios que se vengará, que castigará, que nos probará lo
podría decir una persona ingenua, infantil. A un niño,
mientras sea niño, se le admite todo. Pero un cristiano
adulto, con fe de mayor, no puede seguir repitiendo las
barbaridades medievales de niño.
Dios no
puede castigar, ni puede condenar, ni puede ni necesita
probar a nadie. Eso es medir a Dios cogiendo como cinta
métrica nuestra mala leche, nuestra mente y corazón
miserable.
Peor
incluso sería utilizar el castigo de Dios para dominar y
gobernar el mundo.
Entre
tanto, lo que me produce miedo es que en Roma haya un Obispo
católico en el siglo XXI que hable del castigo de Dios.
¡Señor,
no tengas en cuenta lo que dice, porque no sabe lo que dice!
Y
perdóname a mí por mi soberbia.
Por
cierto, este Señor Obispo ¿no era un teólogo finísimo e
inteligentísimo?
Luís Alemán
Tema relacionado:
LA SANA LAICIDAD por José M.
Castillo