MENTIRA O FARSA
Casi todos, en alguna ocasión, hemos comentado que cuando
sube el precio del petróleo, sube el precio de la gasolina;
pero cuando el precio del petróleo baja, el precio de la
gasolina se mantiene. ¿Misterio?
Cuando la economía va bien y crea riqueza, debería ser
lógico que disminuyera el número de pobres, pues no, no es
así, el número de pobres sigue tal cual, la riqueza creada
no llega a los pobres. Sin embargo, cuando la economía va
mal, automáticamente se producen despidos, cierres,
regulaciones de empleo, petición de ayudas..., como si las
empresas empezaran de cero, como si los beneficios generados
durante años se hubieran evaporado en un día. ¿Cómo es
posible que una empresa que lleva aumentando sus beneficios
años tras año, durante muchos años, se tambalee a los
primeros síntomas de recesión económica? ¿Qué han hecho con
los beneficios generados? Misterio. ¿Misterio?
El problema, el gran problema, es que todo esto produce
víctimas: los que recogen alimentos en los contenedores de
basura de los grandes almacenes; los que engrosan las colas
de Cáritas en nuestras parroquias; los que viven angustiados
sin saber cómo hacer frente al pago de la hipoteca; los que
pierden el sueño porque no saben cuánto les va a durar el
empleo que tienen; los parados; los que ven alejarse la
esperanza de alcanzar un trabajo para empezar a vivir; los
que les llega la edad de jubilación y no han cotizado el
tiempo suficiente; los que han venido huyendo del hambre y
se la han vuelto a encontrar aquí, en lo que creían era un
paraíso; los que aún trabajando no llegan a fin de mes; los
sin techo; las víctimas de las adicciones; los que salen de
la cárcel buscando un futuro que pasa por un empleo digno
que no encuentran; los que llegan a una familia fracasada y
heredan un fracaso escolar, profesional, personal y
existencial, todos ellos son víctimas, son personas que
claman al mundo, a la economía, a la ciencia, a la política,
a las Iglesias, a los humanismos, a los sindicatos, a todos
y a cada uno desde la autoridad moral del dolor de los que
sufren, que es la mayor de todas las autoridades, o mejor
dicho: la única autoridad digna de tenerse en cuenta.
El dolor de las víctimas debería ser el criterio de todo.
Ante el dolor de las víctimas no hay sujeto humano que pueda
pasar de largo sin dejarse su humanidad en el camino. Ante
el dolor de las víctimas no hay ciencia que pueda eludir una
respuesta comprometida sin convertirse en una burla, en una
farsa para engañar a todos. Por ello la economía se ha
convertido en una farsa, en la trágica farsa del beneficio.
El beneficio es necesario:
«Cuando una empresa da
beneficios significa que los factores productivos han sido
utilizados adecuadamente» («Centesimus Annus»,
35).
Pero el beneficio por sí solo no basta:
«Es imposible, por
ejemplo, que los balances económicos sean correctos y que al
mismo tiempo los hombres, que constituyen el patrimonio más
valioso de la empresa, sean humillados y ofendidos en su
dignidad» («Compendio de la Doctrina Social de
la Iglesia», 340).
Sobre todo, el beneficio que procede de la usura. «Los
traficantes cuyas prácticas usurarias y mercantiles provocan
el hambre y la muerte de sus hermanos los hombres, cometen
indirectamente un homicidio. Este les es imputable»
(«Catecismo de la Iglesia Católica», 2.269)
¿Por qué no gritaremos estas verdades a los cuatro vientos?
Feliz Navidad comprometida con los empobrecidos.
LA
COMISIÓN PERMANENTE DE LA HOAC
DIÓCESIS DE CÁDIZ Y CEUTA
EDITORIAL
publicado
en NOTICIAS
OBRERAS
HOAC
(Hermandad Obrera de Acción Católica)http://www.hoac.es/pdf/Noticias%20Obreras/1%20diciembre/editorial.pdf