ORACIONES para la EUCARISTÍA    

                             
 

 

                               cristianos siglo veintiuno
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Oraciones para la eucaristía

AUSTERIDAD

 

ANÁFORA

 

 

Es justo, Dios y Padre nuestro,

que te rindamos este homenaje de gratitud.

Sentimos un profundo deseo de agradecerte el mensaje de liberación,

de autenticidad, que nos has trasmitido a través de tu hijo Jesús.

Gracias, Señor, porque nos infundes confianza en nosotros mismos

y sabemos ahora que podemos hacer frente

al espíritu del dios dinero y el dios poder que dominan nuestra sociedad

y toman cuerpo luego en las injusticias, en el hambre y la sed

que desgraciadamente padece la gran mayoría de la humanidad.

Queremos contribuir a hacer posible otro mundo mucho mejor

y unidos a cuantos luchan de tu parte a favor de la felicidad de todos,

invocamos tu auxilio y bendecimos tu nombre.

 

Santo, santo…

 

Gracias una vez más, Padre santo, por esa buena noticia,

que nos enseñó Jesús con su predicación.

Nos señaló el peligro del apego a la riqueza,

que desvía nuestra atención de lo realmente importante y   

nos hace ciegos e insensibles ante las desgracias de los demás.

Pero además encarnó la pobreza y vivió cerca de pobres y marginados,

mostró su preocupación por los oprimidos, por toda la gente que sufre

y convirtió en bandera de su misión la construcción del Reino,

hacer de todos nosotros una gran familia de buenos hermanos.

Nos indicó el camino que lleva a la más profunda y auténtica felicidad

con su vida austera y desprendida y siendo modelo de liberación personal.

No escatimó esfuerzos y arriesgó su vida por difundir su mensaje liberador

hasta que finalmente padeció por ello la muerte más injusta.

Jesús nos encargó expresamente en su cena de despedida

que hiciéramos como él y nos entregáramos a los demás.

 

El mismo Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,

te dio gracias, lo partió y dijo:

«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;

haced lo mismo en memoria mía».

 

Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:

«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;

cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».

 

Bendito seas, Padre, por Jesús, tu buen hijo,

que estuvo siempre estrechamente unido a Ti

mientras dedicaba su vida por entero a los demás.

Bendito seas, Padre, por Jesús, nuestro consejero y amigo,

que goza ahora felizmente de tu compañía.

Reconocemos que estamos muy lejos de hacer realidad tu proyecto,

quizás más lejos que nunca antes en la historia del ser humano.

La ambición nos puede, la corrupción nos invade,

somos tan consumistas como nos lo podemos permitir,

hemos cerrado puertas y ventanas de nuestros hogares

y nos hemos hecho insensibles al grito de los que fuera mueren de hambre.

Pero queremos imitar a Jesús, seguir las enseñanzas del evangelio,

que nos invitan a la austeridad personal y a sentirnos libres,

a preocuparnos sobre todo por los hermanos más necesitados.

Envíanos tu espíritu y libéranos de nuestra esclavitud ante el dinero,

que aprendamos a repartirlo, a emplearlo en hacer felices a los demás.

Que nuestra iglesia, la que formamos todos los cristianos

sea un verdadero espacio de honradez y justicia,

modelo de sencillez y ejemplo de generosa solidaridad.

Con tu ayuda, Señor, queremos irradiar ese estilo de vida que nos marcó Jesús,  

para que todos los seres humanos disfruten

aquí en la tierra y para siempre de la felicidad de tu reino.  

AMÉN.

  

  

Rafael Calvo Beca

 

 

PRINCIPIO

 

Venimos a tu mesa, Padre, pecadores y agradecidos,

porque siempre podemos contar contigo,

con tu comprensión, con tu ánimo, con tu Palabra, con tu Pan.

Que tu Palabra y tu Pan cambien nuestro corazón

y lo hagan semejante al corazón de tu Hijo Jesús.

Por el mismo Jesús nuestro Señor.

  

 

OFRENDA

 

Que nuestro pan y nuestro vino, nuestra vida,

todo nuestro ser, sea una ofrenda,

como fue la de Jesús, pan y vino para la vida de todos.

Por el mismo Jesús, tu hijo, nuestro Señor.

  

 

DESPEDIDA

 

Nos despedimos agradecidos, Padre.

Gracias por el pan y el vino, gracias por el viento, gracias por el agua,

gracias porque siempre estás con nosotros.

Cambia nuestro corazón y empújanos a vivir plenamente para el Reino.

Por el mismo Jesús, tu hijo, nuestro Señor.

 

José Enrique Galarreta

 

 

BUSCAR LO ESENCIAL

 

 

Sé que la vida vale más que el alimento

aunque éste tenga lábel y sea exquisito;

y que el vestido, a pesar de modas y modistos,

es sólo complemento de nuestro cuerpo.

 

Sé que los lirios del campo no hilan

y son hermosos y dignos de elogio;

y que la hierba, aun siendo tanta y tan barata,

tiene un color que enamora y descansa.

 

Sé que los pájaros ni siembran ni siegan

ni almacenan en las estaciones buenas,

y, sin embargo, no les falta el alimento

ni otras muchas cosas para sus cantos y fiestas.

 

Sé que Salomón fue un hito de grandeza.

y que otros reyes y señores siguen sus pasos,

pero ninguno gana en colorido y belleza

a las flores que surgen en praderas y campos.

 

Sé que para ti soy valiosa y única

pues llevo tu aliento y seña en mis entrañas,

pero no comprendo tus consejos evangélicos

y termino rota y volviendo cada día a tu fragua.

 

Sé que por mucho que me preocupe

no logro añadir un palmo a mi estatura

ni una hora al tiempo de mi vida,

y sigo tropezando en la misma piedra.

 

Sé que nadie puede estar al servicio de dos amos

que tocan y quieren corazones verdaderos,

por eso nos inventamos el divorcio

y los compromisos no duraderos

 

Sé que en toda historia, al final, pugnas

Tú con el dinero, y no puede haber acuerdo,

pues ambos tenéis intereses opuestos

y queréis corazones enteros.

 

Sé que no hay que preocuparse por el mañana,

pues a cada día le basta su propio afán.

Sé que Tú eres el sereno de mis noches y días,

Y a pesar de todo no logro dormir tranquilo.

 

Yo, que deseo y busco lo esencial,

a veces me siento desorientado y perdido

en este mundo en el que vivo

y que solo me ofrece señales de ello.

 

Por eso, a pesar del consejo evangélico,

me preocupo, agobio y no duermo,

y solo descanso y me entrego a tus brazos

cuando me has vencido y pones en tu regazo. 

 

 

Florentino Ulibarri