Oraciones
para la
eucaristía
NUESTRO ÚNICO MANDAMIENTO
ANÁFORA
Es justo reconocer, Padre de bondad, que
existimos y vivimos
rodeados de muestras permanentes de tu amor.
Gracias, Padre bueno, por ser como eres, por tu
infinita paciencia.
Porque no eres justiciero, sino
comprensivo con los fallos de todos.
Debemos convencernos de que tu Hijo, y hermano
nuestro, Jesús,
es tu mejor imagen, la que nos muestra tu amor
inmenso a los hombres.
Pero hemos de tratar de imitarle y poner amor en
todas nuestras acciones.
Tenemos que dar testimonio como discípulos de
Jesús
y reflejar el amor que llevamos dentro aun sin
saberlo.
Querríamos intuir tu amplitud de miras, Padre
Dios,
y asimilar el mensaje liberador de Jesús.
Unidos de corazón a todos tus hijos, nuestros
hermanos,
cristianos, musulmanes, judíos, creyentes y no
creyentes,
elevamos a ti este canto de acción de gracias y
alabanza.
Santo, santo…
Permanece entre nosotros la buena noticia de
Jesús,
que cambió nuestras mentes, nuestras viejas
doctrinas y religiones
con un solo y sencillo mandamiento, el del amor
fraterno.
Tenemos un sueño. Soñamos en la felicidad de
todos los seres humanos,
Soñamos en un mundo ideal, justo y solidario, al
que Jesús llamó tu Reino.
Soñamos en realizar el sueño de tu Hijo:
que nos amáramos los unos a los otros,
como hermanos, como amigos, como él hizo en su
vida.
Correspondió a tu amor, Padre Dios,
dedicando su vida a hacer felices a los demás.
Recordamos ahora, como él nos pidió, su entrega
por la causa del Reino.
El mismo Jesús, la noche en que iban a
entregarlo, cogió un pan,
te dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa,
diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi
sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria
mía».
Dios y Padre nuestro,
la vida y la muerte de tu hijo Jesús nos han
abierto el camino hacia ti,
nos han enseñado que igual que tú nos amas;
igual que él nos amó,
debemos amar a todos los seres humanos y luchar
por su felicidad.
Jesús comprobó nuestra debilidad y egoísmo,
por eso nos dejó su Espíritu,
capaz de conducirnos a la plenitud para la que
nos has creado.
Creemos en la fuerza de la palabra de Jesús.
Si nos mantenemos en tu amor, tendremos vida y
alegría.
Te pedimos ahora por la Iglesia católica, para
que abramos el corazón
a todo pueblo que te invoque desde su propia
cultura y religión
y nos unamos todos en el empeño de hacer
realidad un mundo mejor.
Más que nunca, Padre santo,
nos unimos a toda la creación para brindar por
tu mayor gloria
con este pan y vino, que representan la entrega
y el amor de tu hijo Jesús.
Por él y con él, queremos bendecirte por toda la
eternidad.
AMÉN.
Rafael Calvo
Beca
PRINCIPIO
Aquí nos tienes, Padre,
agradecidos y un poco avergonzados por nuestra
mediocridad,
porque siempre tenemos que pedir excusas
puesto
que respondemos a medias a tu Palabra.
Una vez más, gracias porque siempre nos acoges y
nos invitas.
Gracias por Jesús, tu Hijo, nuestro Señor.
OFRENDA
Ponemos en tu mesa nuestro pan y nuestro vino,
nuestra carne y nuestra sangre.
Queremos
pedirte que seas Tú el que la vaya convirtiendo
en una ofrenda completa a nuestros hermanos.
Por
Jesús, tu Hijo, nuestro Señor.
DESPEDIDA
Nuestro espíritu está tranquilo, renovado,
alimentado por tu Palabra y tu Pan.
Gracias, Padre, acompáñanos
para que en nuestra vida cumplamos la misión que
tú nos encomiendas.
Por
Jesús, tu Hijo, nuestro Señor.
José Enrique
Galarreta
EL TAPIZ DE SUS SUEÑOS
Tú nos revelaste, Jesús,
que para hacer el tapiz del querer del Padre
hemos de entretejer los hilos presentes en la
creación
con los que surgen en la vida cotidiana
aunque parezcan toscos y sin gracia;
que en el proyecto hemos de mezclar
hilos de todos los colores
poniendo en la tarea todo nuestro ser
-alma, mente y corazón-.
Sólo así quererle será gozo y bien.
Y si el alma se nos vuelve yerma,
o si nuestra mente pierde su agudeza,
o si el corazón se nos tuerce o desvaría,
porque en el camino hay otras cosas
que le hacen competencia
-otros señores en guerra viva,
aún plazas de su pertenencia-
tú nos dijiste, muchas veces a lo largo de la
vida,
que Él solo quiere personas libres y enteras.
Sólo así quererle será gozo y bien.
Amar a Dios es lo primero y principal;
pero para que esto florezca y sea
-a la intemperie y en las cuatro estaciones-
necesita expresarse en el amor al prójimo,
al que hemos de querer, sea como sea,
como nos queremos a nosotros mismos.
Por eso, quien no sabe amarse
no puede amar a sus semejantes
ni hacer el querer de Dios Padre.
Sólo así quererle será gozo y bien.
Amar a Dios y amar a los demás:
no hay más, con religión o sin ella.
Aquí queda dicha toda la buena noticia
para quienes preguntan o callan
-fariseos, sacerdotes y sabios
o pertenecientes al pueblo llano-;
aquí se condensa y resplandece
toda la Biblia –la Ley y los Profetas-
lo digan o no las iglesias.
Sólo así quererle será gozo y bien.
Pero nosotros seguimos tejiendo,
con otros hilos y modelos,
pensando que hacemos algo hermoso
-el tapiz de sus sueños-
cuando lo que hacemos son redes
que nos retienen y aprisionan
y no nos dejan ser libres.
Florentino
Ulibarri