ORACIONES para la EUCARISTÍA    

                             
 

 

                               cristianos siglo veintiuno
ÍndicePágina Principal

 

 

 

Oraciones para la eucaristía

 

DOMINGO 2º DE PASCUA

 

ANÁFORA

 

Es éste el momento de elevar a ti, Padre amantísimo, esta oración

para expresarte nuestro agradecimiento más sincero

por cuanto has hecho por todos nosotros,

y, en justa correspondencia, para dirigirte estas preces de alabanza.

Queremos unirnos a todas las personas de buena voluntad, a quienes amas,

y colaborar con ellas en la construcción de un mundo en paz.

Sabemos que esa será tu mayor gloria.

Con todo cariño, te alabamos, te adoramos, te damos gracias

y bendecimos tu nombre, Dios y Padre de misericordia.

Sólo tú eres santo, sólo tú te mereces el nombre de Padre y Madre,

es lo que siempre queremos decirte cuando te cantamos este himno.

 

Santo, santo…

 

Tenemos aún muy reciente la imagen de tu hijo Jesús, el crucificado.

Y no sabemos cómo agradecerle todo lo que hizo y sufrió por nosotros.

Creemos que vive en ti, Dios Padre, y sentimos que vive con nosotros.

Su compañía nos alegra la vida y nos ilumina el camino a seguir.

Por eso estamos contentos y celebramos estas fiestas de pascua.

No queremos olvidar el testamento que nos dejó Jesús, en aquella cena, cuando nos dio ejemplo vivo arrodillándose para servir a los demás

y nos transmitió ese mismo mensaje de entrega 

en unos gestos muy sencillos que nos inducen a repartir y a compartir.

Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,

dio gracias, lo partió y dijo:

«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;

haced lo mismo en memoria mía».

 

Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:

«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;

cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».

Padre y Madre nuestros, siguiendo los deseos de tu hijo Jesús,

nos comprometemos no ya a repetir los signos eucarísticos

sino a plasmar en nuestras vidas la entrega que significan.  

Sabemos, aunque parezca un atrevimiento,

que debemos ser tus manos y suplirte cada día,

Dios todo-amor y nada-poderoso,

atendiendo las súplicas de nuestros hermanos,

teniendo piedad de los que más sufren

y eliminando de nuestro mundo el pecado, la opresión y las injusticias.

Necesitamos que derrames tu espíritu sobre nosotros,

porque queremos transformar nuestros criterios rastreros e interesados

y adoptar las maneras revolucionarias de ser y actuar de Jesús,

que nos consta son como las tuyas.

Ayúdanos a llevar adelante

esta inmensa tarea de reconstrucción del Reino,

no sólo a cuantos formamos parte de tu Iglesia

sino a todos los seres humanos que se mueven en esta misma dirección.

Terminamos ya esta plegaria dándote gracias por el amor

con que has acogido en tu seno a Jesús y a todos nuestros amigos difuntos.

Por todo ello bendecimos tu nombre, Dios y Señor nuestro,

y nos comprometemos a buscar sólo y siempre tu mayor gloria.

AMÉN.

 

 

No disponemos de las oraciones japonesas

en estas fechas.