Oraciones
para la
eucaristía
Domingo
13 tiempo ordinario
ANÁFORA
Te reconocemos, Señor, como el creador de todo
el universo.
Tú eres el Dios de la vida, el Dios de toda la
humanidad,
pero eres sobre todo un Padre bueno para
nosotros,
que nos amas a todos, sin distinciones, sin
esperar nada a cambio.
Gracias, Padre santo.
Apenas llegamos a comprender tu infinita
generosidad,
porque nuestros patrones de actuación son
siempre interesados.
Pero querríamos aumentar nuestra fe en Ti,
convencernos íntimamente de tu amor, confiar en
Ti sin reservas.
Sabemos que no quieres nada para ti,
que nuestra mejor forma de agradecerte tanto
cariño
es amando a todos tus hijos como a hermanos.
Y eso queremos hacer.
Permítenos, Señor, que entonemos ahora en tu
honor
este sencillo canto de alabanza.
Santo, santo…
Debemos agradecerte muy especialmente, Padre
Dios,
el paso por nuestra historia de tu hijo Jesús de
Nazaret,
que nos ha acercado a Ti y nos ha dado ejemplo
concreto de vida.
Tenemos presentes su actitud de ayudar, de
consolar, de liberar.
Y recordamos como dichas para nosotros sus
palabras de aliento:
“Tu fe te salva”, “ten fe y basta”, “levántate”,
“vete en paz”.
Queremos ser como Jesús, libres de espíritu,
pero buenos y generosos con todos.
Este es el momento de rememorar su entrega
total,
este es el momento de comprometernos a imitarle,
es el momento de cerebrarlo repitiendo estos
gestos y palabras.
El mismo Jesús, la noche en que iban a
entregarlo, cogió un pan,
te dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa,
diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi
sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria
mía».
Queremos, Padre santo y bueno, continuar la
misión de Jesús,
liberar a este mundo de sus egoísmos, de toda
opresión e injusticia,
promover mejores sentimientos en el corazón de
todos los humanos,
para que todos nos sintamos hermanos, compañeros
y amigos,
y marchemos juntos, con un mismo espíritu y en
la misma dirección,
para hacer realidad la utopía de tu reino
universal.
Queremos decirte con toda verdad la oración del
padrenuestro.
Padre nuestro que estás en el cielo, en la
tierra y en todos nosotros,
bendito sea tu nombre,
nos proponemos implantar tu reinado en el mundo,
procurar que todos cumplamos tu voluntad,
repartir nuestro pan entre todos,
perdonar a cuantos nos ofendan,
superar nuestras tentaciones
y hacer siempre el bien.
Por
Jesús, tu hijo, nuestro hermano y amigo.
AMÉN.
Colecta
Dios, creador de todas las cosas,
cuya gloria resplandece en todo cuanto vive,
haz que, mediante la palabra de Cristo que hoy
se proclama,
descubramos el sentido de la vida,
y experimentemos nuevamente la alegría de vivir.
Ofertorio
Dios, bondadoso y compasivo, que destruyes la
fuerza de la muerte,
te pedimos que quienes conmemoramos la Pascua
del Señor
vivamos una vida nueva.
Postcomunión
Dios, que haces subsistir a cuanto existe,
con la alegría de haber sentido en nosotros la
vida de Cristo
te pedimos que sepamos apoyarnos mutuamente
y ser, cada uno para el otro,
fuerza y consuelo en las penas y sufrimientos.
Estas
tres oraciones se redactaron en Japón,
siguiendo la reforma
litúrgica del Vaticano II
y han
sido traducidas al español por José Lerga
http://www.telefonica.net/web2/vidaensintonia/tonosorientales.html
Mari Patxi Ayerra