ORACIONES para la EUCARISTÍA    

                             
 

 

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Oraciones para la eucaristía

 

Domingo 16 tiempo ordinario

 

 

ANÁFORA 

 

 

Demos gracias a Dios.

Porque es justo y es lo que nos corresponde hacer.

Te damos las gracias, Dios y Señor nuestro, por todo lo que nos das.

Nadie hubiera sospechado que no eres un Dios autoritario y justiciero

si Tú mismo no te hubieses revelado como Padre y Madre. 

Todavía nos cuesta imaginar tu amor entrañable, tu compasión infinita.

Gracias, Señor, por ser como eres.

Tú eres el Dios liberador, esperanza de los cautivos y oprimidos.

Tú eres el Dios bueno, en el que ponen su fe los pobres de este mundo.

Tú eres el Dios de la Vida, la que vivimos junto a Ti, aun sin verte.

Por todo eso nos unimos ahora a toda la gente de buena voluntad

entonando este canto de agradecimiento.

 

Santo, santo…

 

Santo eres Tú, Dios y Padre,

santo es tu Espíritu que nos viene a ayudar en nuestra debilidad,

y santo es tu hijo Jesús, que nos enseña y nos da ánimos para luchar.

El ejemplo de Jesús, su paso por esta vida, ilumina nuestro camino.

Sintió compasión por las gentes que le seguían, como ovejas sin pastor,

y se dedicó en cuerpo y alma a enseñarles el secreto del amor fraterno,

a descubrirles cómo debían ayudarse unos a otros,

y cómo habrían de compartir con los demás sus panes y sus habilidades.

A un mundo así, más humano, generoso y compasivo,

le llamó Reino de Dios y se comprometió de por vida en este empeño.

Pero Jesús, cuando ya estaba próxima su muerte,

viendo que quedaba aún pendiente mucha tarea, nos pidió ayuda

y nos encargó que continuáramos su lucha por el Reino.

 

El mismo Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,

te dio gracias, lo partió y dijo:

«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;

haced lo mismo en memoria mía».

 

Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:

«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;

cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».

 

Necesitamos tu Espíritu, Señor,

para superar nuestras muchas limitaciones.

Agranda y ablanda nuestro corazón, Padre bueno,

para parecernos más a Ti.

Danos ojos agradecidos

para apreciar tantas buenas cosas que nos rodean.

Y enséñanos a ver con ojos maternos, siempre comprensivos,

como haces tú, el buen fondo que hay en todas las personas.

Pero danos también entrañas de misericordia, para no ser nunca insensibles ante el dolor y el hambre que sufre media humanidad.

Inspíranos las palabras oportunas para el hermano deprimido,

y ayúdanos a mostrarnos siempre disponibles para quien nos necesite.

Lograr que todos seamos más humanos

y todos sientan la alegría de vivir

no es una labor de una persona ni de una comunidad,

ni siquiera de una religión.

Sólo será posible tu Reino

cuando todos todos nos creamos hermanos.

Brindamos por la esperanza en ese otro mundo posible, 

porque no estamos solos en esta tarea, si contamos, Padre Dios,

con la fuerza de tu espíritu

y la presencia entre nosotros de tu hijo Jesús.

AMÉN.

 

 

Colecta

 

Dios de ternura y amor,

que enviándonos a Cristo como pastor, nos llamas y reúnes a todos,

te pedimos que prestemos oído a sus palabras

y sepamos llevar a cabo sus enseñanzas.

 

Ofertorio

 

Padre misericordioso y compasivo,

fortalece la fe y el amor de quienes caminamos siguiendo a Cristo

y haz que profundicemos nuestra mutua comunión

cuantos participamos de la mesa del Señor.

 


Postcomunión

 

Dios y Padre, con la alegría de vernos unidos en un mismo Cristo,

te pedimos que nos guíes en el trabajo por instalar la paz y la unidad

en un mundo tan aquejado de divisiones.

 

Estas tres oraciones se redactaron en Japón,

siguiendo la reforma litúrgica del Vaticano II

y han sido traducidas al español por José Lerga

http://www.telefonica.net/web2/vidaensintonia/tonosorientales.html