ORACIONES para la EUCARISTÍA    

                             
 

 

                               cristianos siglo veintiuno
ÍndicePágina Principal

 

 

 

Oraciones para la eucaristía

 

Domingo 18 tiempo ordinario

 

 

ANÁFORA 

 

El Señor vive en nosotros.

Que rebose nuestro corazón de alegría y bendiga agradecido a Dios.

 

Te damos gracias, Padre santo, porque cada día

te conocemos un poco más y te haces más presente entre nosotros.

Gracias, Padre Dios, porque eres Amor y Comunión

y siembras en nosotros sentimientos de hermandad y solidaridad.

A través de esta comunidad, que formamos en torno a tu nombre,

con la ayuda de unos y otros, vamos descubriendo tus caminos

y encontrando el aliento y la fuerza para recorrerlos.

Gracias, Padre, porque estás dándole sentido a nuestra vida,

y es que al abrirnos a los demás, nos hacemos más humanos.

Por tantas buenas razones, queremos proclamar tu bondad

y entonar en tu honor este canto de bendición.

 

                   Santo, santo…

 

Recordamos ahora las palabras de tu hijo Jesús,

cuando se llamó a sí mismo Pan que daría vida

a todo aquel que se le acercara y le prestara adhesión.

Hemos sabido que esa es la tarea que quieres de nosotros, Padre Dios,

que sigamos a Jesús, que nos entusiasmemos con su proyecto,

aunque sea tan utópico como hacer un mundo más justo y humano.

Queremos ser como él pan partido y compartido, pan de vida,

dejarnos comer y desaparecer en beneficio de los demás.

Y así te haríamos presente, Padre,

porque Tú eres amor, y estás donde hay entrega total y para siempre.

La eucaristía no puede quedarse en un mero rito ni en pura farsa.

Jesús se merece que sigamos sus pasos.

 

El mismo Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,

te dio gracias, lo partió y dijo:

«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;

haced lo mismo en memoria mía».

 

Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:

«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;

cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».

 

Esa es nuestra voluntad, Señor, hacer lo que Jesús nos encargó,

atender responsablemente las necesidades de los que nos rodean

y abrirnos generosamente a toda la humanidad, sentirla fraternidad,

y siendo testigos y seguidores de aquel Pan de vida

que satisface el hambre y calma la sed,

no permitirnos que nadie perezca en el mundo de hambre o de sed.

Estas serían las señales para que nos reconocieran como cristianos:

trabajar por la salud y la dignidad de todos, en especial de los más pobres.

Te agradecemos, Padre santo, que hayas movido el corazón

de tantas buenas personas, misioneros, cooperantes, creyentes o no,

que viven junto a los que más sufren y les consuelan y ayudan.

Que su ejemplo, como el de Jesús, nos haga ser más solidarios.

Elevamos este pan y esta copa de vino, como en un brindis,

pidiéndote, Padre Dios, que tu Espíritu, el Amor, nos cale hasta el fondo,

y nos impulse a seguir los pasos de tu hijo Jesús.

AMÉN.

 

 

Colecta

 

Dios, derrama tu bendición sobre esta asamblea,

y haz que, encontrando a Cristo, palabra y pan de vida,

proyectemos a los demás la fuerza que vive en cada uno de nosotros.

 

Ofertorio

 

Dios, que has dado al mundo a tu hijo Jesús como pan del cielo,

que el pan y vino que ahora te hemos ofrecido

sean el signo y símbolo de nuestra entrega a los demás.

 

Postcomunión

 

Dios, alimentados con el auténtico pan de vida,

te pedimos que formemos un solo cuerpo en Cristo

y nos renueves con tu Espíritu,

para que trabajemos por tu reino en la alegría de la fe.


 

Estas tres oraciones se redactaron en Japón,

siguiendo la reforma litúrgica del Vaticano II

y han sido traducidas al español por José Lerga

http://www.telefonica.net/web2/vidaensintonia/tonosorientales.html

 

 


TE NECESITAMOS, SEÑOR

 

Te necesitamos, Señor:

para vivir una vida plena,

para sentir alegría interior,

para superar los vacíos,

para salir del desencanto,

para amar de verdad, sin pasar factura,

tenemos que estar muy unidos a ti.

 

Te necesitamos, Señor:

porque andamos preocupados,

porque no sabemos disfrutar del momento presente,

porque a veces sólo estamos en contacto con las propias necesidades,

porque el otro, a ratos, nos es indiferente,

porque tenemos egoísmo familiar,

porque no sabemos salir de nuestro ombligo y

tenemos que dejarnos purificar por ti.

 

Te necesitamos, Señor:

hasta que consigamos vivir más felices,

hasta que encontremos la vida en abundancia,

hasta que creemos tu reino de justicia,

hasta que compartamos las cosas fraternalmente,

hasta que consigamos que nos duela el otro,

hasta que nos limpiemos de tanto egocentrismo,

hasta que logremos que todos vivan bien,

tenemos que dejarnos invadir de tu amor.

 

Porque urge que inventemos tu reino, te necesitamos, Señor:

para revolucionar las relaciones y crear encuentros,

para que nos dignifiquemos unos a otros,

para que cada persona encuentre su lugar en el mundo,

para que haya de todo para todos,

para que se nos llene el corazón de fiesta,

para que logremos tratarnos como hermanos,

para que nuestra vida se llene de armonía,

para que esperemos la muerte como tu gran abrazo,

tenemos que dejarnos cambiar el corazón.

 


Mari Patxi Ayerra