EL SERVICIO COMO ACTITUD PERSONAL
Estamos inmersos
en una sociedad donde los valores que imperan son el
poder, el prestigio, la riqueza material y donde
tantas veces nos falta el servicio como actitud
personal. Por ello pedimos perdón:
Porque muchas
veces somos símbolo del tener y no del
ser,
PERDÓN, SEÑOR.
Por la falta de
disponibilidad en el servicio a los que
tenemos más cerca,
PERDON, SEÑOR.
Porque en muchas
ocasiones nuestras actividades profesionales van
sólo encaminadas al lucro personal y no las
dirigimos al servicio a los demás,
PERDÓN, SEÑOR
Por las veces que
ignoramos a los que se cruzan con nosotros, e
incluso a los que nos piden ayuda,
PERDÓN, SEÑOR.
Te pedimos, Señor,
que estas actitudes, que poco tienen que ver con las
que tú nos enseñaste, se vayan tornando en actitudes
personales de servicio, de manera que seamos capaces
de mostrar nuestra disponibilidad y apertura a
todos.
SALVACIÓN UNIVERSAL
Tú, Señor, quieres
que todos participemos de tu salvación. Sin embargo
nuestra sociedad, denominada cristiana, pretende la
exclusividad en la salvación. Por ello pedimos
perdón:
Porque muchas veces
nos consideramos el pueblo elegido, los escogidos
para la salvación,
PERDÓN, SEÑOR.
Por la falta de
consideración que a veces tenemos con quienes no
comparten nuestras creencias,
PERDON, SEÑOR.
Por las veces que
nos creamos una salvación a nuestra medida e incluso
pretendemos imponérsela a los demás, eso sí, por su
bien,
PERDÓN, SEÑOR.
Por las veces que
ignoramos a los hermanos y pensamos que la salvación
es un mero acto de magia,
PERDÓN, SEÑOR
Porque en muchas
ocasiones dudamos de tu promesa de salvación
universal,
PERDÓN, SEÑOR
Te pedimos Señor que
estas actitudes que poco tienen que ver con las que
tú nos enseñaste, se vayan tornando en actitudes
personales acordes con tu salvación, de manera que
seamos capaces de incluirnos en tus planes de
salvación.
PerdonaNDO POSIBLES ofensas
“Y
cuando estéis de pie orando,
perdonad si tenéis algo contra alguien,
para
que también vuestro Padre del cielo
os
perdone vuestras faltas”.
(Es palabra de Jesús, en el evangelio de Marcos, 11,
25)
Perdona nuestras ofensas
como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
Reconocemos, Señor, nuestras debilidades, nuestros egoísmos,
nuestras
faltas de responsabilidad.
Reconocemos la mucha distancia que media
entre lo
que sabemos que deberíamos hacer por los demás
y lo que
realmente hacemos por ellos.
No
tenemos excusa de ignorancia.
Reconocemos que con todo ello
estamos
ofendiendo a nuestros hermanos.
Lo
sentimos, Señor. Y desde aquí les pedimos perdón.
Sabemos que te duelen todos tus hijos,
que cualquier ofensa al más pequeño de ellos, o al más
malvado,
es como ofenderte a ti.
Perdona, Señor, nuestras ofensas
como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
Queremos perdonar a todos, tanto a los más allegados,
como a los que pudiéramos considerar enemigos.
Te hacemos testigo, Señor, de que les perdonamos de
corazón,
no sólo de palabra.
No
queremos quejarnos de lo que otros hayan podido hacernos,
de eso
queremos olvidarnos.
No
queremos guardar rencor a nadie.
No
querríamos sentirnos ofendidos por nadie,
tanto si
es un desconocido como si es nuestra propia gente.
Deseamos
restarle importancia a lo que pudieran habernos hecho.
Gracias,
Padre Dios, porque sabemos que contamos con tu perdón.
Y
esperamos que nuestros hermanos quieran perdonarnos,
como
nosotros perdonamos desde ahora
a cuantos
pudieran ofendernos.
OOOOOOOOO
SEÑOR,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS
Señor,
ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Y
ten piedad también de los pobres, de los marginados,
de
los hambrientos que nos rodean.
Cura, Señor, nuestra ceguera.
Queremos que dejen de ser invisibles para nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Y
ten piedad también de los enfermos sin remedio,
de
los que sufren sin consuelo,
de
los que mueren a diario violentamente.
Descúbrenos, Señor, que todos ellos son familia nuestra.
No
queremos que nadie se sienta abandonado.
Señor,
ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Y
ten piedad de los pueblos desesperados que ansían nuestras
migajas.
Queremos solucionar sus problemas, que son también nuestros.
Empújanos a salir de nuestro mundo, tan cómodo como irreal,
que
nos hemos creado para nuestro exclusivo disfrute.
Señor,
ten piedad de todos ellos.
Y
ten piedad de nosotros.