PLAN RENOVE PARA CREYENTES   

                             
                              

 

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A mis setenta años he descubierto vuestras páginas que leo todas las semanas, también me estoy pasando todos los textos del Plan Renove y los demás.  

Estoy buscando en estos alguna referencia al sagrario y lo que representa en la iglesia Romana y no lo encuentro.

De joven me enseñaron que era bueno lo de la visita al Santísimo, aunque lo único que recuerdo es que de joven, (cuando no había móviles), era una buena excusa para quedar con aquella chica que pretendíamos que nos hiciera caso.

Gracias.

Jaume

 

 

EL SAGRARIO

 

 

Confieso que me ha sorprendido que alguien ponga sobre la mesa el tema del sagrario.

 

Llevas toda la razón, mi querido Jaume, los que somos de antiguas generaciones hemos vivido muy pegados al sagrario. Incluso hemos pasado noches enteras, arrodillados ante él. Se podría decir que nuestra vida cristiana estuvo centrada en el sagrario, o en la “sagrada forma” expuesta para ser adorada. Todavía hoy, encontramos religiosas dedicadas a adorar al Santísimo.

 

Todo ha cambiado, o cambia con rapidez alarmante. Pero no convendría olvidar que cambios de enfoque, más o menos bruscos, que zarandean la sociedad y dejan las raíces al aire, ocurren de tiempo en tiempo en la historia.

 

Esa historia con sus convulsiones, a veces gigantescas, moldea o engendra la cultura, el saber humano, el desarrollo, y fabrica al hombre. Lo empuja, con dolores de parto, hacia la plenitud. La historia produce desgarros, pero también da a luz.

 

Por ejemplo. Israel, en sus siglos de caminar con el sueño de una tierra y un Dios, se fabricó tres sacramentos que hacían presentes a Yahvé: el Templo, la Torah, y el Rey. El Templo morada del Altísimo; la Torah, palabra de Yahvé; el Rey su representante en la tierra.

 

La historia lo echó todo abajo. El Templo lo destrozaron repetidamente sus enemigos. El Rey fue convertido en esclavo y eliminado. Al final, Jesús de Nazaret proclamó que el Templo era Él; que por encima de la Ley estaba el hombre; y que sí era Rey, pero de otro reinado.

 

Jesús acabó, - o cristianamente dicho,- empujó la historia de Israel hacia su plenitud. Proclamó un sistema totalmente nuevo y revolucionario: el comienzo de una era en la que el Dios de los creyentes no estaba en el Templo, ni en ninguna Ley, ni era representado por ningún Rey, ni sumo sacerdote. El Templo para Dios era el hombre. Toda ley sería útil si ayudaba al hombre. Y el elegido, sería el humilde y el necesitado. Esto es nuestro evangelio. El mandamiento (la nueva Torah) era el amor de unos a otros. Quedaba abolida toda esclavitud y servidumbre.

 

Es comprensible que a Jesús lo mataran. No tenía sitio ni en Jerusalén, ni en el Templo, ni en la clase sacerdotal. La sociedad que él promulgaba era otra.

 

Seamos honestos. Todavía hoy no aceptamos el anuncio de Jesús. No vivimos en el paganismo, pero seguimos en el antiguo testamento. Necesitamos santuarios, mecas, lugares sagrados, vaticanos, hombres sagrados, para poder encontrar a Dios. No nos hemos creído aquello de ser hijos de Dios.

 

Además nos resulta mucho más fácil una imagen o un crucifijo que un mendigo; un sacerdote que un enfermo. Nos sigue resultando más fácil poner nuestra seguridad en objetos sagrados y ritos varios que en la fraternidad.

 

El sagrario. Sagrario es palabra latina. Significa “lugar sagrado”.

 

En los primeros siglos no había sagrario. Las sobras de pan y vino de la comida del Señor se guardaban en las casas particulares en vasijas o paños, para llevarlos a los domicilios de los enfermos o impedidos.

 

El sagrario como caja, recinto y lugar sagrado aparece en el siglo XI. La capilla del Santísimo, como apéndice del templo, aparece en el siglo XV.

 

En Lieja, Bélgica, una religiosa cisterciense llamada Juliana de Cornillón (1192-1258) tuvo una visión cósmica: Una noche, la luna llena brillaba como plata, pero con una mancha negra. Juliana interpretó que la luna representaba a la Iglesia en la tierra, que recibe la luz del Sol: Cristo Jesús; evidente que la mancha negra era la carencia de una celebración litúrgica para la Eucaristía.

 

Más adelante, el Papa Urbano IV, que conocía a sor Juliana, después de comprobar personalmente cómo unos manteles de un altar quedaron ensangrentados por la sangre emanada de una forma consagrada, instituyó la celebración del Corpus Christi para la Iglesia Católica Universal, fijándola el jueves después de la fiesta de la Santísima Trinidad.

 

En el siglo XIII, la cristiandad sufre una autentica fiebre eucarística. Se crea una liturgia. Se crea una teología sobre qué es el pan y el vino.

 

Como veremos el próximo día, la devoción del pueblo camina al margen de los estudios teológicos. Son los mismos papas los encargados de alimentar una visión “sensualista" del “cuerpo y sangre” del Señor. Eucaristía, Virgen y Papado serán desde la Edad Media los tres motores para mover a las masas en la Iglesia Católica.

 

Yo, católico, también creo en la Eucaristía, también la Madre de Jesús es mi virgen, y, para mí, también es necesario un hermano mayor que nos mantenga unidos en la fe, viva en Roma o en el Congo.

 

Pero es imprescindible una fe adulta y saber:

Qué tipo de presencia es la de Jesús en el Eucaristía.

Qué es eso de la virginidad de María.

Qué función desempeña, o debe desempeñar nuestro hermano mayor.

 

Intentaremos profundizar en la primera cuestión que nos propone Jaume: La presencia de Cristo en el sagrario.

 

Un adelanto

 

S. Buenaventura:

“Personas insensatas atribuyen a este sacramento toda clase de cosas, que, realmente, son peligrosas”.

 

Santo Tomás de Aquino:

Hay creyentes que suponen que cuando unos incrédulos, por odio o por sadismo, traspasan hostias consagradas y éstas (según los relatos medievales) comienzan a sangrar, piensan que esa sangre es realmente la verdadera sangre de Cristo,”

“Sea lo que sea esa sangre, una cosa es cierta: no es la sangre de Cristo”.

“Cristo no está encerrado en el tabernáculo; allí están, sí, las especies sacramentales u hostias consagradas”

Como el asunto es serio, aporto la fuente: Summa Theol., III q.76

 

Se podría decir, con toda verdad, que las desviaciones en nuestras creencias y piedades son mucho más, producto de misioneros y cleros, incluso papas ignorantes, que de los teólogos de facultad.

 

Hasta el próximo día.

 

Luís Alemán