PLAN RENOVE PARA CREYENTES
Sigo entusiasmado con el correo semanal y doy las gracias por el esfuerzo. Tengo dos temas para el plan renove:
1.- Sobre qué se entiende por tradición en los escritos de la jerarquía y cuál debería ser para todos.
2.- El otro, qué se entiende por ley natural, porque no me aclaro.
Guillermo Vidal de Mesa
Tradición
Nuestro amigo, con sus preguntas no pide respuestas. Pide tratados de filosofía y teología.
Intentaré ser esquemático y no meterme en líos. Es decir, explicar palabras y conceptos sin tratar el asunto por extenso, sólo situarlo.
Paso previo. No se considera expresión de una “fe” la conclusión de que “algo” tiene que haber detrás de lo que vemos. Esa conclusión es más el final de un razonamiento, o mera intuición sin razonar, o consecuencia de un miedo producido al experimentar nuestra pequeñez. Ese Algo superior, aceptado o temido, no ha hecho ningún gesto por acercarse a nosotros como un Tú.
Primer paso. Sin embargo, cuando decimos: “creo” en Dios manifestamos creer en Alguien. Creyente, no es el que, en primer término, acepta unas verdades o dogmas sino el que reconoce y se fía de alguien. El creyente cree en Dios como un “Tu”. No cree que, sino cree en.
Segundo paso. El creyente acepta que Él, el Tú oculto, ha hablado, se ha expresado en directo, o con la voz de otro, o mediante signos comprensibles.
Si esa palabra o signo comprensible, cimiento de la fe, es Jesús, el judío de Nazaret, el del Nuevo Testamento, el creyente es un cristiano.
Si fueron sólo los profetas o escritores del Antiguo Testamento, es creyente judío.
Si fue Mahoma el del Corán, es musulmán
Para todos estos creyentes, lo escrito, tiene una importancia decisiva. Las escrituras recogen, de una forma o de otra, lo que Dios ha dicho por medio de otros. Son religiones basadas en un libro y lo escrito es la fuente para saber de Dios, o la voz escrita de Dios
Tercer paso. Dentro del mundo católico, las Escrituras son “una” fuente de la revelación. “Otra” fuente de revelación es la tradición.
Lc 1:2-4
“Según lo que nos transmitieron los que desde un principio fueron testigos oculares y llegaron a ser garantes del mensaje, he resuelto yo también, después de investigarlo todo de nuevo con rigor, ponértelo por escrito de forma conexa, excelentísimo Teófilo, para que compruebes la solidez de las enseñanzas con que has sido instruido”.
Todas las manifestaciones y palabras de Dios se produjeron en la historia, mediante hombres históricos. Están escritas en el marco de una historia. Resulta, por tanto, imprescindible conocer la historia para conocer su contenido y su sentido.
Y para mayor complicación, -o para hacerlo más humano- es imprescindible saber cómo se han ido comprendiendo y transmitiendo esos escritos a lo largo de la historia.
En el trasfondo del asunto, está el hecho de que Dios, para acercarse al hombre (que es tiempo y espacio) se tiene que hacer historia. Y la historia es movimiento, parte de un crecer. La historia es un hacerse. No un todo. No un final. Historia es camino hacia “la verdad toda”.
Y este proceso de maduración se cumple en todo: en los individuos, en las instituciones y en las sociedades. Es imprescindible tener ojos de historia para comprender, y comprendernos. Llevamos la historia dentro. Somos historia. Y la historia no guarda su verdad en un capítulo, en una época. La historia sigue abierta.
Ni siquiera está dicho del todo el “Logos” del que habla Juan. Ese Logos se ha hecho carne, se ha metido en la historia. Ese Verbum, esa Palabra sólo lo habrá dicho todo al final de la Historia.
Esto quiere decir que la verdad de nuestra fe, nuestro credo no están terminados. Y por tanto no están, aún, entendidos plenamente. Ni mucho menos están sujetos a una parte de la historia. Ni siquiera a la época de los comienzos con Jesús en Palestina.
Las sagradas escrituras, para el creyente, encierran Palabra de Dios hecha tiempo y sólo se irá entendiendo, poco a poco, a lo largo del tiempo. Lo que entendieron los de antesdeayer y ayer, nos ayudará hoy.
Dentro de lo católico, la “tradición” es una de las dos ruedas de un carro. La otra es la “escritura”. Y si no gusta la imagen del carro, digamos simplemente que tradición y escritura son las fuentes de la revelación. Para buscar y encontrar lo que Dios ha dicho, hay que buscar no sólo en la Biblia sino en la historia de los creyentes.
Hasta aquí, todo claro en teoría. Incluso razonable. Pero la realidad es muy compleja. Tanto las escrituras como la historia han de ser estudiadas con toda la ciencia y técnicas propias de cualquier investigación humana.
Las Escrituras nacen en culturas antiguas. No son tratados científicos. Relatan la historia de unos creyentes antes y después de morir Jesús, cuyas formas de expresarse y esquemas mentales no tienen nada que ver con nuestros tratados y catecismos teológicos. Etc.
La tradición como historia del pensamiento de lo que han creído y dicho los creyentes, por muy sabios y santos que hayan sido, es muy difícil de depurar. Pero nadie ha dicho que hacer una suma teológica, un catecismo, o incluso un credo universal sea fácil.
El próximo día seguiré con el tema. Hoy quiero dejar en el aire algunas preguntas para enredar.
¿Quién puede más: la escritura o la tradición?
Hacia el final de la edad media, ante la avalancha de “herejías” que preparan la Reforma de Lutero, la Iglesia Católica insiste en su autoridad. Y su autoridad se llega a poner por encima de la Escritura. Se afirma incluso que el Papa puede corregir a S. Pablo (Ives Congar)
Sto. Tomás afirma que en la escritura se encuentran todas las verdades necesarias para salvarse. Si alguna verdad no se encuentra en la escritura es que no es necesaria para salvarse.
¿Escritura y Tradición, son dos fuentes?
¿Pero no viene la escritura, e incluso la fe, por la tradición?
1Cor 11:23
Porque lo mismo que yo recibí y que venía del Señor os lo transmití a vosotros
Un recuerdo de Trento. Tradición y tradiciones.
No saber distinguir tradición de tradiciones, nos puede llevar hasta al paganismo.
La Tradición fue tema nuclear en Trento. Concilio organizado contra el protestantismo. Lutero había cogido el hacha para podar la Iglesia de costumbres, tradiciones, ritos y sacramentos sin fundamento ni en la escritura ni en la tradición verdadera.
Trento está sin resolver. Vuelven y vuelven las mismas cuestiones. Pero el Sistema, la Curia que se adueñó de las llaves del Reino, no abre puertas ni ventanas. ¿Es prudencia? ¿Es miedo?
Es fácil criticar y opinar cuando no se tiene la responsabilidad del poder. Pero ¡ay de los que saben, pueden y no actúan por miedo!
Amigo Guillermo, agradezco tu fidelidad. Pero estoy viejo. Cansado ante tantas oscuridades. Me queda la oración del Padre Nuestro. Según estudié algún día, esa oración es parecida a una oración judía, que le enseñó María su madre, cuando era pequeño. Él la acomodó. Esa oración vale una Fe.
Luis Alemán