PLAN RENOVE PARA CREYENTES
¿Salvar almas o salvar al hombre?
¿Por amor a Dios o por amor al hombre?
Almas. Por amor de Dios
Nuestro lenguaje popular heredado está sembrado de dichos muy bellos. A través de esos dichos, aunque sean muletillas, transmitimos, conscientes o inconscientes, una forma de pensar muy enraizada. En alguna medida, también con ese lenguaje transmitimos nuestro creer. La imagen dolorida y pacífica que me ha quedado de mi madre está unida a la referencia frecuente a un Dios incomprensible, pero bueno.
“Que Dios le ampare. Vaya con Dios. Una limosna por el amor de Dios. Que Dios se lo pague. Buenos días nos dé Dios…etc.”
Esa forma de presencia de Dios en el lenguaje no es exclusiva de la llamada cristiandad. Fue muy propio y es en el Israel creyente. Es invasivo en el mundo musulmán.
Dios está en el centro. Es la razón de todo. La respuesta. Si se trabaja es por Dios, si se sufre es por Dios, si se ama es por Dios. La única fuente de alegría: Dios. El hombre, si interesa, es para hacerlo hijo de Dios.
Al gran Francisco Javier, en la India, le dolía el brazo de tanto bautizar. Javier fue un gigante de la fe. Javier se puso, sin pretenderlo, al frente de una inmensa legión de misioneros que han hecho un bien incalculable a los hombres. Nadie puede dudarlo.
Pero desde Javier a nuestros días, se ha progresado mucho en el conocimiento de Dios. Hoy podemos decir que los hombres no sólo han crecido en las ciencias de la naturaleza y del mismo hombre. También hemos crecido, y mucho, en el conocimiento de Dios, Fuente de lo creado. Cada generación aumenta su saber sobre qué es Dios, quién fue y qué dijo Jesús, qué es y para qué sirve eso de la iglesia de Jesús.
Hombres. Por amor al hombre
Hoy comprendemos con más claridad, que lo específico del evangelio de Jesús fue dirigir el foco de la fe y de la Ley hacia el hombre desvalido. Porque el hombre necesita del hombre para comer (dadle vosotros de comer. Mt 14,16) y para vivir (desatadlo y dejadlo andar. Jn 11,45) o para dirigirse a Dios (primero, haz la paz con tu hermano y luego… Mt 5,24) te espera Dios.
El último gran curso de teología impartido al mundo, sobre Dios y el evangelio de Jesús, acaba de ser clausurado en Anantapur (India)
Ferrer ha sido un creyente. Su fe ha movido montañas. Tuvo la enorme valentía de abandonar todas las chorradas y seguir a Jesús allí donde Jesús estaba. Ferrer no escribía sobre temas teológicos. No daba clases. No perdió el tiempo discutiendo con Roma. No invirtió su tiempo en aumentar las estadísticas de bautizos. Su Dios era el mismo Dios de Javier. Un Dios que no es una estatua, ni una pirámide, ni está en el Templo. Un Dios vivo que fermenta la historia, al que el hombre va conociendo poco a poco, siglo a siglo. Y hoy conocemos un poco mejor que ayer.
Ferrer construyó con sus manos un pequeño hospital, luego un pozo tras otro. Finalmente, se dedicó a repartir trigo con un carro arrastrado por un par de bueyes. Década de los cincuenta y sesenta. Nunca les hablaba de Dios. Vicente Ferrer bajó a los infiernos para resucitar a los muertos.
Las autoridades civiles lo echaron del país. Era como una nueva fragancia con peligro por su demasiada atracción. El Vaticano no podía aceptar esa nueva teología de sudor, silencio y trigo. Los jesuitas quisieron reconvertirlo en misionero de misa y catequesis. Pero él ya era propiedad de Dios y de los pobres.
Hoy todo el mundo se estremece ante la muerte de ese quijote del evangelio. ¡Se han movido las montañas! ¡Dios estaba con él!
¿Qué importa que lo hagan santo o no? Yo no creo que todos los llamados santos oficiales sean buena gente. Vicente Ferrer perteneció y debería pertenecer sólo a los pobres. Vicente Ferrer no es producto del Vaticano. Se salió del Vaticano. ¡Que no lo reclamen como santo ahora, allí! No le hace ninguna falta la canonización de los eminentísimos cardenales.
¿Por qué no traslada Ratzinger su sede a Anantapur?
He leído la prensa, he visto televisiones, he oído radios. Se ha hablado mucho y bien de Vicente Ferrer. A su entierro acudieron políticos de importancia. Han llegado condolencias de la Casa Real. Me ha dolido como creyente no haber visto ni al Vaticano, ni a la Conferencia Episcopal española, ni a la Compañía de Jesús ni a la Cope.
“Tengo muy claro que ninguna acción buena se pierde en este mundo.
En algún lugar quedará para siempre.”
Vicente Ferrer.
Luis Alemán