Mi verdadero YO
Cuando
aprendí que mi verdadero ser no es el “yo” a que me refiero
cuando digo “yo”, se me abrió una ventana al infinito y
empecé a verlo todo de otro color: el color de la
fraternidad, el color de una humanidad pacificada, solidaria
y feliz.
Pero
confieso que esta visión no ha llegado todavía a mis
entrañas, solo parece que está en mi mente… aunque ya es
algo.
Nuestro verdadero YO, nuestra identidad profunda no está en
nuestro cuerpo, nombre, familia, nacionalidad, psicología,
carácter, etc. etc. ese “yo” es provisional, el que
necesitamos mientras vivimos en este planeta. Al final
desaparecerá y quedará en el cementerio. Le llamo “el
pequeño yo”.
Tenemos también otro “yo”, no solo pequeño sino indeseable.
Es el que nos creemos que somos y que no coincide con
nuestra realidad. Por ejemplo: el señor García llegó a
ministro y, ufano con el ascenso, se identifica con su cargo
y se cree que es de verdad ministro, cuando sigue siendo un
simple ser humano.
Y sin
necesidad de tener un cargo, simplemente creerse ser alguien
según una imagen que uno se ha forjado en su idealismo.
Todos o casi todos tenemos un “ego” que se irrita cuando le
contrarían, que pretende dominar, sobresalir, ser
protagonista, hacerse el centro del mundo, etc. etc.
Todos,
junto con toda la creación, formamos una gran red con
infinitos nudos, porque todo está entrelazado e
interrelacionado. La mayoría de los humanos no sabemos que
nuestra verdadera Identidad es el AMOR, esa Mente o Energía
que mueve el Cosmos. Y no lo sabemos porque nuestro nivel de
conciencia actual no ha dado todavía un paso adelante en la
evolución. El paso a una nueva conciencia de unidad con
todo.
Algunos sí que llegaron, siglos atrás y actualmente muchos
están abriéndose a esta nueva visión de la Realidad.
Creo
que el mundo sigue evolucionando y con él la conciencia de
los seres humanos y poco a poco acabarán las enemistades,
los egoísmos, las ambiciones particulares, los sistemas
económicos perversos como el que tenemos ahora.
Mientras tanto, empezaré por cultivar esa nueva visión y
compartirla con otros.
Paz
Rosales