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SI NO VEO A DIOS EN EL OTRO, MI DIOS ES UN ÍDOLO

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Mc 07, 31-37

 

CONTEXTO

Es una pena que la liturgia se haya saltado el relato de la Cananea. Para mí es uno de los diálogos personales más entrañables y profundos del evangelio. Jesús aprende de ella que los débiles son siempre los que necesitan ayuda, sean judíos o paganos. Hay otro dato muy interesante. Jesús no va a tierra de paganos a hacer proselitismo. Al contrario, dice expresamente que ha sido enviado solo a las ovejas de Israel. Tampoco está claro por qué Jesús se sale del territorio de Galilea. Puesto el relato a continuación de la acusación de no cumplir las tradiciones, podría pensarse que es para alejarse del control de los fariseos.

El episodio que nos narra hoy Marcos no tiene localización precisa. Solo sabemos que vuelve de Tiro al lago de Galilea, pasando por Sidón, atravesando la Decápolis. Podemos suponer que estamos en la Decápolis, tierra de paganos. Si alguno intentara marcar un recorrido geográfico de los itinerarios de Jesús en el evangelio de Marcos, se encontraría con un galimatías indescifrable. Para Marcos la geografía no tiene ninguna importancia. Coloca a Jesús en cada momento donde le interesa teológicamente.

 

EXPLICACIÓN

En el AT, los tiempos mesiánicos se anunciaron como salvación para los pobres, los marginados, los que no tenían valedor en este mundo injusto. Seguramente hemos entendido demasiado literal¬mente el anuncio hecho por los profetas de que, los sordos oirán, los mudos hablarán, los ciegos verán, los cojos saltarán... En realidad nunca se dice en toda la Biblia que el Mesías tuviera esa misión. También dice el texto que nacerán fuentes en la estepa, que el león pacerá con el buey, que el niño cogerá la serpiente en la mano etc.; y nadie espera que eso vaya a suceder en la realidad.

Para los judíos, el hecho de que una persona fuera sorda o muda o ciega o coja, no era solo un problema de salud sino, sobre todo, un problema religioso. Esa carencia era signo de que, en él, las fuerzas del mal prevalecían sobre las del bien; es decir, que Dios le había abandonado. Si Dios lo había abandonado, la institución religiosa estaba obligada a hacer lo mismo. Eran por tanto, marginados por la religión, que era la mayor desgracia que podía recaer sobre una persona. Jesús, con su actitud, manifiesta que Dios está más cerca de los marginados, de los que sufren. Al curarlos Jesús les está sacando de su marginación religiosa, demostrando que Dios no margina a nadie y que la religión no obra en su nombre.

El relato de Marcos está plagado de simbolismos que hacen imposible interpretarlo como crónica literal de unos hechos. En el capítulo siguiente de este mismo evangelio, se narra la curación del ciego de Betsaida, utilizando el mismo cliché; exactamente con los mismos detalles: es presentado por otros, le piden que lo toque (le imponga las manos), lo separa de la multitud, hace un tocamiento con su saliva, y les manda que guarden silencio.

En los profetas, la ceguera y la sordera son símbolos de resistencia a la palabra de Dios. En el evangelio son símbolos de la incomprensión y resistencia al mensaje de Jesús. Los discípulos de Jesús no comprenden el mensaje y por lo tanto, no pueden trasmitirlo.

Sordo y mudo en el AT, era, simbólicamente, el que no quería escuchar la palabra de Dios, y por lo tanto, tampoco podía cumplirla o proclamarla. Si tenemos en cuenta que la religión judía está fundamentada en el cumplimiento de la Ley, descubriremos que el que no puede oírla ni proclamarla, queda totalmente excluido.

La imposición de manos era signo de la comunicación del Espíritu. La mirada al cielo era signo de relación íntima con Dios. Apartarlo de la gente era separarlo del mundo. El dedo hace referencia al dedo de Dios que actúa con fuerza. La saliva se consideraba como vehículo del Espíritu. Aparentemente Jesús actúa como sanador. Pero los taumaturgos trataban de hacer sus curaciones con la máxima ostentación posible. Jesús quiere hacer ver a todos que su objetivo es muy distinto.

Jesús nunca identifica el Reino de Dios con una supresión de las limitaciones; tampoco lo identifica con una situación social concreta. En las bienaventuranzas queda muy claro que el Reino de Dios está abierto a todos, por muy adversas que sean las circunstancias personales.

Él dice expresamen¬te que el Reino de Dios está dentro de vosotros. El Reino de Dios es una actitud vital de cada persona. Es un descubrimien¬to de Dios en lo hondo del ser. Claro que una vez que la persona entra en esa dinámica, tiene que manifestarse después en la manera de actuar. La atención a los marginados no es el Reino de Dios, sino la manifesta¬ción de que está presente y visible a todo el que lo quiera ver.

 

APLICACIÓN

Si queremos que El Reino de Dios llegue a los marginados antes de haber entrado nosotros en él, caemos en la trampa de la programación. Mientras no cambiemos nosotros, por mucha atención que reciban los que sufren, no ha llegado el Reino de Dios, ni para nosotros ni para ellos.

Para el mismo Jesús, desde una perspectiva del AT, la señal de que el Reino de Dios ha llegado, es que los sordos oyen, los cojos andan, los ciegos ven, y los pobres son evangelizados. Aquí encontramos la clave de interpretación del relato. El Reino consiste en que los que excluimos dejemos de hacerlo, y los excluidos dejen de sentirse excluidos a pesar de sus limitaciones.

El objetivo de Jesús no es erradicar la pobreza o la enfermedad, sino hacer ver que hay algo más importante que la salud y que la satisfacción de las necesidades más perentorias. Sacar al pobre de su pobreza no garantiza que lo hayamos introducirlo en el Reino. Pero salir de nuestro egoísmo y preocuparnos por los pobres, puede hacer que el pobre descubra el Reino de Dios.

Si el reino de Dios no se manifiesta en nuestra relación con los más débiles, es porque no ha llegado a nosotros todavía. Con el evangelio en la mano, no podemos pensar en un Reino de Dios puramente espiritual. Ya hemos dicho muchas veces que una relación auténtica con Dios es imposible al margen de una preocupación por los demás. Creer que podemos servir a Dios sin darnos a los demás es una falsa ilusión.

Los cristianos no hemos aprendido la lección, ni como individuos ni como iglesia. El ejemplo de Santiago, dentro de su simplicidad, es esclarecedor. ¿Quién de los aquí presentes aprecia más a un andrajoso que a un rico? ¿Qué sacerdote, incluyéndome a mí, trata mejor a los pobres que a los ricos? La conclusión es clara: el Reino de Dios aún no ha llegado a nosotros.

¡Ábrete! Sería también hoy el grito que nos lanzaría Jesús. El mensaje de Jesús tendría que operar en nosotros los mismos efectos que tuvieron su saliva y su dedo en el sordomudo. Todos tenemos de algún modo los oídos cerrados y la lengua atada. Escuchar es la clave para descubrir cuál debe ser mi trayectoria en la vida.

La postura de cerrarse a la Palabra, es mucho más común de lo que solemos pensar. El miedo a equivocarnos nos paraliza. Un proverbio oriental dice: si te empeñas en cerrar la puerta a todos los errores, dejarás inevitablemente fuera la verdad. Todos estamos, de alguna manera, en esa actitud.

El episodio de hoy nos debe hacer reflexionar. Todos tenemos que abrirnos a la verdad y tratar de comunicarla a todos, llevándoles un poco de ilusión para seguir adelante.

Puede ser interesante recordar lo que Jesús dijo en Jn 10, 9: "Yo soy la puerta, el que entre por mí quedará a salvo, podrá entrar y salir y encontrará pastos". Pero, "puerta" se puede entender como el hueco que permite el acceso a una estancia o el elemento material que girando sobre unos goznes puede permitir o impedir el paso.

El contexto de la cita deja claro que se trata de la apertura para entrar y salir. Pero por desgracia utilizamos a Jesús como el elemento giratorio que nosotros utilizamos para dejar entrar o para impedir el paso a la intimidad de Dios. Con mucha frecuencia, hemos cerrado la puerta y nos hemos guardado la llave. También lo advirtió Jesús: ¡Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los demás las puertas del Reino de los Cielos! Ni entráis vosotros ni dejáis pasar a los que quieren entrar (Mt 23, 13).

 

Meditación-contemplación

 

¡Ábrete del todo!

La clave de toda vida espiritual es la apertura.

Como una esponja debes dejarte empapar.

Pero para ello, no hay más remedio que exprimirte.

....................

 

Si te vacías de todo lo terreno que hay en ti,

lo divino que también está en ti, te inundará.

Es más simple que el mecanismo de un chupete.

En la medida que te vacíes, te llenarás.

..............

 

Si estás lleno del mundo, tu acción será mundana.

Si estás lleno de Dios, rezumarás espíritu.

Trabaja por lo primero.

Lo segundo será siempre una consecuencia espontánea y lógica.

.....................

 

Fray Marcos

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