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LA BUENA NOTICIA DE JESÚS FRENTE A LA ANTIGUA LEY

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Lc 1, 01-04 + 4, 14-21

Según una antiquísima tradición, Lucas es un médico griego convertido por Pablo, que le acompaña en sus viajes hasta el final. El texto que hoy leemos tiene dos partes. La primera parte es el prólogo de su evangelio. En él se presenta la intención y método del autor. Un griego llegado a la fe ofrece una justificación de por qué puede creer en estos hechos, garantizados por testigos de vista, fiables.

Es un texto importante para nosotros: conocemos cómo se escribieron los Evangelios. Hubo personas, como Lucas, que recogieron cuidadosamente la información: la recogieron de personas que fueron testigos oculares de los hechos, y luego fueron predicadores de ese mensaje.

Se trata de ofrecer una aportación más a la justificación de la fe en Jesús, de mostrar que no estamos creyendo en leyendas inventadas, sino que nuestra fe parte de hechos, garantizados por testigos fiables, que por esos hechos llegaron a la fe en Jesús y nos la transmiten.

La segunda parte se sitúa en el principio de la predicación de Jesús. Después del "evangelio de la infancia" (caps. 1 y 2) se presenta la predicación del Bautista, el bautismo de Jesús y la cuarentena en el desierto (cap.3). Inmediatamente después Jesús empieza su predicación en Galilea. Éste es el texto de hoy. Jesús se presenta a sí mismo como la presencia del Espíritu, como el Mesías, anunciado en Isaías (61:1-2).

Pero el texto que se propone para la eucaristía está mutilado, y los versículos que siguen son muy importantes, tanto que muestran la verdadera intención de Lucas al transcribir este episodio:

23 El les dijo:

- Seguramente me vais a decir el refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria.

24 Y añadió:

- En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria. 25 Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; 26 y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. 27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio.

28 Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; 29 y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. 30 Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó.

Es más que probable que el texto, aunque con fundamento histórico, sea un arreglo de Lucas. Si lo comparamos con la versión de Marcos, las diferencias son evidentes (Marcos c.6):

1 Salió de allí y vino a su patria, y sus discípulos le siguen.

2 Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía:

- ¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos? 3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?

Y se escandalizaban a causa de él. 4 Jesús les dijo:

- Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio.

5 Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos. 6 Y se maravilló de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando.

Es fácil advertir que el relato de Marcos es razonable, nos da la impresión de que pudo suceder así: los de su mismo pueblo se escandalizan, es decir, sienten profundo rechazo en admitir como Profeta enviado de Dios al carpintero de sum pueblo, cuya familia convive aún con ellos... No creen en Jesús.

Pero Lucas propone a un Jesús agresivo, que parece provocar a sus vecinos sin causa aparente, y los vecinos reaccionan con exceso y lo quieren matar. Es claro que entramos en el terreno de lo simbólico. Lucas está anunciando el rechazo definitivo de Jesús, que le llevará a la cruz, y aprovecha para ello el suceso de su poco éxito en su patria.

La primera y tercera lecturas de este domingo tienen cierta unidad.

La Ley se proclama al pueblo: el pueblo llora al oírla. Se invita a una conversión gozosa. ¡Tenemos la Palabra!. Aunque nuestros pecados nos han apartado de ella, la Palabra está ahí, ofrecida, para que tengamos vida. Jesús se presenta también así: La Buena Noticia, la libertad.

Los evangelistas presentan a Jesús como plenitud y también como superación del Antiguo Testamento. Y ésta es una línea clave de toda la Biblia: Dios Libertador. Se planteó el tema en el Génesis y se desarrolló ampliamente en el Éxodo. Desgraciadamente, existió en Israel la tendencia a apropiarse del mensaje: Dios con nosotros, para que seamos un pueblo fuerte, para que todos los pueblos tengan que venir a rendir culto a Dios en nuestro Templo. Cuando el pueblo y Jerusalén y el Templo son destruidos, y al volver del destierro, los Profetas llegan a comprender mejor el mensaje y lo hacen mucho más espiritua­l. No esperamos la protección de Dios como un mensaje político, sino espiritual. Cumplir la Ley no nos traerá el triunfo sobre otras naciones, sino sobre el pecado.

Jesús se presentará así; no sólo como cumbre de lo antiguo, sino como superación sorprendente. Tan sorprendente, que el pueblo de Israel, sus jefes y sacerdotes, lo rechazarán. Este episodio de Nazaret termina en escándalo. Sus convecinos le rechazan y hasta quieren matarlo. No es ése el Mesías que esperan.

La relación entre los dos textos es clara. La Antigua y la Nueva Ley. La Palabra de Dios realizada en Jesús. El testimonio de los que descubrieron en Jesús la Plenitud de la Alianza y de la Palabra. La Buena Noticia que se anuncia a todos los pueblos, no sólo a Israel. Y la Buena Noticia que es liberación, enorme alegría para todos los pobres, los pecadores, los que sienten necesidad de Dios. Y puede ser rechazada.

"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor". Y, enrollando el Libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y se puso a decirles: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír".

La escena de la Sinagoga de Nazaret es impresionante. No es casual que Lucas la elija como punto de partida de todo el ministerio de Jesús. Llama la atención ante todo el "descaro" de Jesús: él, el carpintero del pueblo, sin cualificación alguna, se levanta en la sinagoga de su propio pueblo y se arroga la función del escriba, se presenta como maestro, ante la admiración de todos. Admiración que va a cambiarse en rechazo.

Tenemos que subrayar, aunque sea brevemente, dos ideas.

1ª:

"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos"

Volvemos sobre el tema básico de la Navidad: la Buena Noticia es que para Dios todo es al revés: los de arriba tienen que ponerse a servir: los de abajo son los más queridos. Dios no es patrimonio de ricos o poderosos: ni siquiera es poder: Dios es alimento, luz, liberación.

Esta es la línea que da coherencia a toda la actividad de Jesús, hechos y dichos: Buenas Noticias: Dios no es como nos lo habían pintado, amo poderoso, juez temible, poder que reina desde templos; y por eso Jesús está a gusto entre la gente normal, cura infatigablemente, libera a los poseídos y enseña de manera que todos le entienden.

Buenas Noticias... para algunos. Para los que están bien instalados en una religión de poderes, de cultos, de misterios... malísima noticia.

Esta Noticia le llevará a Jesús a la muerte. Pero los que buscan de corazón a Dios creerán en él a pesar de la cruz y verán en él la presencia de Dios: es la esencia de la primera predicación. "Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal porque Dios estaba con él". Así que el resumen de la Buena Noticia es con quién está Dios, y que esto se ve en Jesús. Por eso creemos en él, y eso es lo que creemos de él.

2ª:

"¿No es éste el hijo de José?"., Lo que viene a significar: ¿quién se ha creído éste que es? ¡Si le conocemos de toda la vida!

Será una línea permanente de oposición a Jesús: ¿con qué autoridad haces esto? Jesús va a pedir que le sigan a él, no a Moisés, que crean que él es el enviado del Padre, que sientan el Espíritu de Dios en él... es demasiado pedir para sus vecinos de Nazaret, será demasiado pedir para los jefes de Israel: "Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero éste no sabemos de dónde ha salido..."

Reconocer a Dios es difícil cuando entre Él y nosotros se interponen nuestros modos culturales, nuestros prejuicios religiosos, nuestras conveniencias... La gente de Nazaret sería gente normal... como la de Cafarnaún, como tantos que le siguieron. Pero no pudieron reconocer a Dios en su vecino el carpintero. Quizá nosotros, la iglesia, estamos demasiado cerca de Jesús, lo conocemos de toda la vida... de tal modo que la Buena Noticia nos resulta escándalo...

 

José Enrique Galarreta

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