ÉXODO 20, 1-17 / 1 CORINTIOS 1, 22-25
José Enrique GalarretaDomingo 3º de CUARESMA
ÉXODO 20, 1-17
Entonces pronunció Dios todas estas palabras diciendo:
Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mí.
No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra.
No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo el Señor soy un Dios celoso, castigo el pecado de los padres en los hijos, nietos y biznietos cuando me aborrecen. Pero actúo con piedad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos.
No tomarás en falso el nombre de Yahveh, tu Dios, porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso.
Recuerda el día del sábado para santificarlo Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el forastero que vive en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra, el mar y lo que hay en ellos. Y el séptimo descansó; por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó.
Honra a tu padre a tu madre, así se prolongarán tus días en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar.
No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás testimonio falso contra tu prójimo.
No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo.
Nos encontramos ante la formulación de La Ley. El texto hace referencia a un "suceso" que debió haber ocurrido hacia 1.300 a.C. A nosotros nos parece hoy una formulación "primitiva". Pero Israel es el pueblo que va delante de todos en esta formulación. La Palabra guía a Israel y le va llevando, ya desde una remotísima antigüedad, a acercarse a la Ley.
Vemos en él dos partes, una referente a Dios, y otra al comportamiento habitual. Respecto a Dios, el respeto: Dios único, Dios celoso, no representable en imágenes, no invocable en vano... Se señala más bien la posición del hombre ante "El Señor", y ésta es la fundamentación de la Ley, "porque Yo soy El Señor".
La segunda parte es el código ético: el descanso semanal, la muerte, el adulterio, el robo, el falso testimonio, la codicia... Se puede decir que esto es "casi" sentido común: sumisión y respeto al Señor y normas de convivencia.
Todo ello ha sido formulado en una escenografía de montaña humeante, sonido de trompetas y truenos, para que el hombre se someta. Pero se ha hecho también para que el pueblo viva. La finalidad no es la sumisión, sino la Salvación. La fundamentación de esta Ley no está en el Amo, sino en el Salvador que ha sacado a su pueblo de la esclavitud.
1 CORINTIOS 1, 22-25
Los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; mas para los llamados a Cristo, lo mismo judíos que griegos, fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres.
Es uno de los textos más famosos de Pablo: "Los judíos piden señales, los griegos sabiduría: pero nosotros predicamos a Cristo crucificado".
La Ley proclamada en el A.T. es sabiduría proclamada con señales. A nadie escandaliza que "El Señor" exija sumisión, a nadie sorprende que se manifieste con "señales y prodigios", a nadie sorprende el contenido de la Ley, que es el sentido común para la convivencia. Sabiduría y señales. Por eso no escandaliza. Pero Jesús escandaliza.
La sabiduría de Jesús no es justicia, ni es razonable. Es trabajar con Dios para ayudar a los humanos a ser hijos. Cargar con la cruz con confianza, sin entender. Sufrir sabiendo que Él también lo ha hecho.
No creer en un dios razonable, que habita en templos, pide culto e impone justicia, sino en el Padre Libertador, en el Hijo que da la vida, en el Espíritu que mueve a los hombres.
El resumen no está en el Templo, sino en lavar los pies. Sin señales. "Esta generación perversa y adúltera pide una señal, pero no se les dará más que la señal de Jonás" (Lucas 11,29).
Jesús no es un mago que convence de "sus poderes" haciendo milagritos. Cuando Jesús actúa fuera de lo normal es porque cura, porque hace presente la intención de Dios: salvar. Y toda interpretación del milagro como "éste es un superhombre", se acerca a la magia o a la idolatría.
La doctrina de Jesús no es sabiduría humana, no es razonable, salvo que se haya entrado en su dinámica: que los hijos hemos de ayudar al Padre en el trabajo de salvar al hombre. Entonces se entienden las cosas. Pero solo desde ese punto de vista se entiende. Si no, es locura y escándalo.
José Enrique Galarreta, S.J.