SABIDURÍA 12, 13-19 / ROMANOS 8, 26-27
José Enrique GalarretaDomingo 16 tiempo ordinario
SABIDURÍA 12, 13-19
Fuera de ti no hay un Dios que de todas las cosas cuide, a quien tengas que dar cuenta de la justicia de tus juicios...
Como eres justo, con justicia administras el universo, y no condenas a quien no merece ser castigado.
... Tu señorío sobre todos los seres te hace indulgente con todos ellos... Juzgas con moderación y nos gobiernas con mucha indulgencia porque, con sólo quererlo, lo puedes todo.
Obrando así enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser amigo del hombre, y diste a tus hijos la buena esperanza de que, aun en el pecado, das lugar al arrepentimiento.
Este Libro es, como todo el mundo sabe, el último del AT. y se escribió probablemente en tiempos de Jesús o pocos decenios antes, en Alejandría. Su título completo es "Sabiduría de Salomón", y es un buen ejemplo de cómo los libros se atribuían al autor más importante del género, como a un "epónimo" literario. (Así, los Salmos a David, los tres libros de profecías a Isaías...)
Prescindiendo de su contenido general, el fragmento que leemos hoy ha sido atraído aquí exclusivamente por la idea de Dios juzgando al final, es decir, como complemento de una parte del mensaje de la parábola de la cizaña. Con eso muestra el empequeñecimiento al que sometemos al Evangelio. Lo metemos en los moldes del AT, que nos van más. Nuestra conversión a Abbá está aún en camino. Preferimos una imagen más clara: el Juez misericordioso. Y nuestra condición humana, de pecadores siempre animados por el Padre, cede ante la imagen de buenos y malos, premiados y castigados por el Juez.
Hay sin embargo en este fragmento una profunda Sabiduría, una reflexión sobre Dios extraordinaria. Precisamente su absoluto poder es lo que hace a Dios misericordioso. Y es una preciosa imagen del pecado y "la virtud": la envidia, la venganza, la injusticia son muestras de ánimo mezquino, son en el fondo empequeñecimientos del ser humano. Esta concepción del pecado como disminución es muy importante. Notemos solamente que es la riqueza del espíritu la que nos hace pobres, es el amor el que nos hace perdonar... Ninguna virtud es represión, sino plenitud; ningún pecado es libertad, sino esclavitud.
ROMANOS 8, 26-27
El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza.
Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.
El que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu...
Tal como se nos presenta, nada tiene que ver con el resto de las lecturas. Y, privada de todo contexto, en un fragmento tan breve y tan aislado, apenas tiene significado. la dejaremos, pues, como está y omitiremos todo comentario.
José Enrique Galarreta, S.J.