Silencio entregado
Ese día posiblemente Jesús estuviese más callado que de costumbre. Era día de celebrar, y quiso hacerlo junto a sus discípulos en un sitio especialmente reservado. Era un día que El intuía importante y arriesgado. Muchas cosas importantes que decir en poco tiempo. Mejor callar y obrar. Su silencio es inquieto: entre temeroso y confiado, entre reverente y entrañable, entre tímido y generoso, entre activo y orante.
Antes de la cena, sin decir nada, en silencio, simplemente se pone a lavar los pies a todos… ¡a todos!, entregándose en silencio.
En la cena un pequeño gesto de bendecir y compartir de nuevo con todos, sin reproches, sin favores, sin reservas, entregándose en silencio.
Tras la cena, silencio interior, soledad exterior. Intimidad con el Padre, confianza a pesar de toda su inquietud y su temor, entregándose en silencio.
QUIERO VELAR CONTIGO
Quiero velar hoy contigo
déjame amarte, en silencio
quiero ser pan repartido
y entregado como tu cuerpo
Quiero velar hoy contigo
y amarte en este momento
beber de tu cáliz el vino
descansar mi cabeza en tu pecho
DÉJAME ESTAR A TU LADO
AMARTE EN SILENCIO MI DIOS
SER PAN QUE SE ROMPE EN PEDAZOS
PAN QUE SE DA POR AMOR
DÉJAME ESTAR A TU LADO
AMARTE EN SILENCIO MI DIOS
SER PAN QUE SE PARTE EN MIL TROZOS
PAN COMO TÚ MI SEÑOR
DÉJAME ESTAR A TU LADO
AMARTE EN SILENCIO MI DIOS
SER PAN QUE SE PARTE EN PEDAZOS
PAN QUE SE DA POR AMOR
Salomé Arricibita
Letra: Teresa Nécega
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