1. En la mar he oído hoy,
Señor tu voz que me llamó,
y me pidió que me entregara
a mis hermanos.
Y esa voz me transformó,
mi vida entera ya cambió,
y sólo pienso ahora, Señor,
en repetirte...
PADRE NUESTRO, EN TI CREEMOS,
PADRE NUESTRO, Y TE OFRECEMOS,
PADRE NUESTRO, NUESTRAS MANOS
DE HERMANOS. (bis)
2. Cuando vaya a otro lugar,
tendré, Señor, que abandonar
a mi familia, a mis amigos
por seguirte.
Pero sé que así algún día
podré enseñar tu verdad
a mi hermano y junto a él
yo repetirte...