15 Sept. 2014
Continuamos compartiendo nuestra lucha diaria con ustedes con la esperanza de que nuestro grito pueda ser escuchado en todo el mundo.
Somos como el hombre ciego de Jericó (Mc 10, 46-52), el cual no tenía más que su voz para implorar misericordia a Jesús. Aunque algunas personas lo ignorasen otras lo escucharon y lo ayudaron. ¡Nosotras contamos con personas que nos escuchen!
Estamos comenzando la tercera semana de desplazamientos. Las cosas se mueven muy lentamente en cuanto a lo que se refiere a proporcionar refugio, alimentos y necesidades básicas para las personas. Todavía hay gente que vive en las calles. Todavía no hay campamentos organizados fuera de las escuelas que se utilizan como centros de refugiados.
Un edificio de tres plantas aún sin acabar también ha sido utilizado como refugio. Para salvaguardar su privacidad en este edificio inacabado las familias han dividido los espacios en habitaciones utilizando láminas de plástico. Estos lugares parecen establos.
Todos nos hacemos la misma pregunta: ¿hay algún tipo de final a la vista? Apreciamos todos los esfuerzos que se han hecho para proporcionar ayuda a las personas desplazadas; sin embargo, han de tener en cuenta que el suministro de alimentos no es la única necesidad esencial que se requiere. Nuestro caso es mucho más grande. Estamos hablando de dos minorías (cristianos y mazdeístas) que han perdido sus tierras, sus hogares, sus pertenencias, su trabajo, su dinero, algunos se han visto separados de sus familias y sus seres queridos y todos están perseguidos a causa de su religión.
Los líderes de nuestra Iglesia están actuando lo mejor que pueden para resolver el problema. Se han reunido con los dirigentes políticos y con los presidentes de Irak y Kurdistán; pero las iniciativas y acciones llevadas a cabo son lentas y modestas. En realidad todas las reuniones políticas han concluido en nada. Hasta ahora no se ha llegado a ninguna solución con respecto a la situación de las minorías desplazadas. Por esta razón la confianza en los líderes políticos se ha perdido completamente.
La gente ya no puede aguantar más. Es demasiado pesada la carga. Ayer un joven expresó que prefería morir a vivir sin dignidad. Las personas sienten que han sido despojadas de toda dignidad. Estamos siendo perseguidos a causa de nuestra religión. Ninguno de nosotros podía haber pensado que íbamos a vivir en campos de refugiados a causa de nuestra religión.
Es difícil creer que esto pueda suceder en el siglo XXI.
Nos preguntamos qué es lo que está sucediendo exactamente: ¿es otro plan o acuerdo para dividir Irak? Si eso es cierto, ¿por quién y por qué? ¿por qué los problemas que hubo en 1916 para dividir Oriente Medio se están repitiendo ahora? En esos momentos se trataba de una cuestión política y personas inocentes pagaron por ello. Es evidente que ahora hay gente astuta y culpable de la división de Irak. En 1916 perdimos a seis hermanas, muchos cristianos murieron y muchos fueron dispersados: ¿es circunstancial la situación de división que ahora afrontamos o es deliberada?
Sin embargo, la lucha no sólo se lleva a cabo en los campos de refugiados. Lo que ha ocurrido en los pueblos cristianos que han sido evacuados es incluso peor. El Estado Islámico forzó a los cristianos a abandonar sus casas antes de la noche del 6 de agosto. Ayer setenta y dos personas fueron expulsadas de Karakosh.
Sin embargo, no todos llegaron. Los que llegaron ayer por la noche se encontraban en unas condiciones miserables. Tuvieron que cruzar el rio Al-Khavi (un afluente del Gran Zab) a nado porque el puente había sido destruido. Todavía quedan algunos a la otra orilla del río. No sabemos cuándo van a llegar a Erbil. Ello depende de la situación y negociaciones entre el Pershmerga y el Estado Islámico.
Un grupo de personas fueron a buscar a los ancianos y a los que no podían caminar. Una de nuestras hermanas fue para traer a sus padres y le contaron lo sucedido. Otra mujer nos relató que la habían separado de su marido y sus hijos y que no sabía nada de ellos, probablemente son algunos de los que quedan a la otra orilla; o también pueden estar entre los rehenes capturados por el Estado Islámico. Una hija de tres años fue arrebatada de las rodillas de su madre y tampoco se sabe nada de ella.
No sabemos por qué el Estado Islámico está enviando gente a Karakosh, pero hemos estado oyendo de boca de aquellos que han ido llegando que el Estado Islámico está introduciendo barriles de contenido desconocido en la ciudad.
Además conocemos el caso de cuatro familias Cristianas que están atrapadas en Sinjar desde hace tres semanas. Probablemente se estén quedando sin comida y sin agua. Si no reciben ayuda pronto morirán allí. Actualmente no tenemos contacto con ellos y no hay forma de negociar con el Estado Islámico.
Por lo que concierne a nuestra comunidad sabemos que nuestro convento de Tel Kaif está siendo utilizado como sede del Estado Islámico. También sabemos que han ocupado nuestro convento de Karakosh. Los que han llegado recientemente nos han dicho que las santas imágenes, los iconos y todas las estatuas están siendo destruidos. Las cruces han sido derribadas de los tejados de las iglesias y han sido reemplazadas por las banderas del Estado Islámico.
Esto no sólo ha sucedido en Karakosh y Tel Kaif. En Baqofa una de nuestras hermanas habían escuchado que la situación estaba calmada. Volvió con un pequeño grupo de personas a buscar su medicina. Cuando llegaron encontraron el convento registrado y todo tirado por las habitaciones. En el momento en que entraron al convento tres bombas impactaron contra la ciudad. Salieron inmediatamente.
Aparte de lo que está sucediendo con los cristianos sabemos que ayer, viernes día 22, un fanático suicida Chiíta y hombres armados atacaron la mezquita Suní de Abu Musab situada en un pueblo bajo el control del gobierno de Irak en la provincia de Diyala, dejando sesenta y ocho muertos. Es desgarrador oír hablar de gente que muere asesinada mientras reza.
Por lo que respecta a los medios de comunicación, podemos afirmar que esta masacre eclipsó lo que está pasando con los cristianos en la llanura de Nínive. Tenemos miedo de que nuestra lucha se convierta en una cuestión privada y escondida y que no vaya a tener impacto en el mundo nunca más.
Por último, tenemos que decir que la gente está perdiendo la paciencia. Han perdido todo lo que tenían en sus lugares de origen: iglesias, campanas de las iglesias, barrios y vecinos. Es desgarrador para ellos escuchar que sus hogares han sido saqueados. Aunque amán sus lugares de origen la mayoría de ellos están pensando en abandonar el país para poder vivir con dignidad y encontrar un futuro para sus hijos. Es difícil tener esperanza en Irak o confiar en los líderes políticos.
Por favor, manténganos presentes en sus oraciones.
Hermana María Hanna OP.
Hermanas Dominicas de Santa Catalina de Siena-Irak
P.S. Por favor, comparta esta carta con otras personas. Deje que el mundo escuche el clamor de los pobres y de los inocentes.