Es así como hemos dado en llamarnos sin pretenderlo: ha sucedido. La cosa comenzó con una intuición. Siete hombres mayores, ancianos  o casi ancianos ya, sentimos que sería provechoso reunirnos durante cinco días a tiempo completo. Los siete habíamos recibido el orden sacerdotal, pero tres habíamos contraído después matrimonio.

No teníamos programa, pero el diálogo fluyó durante toda la jornada y de forma tan extraordinaria  que al año siguiente, 2008, repetimos la experiencia. Dato curioso: nos dimos cuenta de que la primera vez, la de 2007,  no habíamos dedicado  formalmente  un rato para celebrar la eucaristía. Más tarde dedujimos que habíamos sentido que todo el día había sido eucarístico. Sentimos casi –exagerando-  como que estábamos reinventando la iglesia.

Al día de hoy nos hemos reunido ya 39 veces y guardamos constancia escrita de cada jornada. La práctica nos ha llevado a reunirnos, hasta el momento, cada mes y medio.  Obviamente, desde la tercera reunión,  habíamos abierto el grupo a otras personas.  El perfil de las que invitábamos era el siguiente: que fuera una persona a la que le interesara la iglesia, que no estuviera satisfecha con la manera como esta se desenvuelve,  que hablara sin cuidarse con libertad y no se escandalizara con lo que pudiera escuchar, que tuviera sentido común.

Tenemos registrados los nombres de 39 personas que han participado en  nuestros ENCUENTROS. Dos de ellas ya han fallecido y siete no viven en Lima. Seis siguen en el ejercicio sacerdotal.  Normalmente participamos entre 15 – 20 personas. La edad promedio supera la que internacionalmente es considerada como  propia del adulto mayor... la de las personas que conforman la mayoría en los templos...

Mediante evaluaciones pronto determinamos para nuestras jornadas –siempre sabatinas- el método que paso a describir.

Comenzamos con inédita (para Lima...)  puntualidad a las 9 de la mañana. Nos informamos mutuamente de las novedades personales,  y hacemos un recorrido de los miembros no presentes y las causas de su ausencia. Si hay algún miembro nuevo, por supuesto se presenta. Cada vez nos recordamos mutuamente que, ya desde el primer momento, nos encontramos celebrando la eucaristía. Damos lectura escuetamente a un texto evangélico, alguno que tenga que ver con "el plato fuerte" de la jornada y que normalmente coincide con el elegido para la Fracción del Pan.

A continuación, la persona  previamente designada modera durante unos tres cuartos de hora lo que hemos dado en llamar "Análisis de Coyuntura". Consiste en hacer un repaso de los sucesos de interés público, de los que escogemos uno que analizamos con mirada evangélica.

El plato fuerte de la jornada, preparado con  mucha antelación por una persona que lo dinamiza, da lugar a un diálogo que durará hasta el almuerzo. La persona encargada propone el método que le parezca oportuno (escritos, preguntas,  división en grupos...). Cada cual es libre para interrumpir con un café, salir a fumar un cigarrillo, ir al baño... ¿De qué hablamos?  Algunos ejemplos: Ideario del grupo, Ser y quehacer de los miembros, Política económicosocial, la Encuesta enviada por el Vaticano para el Sínodo, Corrupción  de políticos en el país, Criterios evangélicos para ir a votar, Exhortación "Alegría del evangelio", Desarrollo sostenible, Proyecto Nacional, Causas del caos en recientes elecciones de presidentes regionales y alcaldes provinciales  y municipales...  Para el próximo Encuentro reflexionaremos sobre la esperanza, Adviento-Navidad, el Sínodo.

Almorzamos a la una de la tarde.

Concluido el almuerzo, y una vez lavados los platos, tenemos la Fracción del Pan alrededor de la misma mesa. Aunque suelen participar tres sacerdotes en ejercicio, a partir del tercer Encuentro tomamos por hábito que la presida cualquiera de nosotros, una persona elegida de antemano y que viene ya preparada para ello. La manera de hacerlo queda a su libre inspiración.

El tiempo restante lo dedicamos a asuntos de orden más concreto, práctico. Evaluamos entonces la jornada y decidimos cómo será la siguiente y quiénes se encargarán de dinamizar cada parte de ella.

Personalmente creo que un punto importante lo constituye la ideología (la teología en realidad) que subyace en nuestro modo de proceder. No nos consideramos un movimiento de laicos, ni siquiera una comunidad de base. Somos la iglesia de Dios que se reúne en nombre de Jesús aquí donde estamos. Pensamos que no es aceptable  la distinción de clérigos y laicos que se ha hecho entre los cristianos.

(Noviembre 2014)

Eduardo Borrell

 

Creemos

· en Jesús fraterno y compasivo, que vivió como uno de nosotros y ve a todo hombre y a toda mujer como hermano y hermana, reflejos del rostro de Dios;

· en Jesús, Hijo de Dios que, con el ejemplo de su vida, nos invita a cada hombre y a cada mujer a comprometernos con nuestro mundo, especialmente con los pobres y excluidos, se indigna con las injusticias y se enfrenta a los poderosos con energía liberadora;

· en Jesús que nos muestra al Dios de la vida, nos ama incondicionalmente, nos enseña cómo ser persona y nos recuerda que somos responsables de la creación;

· en la vida, en el amor comprometido, en la honestidad y en la necesidad de darlo todo por los otros como Jesús;

· en la Iglesia y las comunidades comprometidas con el Espíritu de Dios.

Nuestro compromiso:

· La práctica de Jesús desde los pobres es la guía para nuestro actuar diario.

· Este actuar nos invita a reflexionar y a responder según el carisma  y la opción personal de cada cual.

· Como comunidad asumimos compromisos  cuando determinadas situaciones lo requieren.

· Estamos dispuestos a brindar apoyo a iniciativas específicas promovidas por algún miembro de la comunidad.