Juan Pablo Garcia Maestro

Gustavo Gutiérrez es conocido como el padre de la teología Latinoamericana de la Liberación, pero pocos conocen que la raíz de esa teología está en una espiritualidad de ojos abiertos. En Europa se le ha achacado que se centra más el en pobre que en Dios. Esa acusación olvida que Gustavo Gutiérrez ha sabido ver que el Dios de Jesús es inseparable de su relación con el pobre. Su espiritualidad mantiene los ojos muy abiertos a la realidad de América Latina.

 

El profesor Juan pablo García Montero, religioso de la Orden Trinitaria, nos presenta en esta conferencia la idea central de su tesis doctoral sobre la teología de Gustavo Gutiérrez.

La biografía de Gustavo Gutiérrez es la base de su teología. Sus antecedentes indígenas, su larga enfermedad infantil, y su conocimiento de las principales Universidades europeas, conforman su experiencia sobre la realidad social latinoamericana y sobre la vida del Jesús de los evangelios.

El Dios de Jesús no se entiende sin su relación con el pobre; tampoco podemos comprender a los pobres sin su relación con Dios. La opción por los pobres no es una opción marxista “de clase”, es una opción teológica por el Dios de los pobres. Díme cómo te relaciones por el pobre y yo te diré en qué Dios crees.

La espiritualidad mal interpretada es muy peligrosa, debe contrastarse por su relación con los pobres. Los grandes teólogos de la antigüedad fueron mártires y místicos; la teología pierde sus raíces cuando se separa de la experiencia espiritual. La teología latinoamericana de la liberación ha tenido mártires por ser la voz de los sin voz.

Gustavo Gutiérrez se tomó muy en serio el Vaticano II y contribuyó a su aplicación en las conferencias de Medellín y Puebla. La teología de América latina no tiene, como la europea, el problema del ateísmo; su tarea es explicarle al pobre que Dios es bueno; y en esto, más que evangelizar al pobre, muchas veces son los pobres quienes nos lo explican y nos evangelizan. Un campesino le dijo una vez que “ateo es el que desprecia al pobre, porque despreciar al pobre es despreciar a Dios”.

 

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